Revista Música
Recuerdo la primera vez que escuché “Rebel yell” en directo
en la sala La Riviera.
Fue en otoño de 2001, en un concierto en el que los Sôber
eran los teloneros, y aún unos desconocidos parciales aún para el gran público.
Pero no fue en aquella ocasión Billy Idol el encargado de interpretar ese
clásico de su repertorio, sino que los encargados de ello fueron los HIM de
Ville Valo, con esa dignísima versión que tanto tocaban a comienzos de milenio
en sus directos; no me imaginaba que más de una década después, repetiría la
experiencia de escuchar ese trallazo en el mismo lugar, pero en esta ocasión ya
sí de la mano de su autor original, el leyenda y mito Billy Idol.
Según se comenta por ahí (yo realmente no lo sé), este punk
rocker británico no había pasado todavía en su dilatada trayectoria por Madrid;
no sé si en los años 80 el caso de Idol era uno de esos que no encontraba un
aforo a su medida en la capital (quizás le venía demasiado grande un Palacio de
los Deportes o una plaza de toros de Las Ventas y demasiado pequeña la Rockola y otras salas).
Por tanto, Billy se propuso 3 décadas después de iniciar su trayectoria más
allá de Generation X, saldar la deuda pendiente enorme que tenía con la capital
española.
Quizás el asunto del precio iba ligeramente subido (37,90
eur. el precio final con las consecuentes comisiones ya cargadas), pero lo que
se podía intuir un llenazo y un agotamiento de los tickets con semanas de
antelación, se vino abajo debido a una promoción casi nula (de hecho yo me
enteré por casualidad, ya que no he visto ni un solo cartel del concierto y ni
siquiera aparecía en el listado de actuaciones de las taquillas de entradas del
tablón de Fnac Callao; así mal iba a ir la cosa). Todo esto se vio más
claramente cuando una web de estas de ofertas de última hora, sacó una durante
el fin de semana anterior en el que podías sacar la entrada con un 40% de
descuento sobre el precio inicial citado entre paréntesis líneas arriba… Por
ejemplo, con ello y debido a que tenía un bono de haber hecho otras compras en
esa web, mi novia consiguió la entrada por 11 euros (toma jeroma). Pero bueno,
esto es una disertación y discurso algo estúpidos; lo menciono porque me gusta
comentar todo y cuando pasa el tiempo y releo mis crónicas (lo cual les
confieso que hago) recuerdo la experiencia mejor. Pero, vamos, que yo estoy
encantado de haber pagado esa cantidad por Idol, y, visto lo que vi y vivido lo
que viví, volvería a pagarlos.
Llegamos a la sala poco después de las 20h y por primera vez
me pasé por las taquillas de La
Riviera antes del concierto, ya que la entrada a precio amigo
teníamos que recogerla ahí. Se respiraba en los aledaños claro regusto rockero
añejo entre la gente que pululaba en los exteriores. Entramos a continuación y
ya había mucha gente congregada en las primeras filas, pero conseguimos
situarnos donde me gusta estar, es decir 6ª fila hacia la izquierda del
escenario según miras. Pudimos hablar con algún asistente que iba solo por su
cuenta, tras establecer contacto con él al intercambiar opiniones en el control
de entrada sobre el hecho de no poder pasar botellas de agua al interior. Sobre
las 21.10h y con una música de ambiente que experimentó una subida del volumen
en bases rítmicas, fueron saliendo a escena los músicos, llegando en penúltimo
lugar el escudero de Idol, el mítico guitarrista Steve Stevens y luego el
propio Idol, para que el público enardeciera totalmente.
Apostaba yo por “Come on, come on” de su primer disco en
solitario o “World’s forgotten boy” de “Whiplash Smile” como apertura del
concierto, pero fue “Ready steady go” del primer disco de Generation X la
canción que Idol eligió para que siguiera el éxtasis que su mera aparición en
el escenario provocó en los que allí acudimos. Lo que no nos imaginábamos es
que justo a continuación sonara “Dancing with myself”. Este gran clásico de su
discografía, bisagra entre su etapa con Generation X y su carrera en solitario,
el cual es un claro as para el final de uno de sus conciertos, no se lo quiso
reservar para el final. Abajo un tandem sólido del rock, Billy Idol y Steve Stevens a la guitarra.
