Anoche Disturbed llenó el Alexandra Palace. Según datos de la propia página, 10000 personas abarrotaron anoche el icónico recinto de la capital Inglesa.
La veterana banda de heavy metal dio un muy buen concierto durante dos largas horas, repasando temas imprescindible como «The vengeful one», «A reason to fight», «The light», «Land of confusion», o «Down with the sickness», el símbolico himno del grupo materializado allá por el 1999. No faltó, para el agrado de toda aquella masa metalera, el cover de Simon and Garfunkel «Sound of silence», otra de aquellas versiones contadas con los dedos de una mano y que, para mí, resultan mejores que el tema original, dígase «The man who sold the world» de Nirvana, «Hurt» de Johnny Cash, o «Spread your wings» de Blind Guardian (propia opinión, desde luego)
Un gran concierto, sin duda.
Una lástima que toda esa sensación de agrado y disfrute personal quedara empañada por mis ególataras similares.
Mucho móvil, tanto móvil danzando al son de bemoles, corcheas, tañidos de platillo y notas de barítono.
¿Cuándo surgió esta necesidad de pompa y ostentación?, pregunto, ¿ese hambre de querer mostrar, y sobre todo, aparentar, lo bien que lo estamos pasando independientemente de si realmente estamos o no disfrutando?.
No sé, igual me estoy volviendo viejo, igual me he vuelto demasiado purista, ¡igual soy un loco!, un loco por querer disfrutar y atesorar en el alma un grato recuerdo de una noche que igual no vuelve a repetirse. ¿De verdad necesito almacenar en mi iphone vídeos, y vídeos, y vídeos de calidad cuestionable, si, digo «cuestionable» porque todos ellos van a estar llenos de cortes, porque no se ve bien, joder, porque no se ve al artista a no ser que apliques zoom y por lo tanto no aprecies mas que píxeles en movimiento, y si no pones zoom, el entorno de tu vídeo va a estar enmarcado solamente por, ¡sorpresa!, más móviles, ¿qué es esto?, ¿una convención de Apple?…
A veces creo que me he quedado atrás, ¡pero muy atrás!, y no por edad únicamente, sino por convencimiento moral y pensamiento, me explico: opino que una experiencia personal (en este caso, asistir a un concierto multitudinario) debe valorarse al máximo y experimentarla en primera persona, recogiendo el fruto que la fuente te proporcione, y saboreándolo hasta que no dé más de si, vampirizándolo y absorbiéndolo bien adentro en tu torrente sanguíneo emocional hasta que germine en un recuerdo perpétuo. ¿Hacer una foto?, ¿un vídeo?, sin duda, ¡pero ya está!, no es necesario almacenar más información de la necesaria (más de la que ya el entorno social nos inculca). He asistido a muchos conciertos, he visto muchas bandas, y muchos cantantes, he visto muchos musicales y obras de teatro, pero éso no implica que DEBA por fuerza acarrear un seguimiento febril y fiero de todas mis acciones porque, ¿qué es lo que realmente busco?, ¿el disfrute que me proporciona aquel espectáculo para el cual he estado semanas o meses esperando?, ¿o exhibirme y alimentar mi ego y vanidad?, ¿de verdad nos hemos vuelto tan dependientes de nuestro propio engreimiento?, ¿o es que somos tan débiles, y tan tristes, que lo único que nos mantiene a flote es aparentar qué bien lo estamos pasando y qué felices somos?.
Y a veces también pienso que a la gente (sí, sobre todo a la más joven, la generación del smartphone, lo siento, sé que no debo generalizar porque es una tara que afecta también a gente de mi quinta) no está convencida de qué le gusta o de si tiene ganas de escuchar a tal o cual cantante, ver o tal película, o apreciar una determinada muestra de corte artístico, no está realmente convencida de ello, lo que sí sabe sin embargo es que si acude a tal evento, lo filma, y lo expone cara al público, va a sentirse más integrado (o menos desubicado) entre sus semejantes, y parece ser que éso es lo importante actualmente.
Con lo cual, y para no amargarme una vez más la próxima vez que vaya a un concierto u otro espectáculo, me colocaré diligente y bien centrado en las primeras filas, allá sí, allá, ¡donde los locos!, donde moran los tarados lubricados con sudor propio y ajeno, donde más de un esguince quiera verse propiciado, y donde más de una zapatilla abandonara su dueño.
¿Fueron Disturbed los teloneros de Iphone?
Qué asco da la gente, joder.