Yo lo estaba grabando en formato video al 100% con mi
cámara, para tener un buen recuerdo en mi pc y de paso ponérselo aquí, pero una
tía que se puso delante nuestra, le dio un manotazo a la cámara abriéndose la
tapa de la tarjeta y batería, perdiéndose todo lo que se había grabado (pasó al
final de la canción). Eso es algo asumible en un concierto de rock, pero, en
este caso en particular, me jode sobremanera, ya que la tipa de marras se puso
delante nuestra habiendo llegado claramente más tarde, con la mala estrategia
de ir como oteando a ver si veía alguien que en realidad no existe y se apalancó
ahí delante nuestra, reduciendo además nuestra amplitud alrededor. Con esto, de
“Dancing with myself” no les puedo dejar video, pero sí que les intercalaré
algún otro que grabé (curiosamente todos del disco “Rebel Yell”). Vean en la siguiente a Idol con la guitarra acústica.
Fue sorprendente y no me esperaba para nada “Dancing with
myself” en esos primeros compases. Más asumible era otra cosa que paso a
comentarles. Steve Stevens con un foco de luz iluminándole en exclusiva, se
avanzó al frente del escenario y soltó un par de arreones de guitarra que ya me
pusieron en sobreaviso de que en el 4º lugar del set list llegaba el turno de
uno de mis temas favoritos de Billy Idol. No me equivocaba, ya que tras ese
aviso de Stevens comenzaron a hacerse claros los sonidos de “Flesh for fantasy”,
canción que tenía más o menos claro que no podía faltar y que sonó a la
perfección. Los gritos de “Flesh” por
parte de la audiencia, hicieron temblar el techo de La Riviera. No decepcionó
para nada “Flesh for fantasy” en directo, al igual que tampoco lo hizo ninguno
de los pasajes de su discografía escogidos por Idol en la noche del pasado
jueves 19 de julio de 2012. Para que lo comprueben, malamente debido a la calidad de mi cámara, les dejo el video que grabé.
Aviso que a lo largo de la
crónica no voy a seguir un orden metódico y escrupulosamente cronológico, sino
que iré a mi manera comentándoles los momentos más relevantes o notorios. Por
ejemplo, pudo en parte dejar en fuera de juego a más de uno que “Hot in the city”,
con su cierto pachangueo, sonara y lógicamente (como yo pensaba que sucedería
en caso de que fuera elegida) Idol hiciera un juego de palabras con la letra de
la canción y el nombre de la ciudad donde estaba tocando con el inevitable “Hot in Madrid tonight”. Curioso ver a Idol con una camiseta suya enfundada en el tramo final del concierto; aprecienlo en la siguiente imagen.
Algo que me gustó mucho es que entre las canciones que Billy
Idol seleccionó para este concierto, no se dejó ni una de las que más me llegan
de él. Ya les he comentado que sonaron “Dancing with myself” y “Flesh for
fantasy” en los primeros compases, pero tampoco fallaron “Sweet sixteen” y “Eyes
without a face” en la parte media del concierto y en los bises o parte final “Rebel
yell”, “White wedding” o “Blue highway” (de la que en particular dudaba mucho
de su inclusión). En “Sweet 16”,
Idol se amarró la guitarra acústica y nos regaló esa interpretación tan íntima
y sentida que pudo sorprender a propios y a extraños en 1986 cuando vio la luz.
También me trastocó la quiniela del set list que “Eyes
without a face” sonara relativamente tan pronto; no la veía como para que
formara parte de un bis, ya que suponía que Idol quería terminar el concierto
con una traca final arrolladora de intensidad, como así fue, pero me la
imaginaba justo antes de los bises en el cierre de la parte troncal del show.
Sin embargo, y tras unos instantes en los que Billy se ausentó del escenario
para cambiarse creo que por primera vez la parte superior de su vestimenta,
saliendo a escena con una camisa blanca desabrochada, comenzaron a sonar esos
sintetizadores tan particulares y Billy comenzó a luchar contra la mesa de
mezclas para que se escuchara su voz, cosa que fue uno de los puntos flojos de
la noche, ya que en muchas ocasiones a Billy casi no se le escuchaba por estar
muy bajo el sonido de su micro en la mezcla. “Eyes without a face” sonó muy
relajada, mucho más de lo que suena en su versión original y Billy se daba
lentos paseos por el escenario mientras que nos regalaba el placer de poder
escuchar en directo uno de los mejores temas que estimo se editaron en la
primera mitad de los años 80.
Como les he mencionado ya, no las tenía todas conmigo en el
asunto de que “Blue highway” formara parte de la fiesta. Está claro que es un
tema épico, vibrante, acelerado y perfecto para un directo, pero quizás podría
ser la que más papeletas tuviera para quedarse fuera ante una parca selección
de temas de “Rebel Yell” que hubiera sido la formada por la canción título, “Eyes
without a face”, “Flesh for fantasy” y “Do not stand in the shadows”. Pero
cuando ya se alcanzaban la hora y 45 minutos de concierto, más o menos, empezó
a sonar este gran tema de “Rebel Yell”, justo cuando ya estaba empezando a dar
por perdida su escucha en esa noche de punk rock de excelente calidad. No
decepcionó lo más mínimo su toma en directo y los riffs de guitarra de Steve
Stevens hicieron las delicias de la sala con esta canción, mientras que Idol
parecía despedirse del público con los gestos que hacía. Por fortuna y por
lógica (ante lo que no había sonado aún), quedaba más. Vean a continuación el 2º video que les dejo de los que grabé en esta irrepetible noche que les estoy comentando.
Y es que a priori me había imaginado un concierto de hora y
media de duración, pero viendo que a la hora y 45 minutos no habían sonado aún “Rebel
yell”, “White wedding” y “Mony mony”, se podía intuir que la cosa superaría las
2 horas. Y así fue, 2 horas de concierto que dispuso esos 3 trallazos en el
tramo final. Si bien yo hubiera alterado su orden y no hubiera terminado con “Mony
mony”, sino con “Rebel yell”; de esa forma Idol hubiera conseguido cerrar el
show de forma arrolladora y muy emocionante. Lo primero fue “White wedding”,
que en sus primeros compases parecía que iba a ser tocada en formato acústico
con Steve Stevens e Idol en el escenario. En ese sector sonó realmente
interesante la toma, ya que con la única aportación instrumental de las cuerdas
de Steve, el asunto sonaba fenomenal. No obstante, el resto de la banda se sumó
a la mitad para ofrecernos “White wedding” con toda la carne en el asador.
Intuirán los que no acudieron que el “start
again” fue un grito unánime demoledor en La Riviera. Así fue,
realmente increíble. Luego se presentaría la si cabe más abrasiva “Rebel yell”.
Otro tanto de lo mismo pasó con el repetido “more” que incluye la letra en su estribillo. Hubiera sido el final
perfecto de concierto, pero Billy prefirió cerrar con “Mony mony”.
No obstante, dentro del concierto hubo lugar para que Idol
recuperara algunas canciones de Generation X y otros muchos pasajes de su
discografía posterior a 1986. Al final del concierto, a la salida de La Riviera nos encontramos ni
más ni menos que con Carlos Caballero y Álex Gómez, es decir, el grupo La Broma Negra, que con
buen criterio no quisieron perderse la cita. Estuvimos hablando más de una hora
del concierto, de música y de la situación actual del grupo en estos momentos y
fuimos acordando la realización de un programa con ellos en nuestra 4ª
temporada, e incluso no descarten que participen en algún coloquio como
contertulios. La próxima foto muestra a Idol al borde del escenario de cluquillas, agasajado por los brazos de sus fervientes seguidores de las primeras filas.
Entre esas cosas, la banda de Idol, incluido Steve Stevens
se metieron en los enormes autobuses de cristales tintados atravesando un
pasillo creado por los gorilas de seguridad que protegieron su integridad ante
los más o menos 60 o 70 espectadores que estaban aún en la salida de la sala. A
Idol no le pudimos ver, supongo que para suplir esa ausencia por su parte, de
ahí vino que lanzara en mitad del concierto platos de plástico firmados por él
al público (con la enorme suerte que uno le cayera a mi novia) e incluso repartiera set lists firmados por él, en un gesto que me
evocó claramente a Falco en el video de “Rock me Amadeus” cuando se pone a
repartir partituras; si han visto el video que les he insertado de “Blue highway” lo habrán podido comprobar. A continuación de ver cómo se marchaba en el autobús la
banda de Idol, nos despedimos y nos volvimos a casa.
Llegando al apartado de conclusiones, hay que puntuar o
valorar al concierto de Idol como más que satisfactorio. Es cierto que tanto a La Broma Negra, como a mi
novia, como a mí, nos pareció que el concierto se pasó algo de duración. Quizás
el hecho de distribuir de forma tan dispersa los hits, creó la sensación de que
antes de que llegáramos al tramo final, más o menos hasta que sonó “Blue
highway”, se afrontara una parte algo pesada. Aún así, el resultado es muy
bueno. Idol no se dejó nada, ya que quejarme de que “Come on, come on” o “World’s
forgotten boy” no sonaran, sería ser demasiado puntilloso. A Billy se le ve en
perfectísima forma. No está para nada fondón y a sus 57 años está estupendo. Su
cara tiene muchas marcas de expresión, algo normal en un punk rocker que tantas
muecas ha realizado a lo largo de su historia, y no faltó para nada ese gesto
del labio torcido en la parte superior hacia un lado, tan característico de su
imagen. En definitiva, y con su actual edad, pudimos ver clarísimamente al
Billy Idol que llamó la atención de Tino Casal a comienzos de los 80 cuando aún
formaba parte de los Generation X para que este asturiano le dedicara la
canción “Billy boy”.
Es preciso hablar de Steve Stevens, que siempre ha sido el
2º de a bordo de Idol. Dio una clase magistral de guitarra de rock, tocando en
distintas poses, con la guitarra en la nuca e incluso en el tramo final tocando
con la boca. Sin él, el sonido de Idol en directo está claro que no sería el
mismo. Steve, al margen de su gran trabajo como guitarrista, es un claro icono
del rock de los 80, con ese cardado inconfundible de su morena cabellera. El
caso es que el asunto del pelo se mantiene (no sé si será natural o postizo),
pero en el aspecto de su cara Steve cada vez se parece más a Ron Wood de los
Rolling Stones y se le nota más el paso del tiempo en su rostro, aunque no
tanto en su delgado y menudo cuerpo, ataviado para la ocasión con unos
pantalones a rallas negras y blancas. Stevens hizo gala de muchas guitarras
llamativas, quizás la que más esa cuyo mástil se iluminaba con luces azules.
Tocó inmejorablemente bien y fue en el plano instrumental el director de la
orquesta rockera para que todo sonara con la precisión, intensidad y
arrollamiento que tiene la música de Idol. El resto de músicos estuvieron muy
bien, sin querer robar el protagonismo a Idol y Stevens, los claros ídolos de
la noche; solamente el batería, llamativo por su torso completamente tatuado,
se anotó en los bises un solo de batería bastante bueno. ¡Cómo se ve disfrutar a Steve Stevens con su guitarra eléctrica en la siguiente fotografía! ¿Verdad?
Idol se despidió del público ya una vez terminada la música
de la última canción “Mony mony”, con sus músicos alineados con él al frente
del escenario y nombrándose en último lugar diciendo “…y en la guitarra Billy fucking Idol”. El público soltó su última
gran ovación y Billy se fue completamente emocionado de la respuesta que tuvo
su primer concierto en Madrid (quizás cayó en la cuenta de la de actuaciones
como ésta que podría haber dado en sus 30 años anteriores de carrera). Y es que
Idol se lo pasó en grande cuando el público coreaba el clásico “Oe, oe, oe, oe” y en el tramo final no
escatimó a la hora de ser amable al dirigirse a los que al final casi llenamos La Riviera (aunque no se
agotara el papel) y con Madrid y España en general.
Mereció la pena la espera eterna para poder ver a Billy Idol
por primera vez en Madrid, ya que a su edad su aspecto y actitud sobre el
escenario son aún dignísimos y sus canciones siguen funcionando perfectamente
en directo. El año pasado por estas fechas taché a otra artista individual paradigma del mundo
del pop y en especial de los 80 como fue Cyndi Lauper, y ahora tacho a Idol de
mi lista particular de “pendientes de ver en directo”; a bote pronto, me queda
por ver a U2, Ultravox (malditos, que ahora que tienen nuevo disco no han
incluido a España en su gira... Me temo que aparezcan por el Sónar de las
narices el próximo año), New Order y Morrissey (al que solamente escuché, pero
me atreví a ver). Había un disco de la historia de Billy Idol que se llamaba “Vital
Idol”; haciendo un juego de palabras, cierro la crónica de este concierto
vivido el pasado 19 de julio de 2012 en La Riviera diciendo sencillamente: Brutal Idol.