La enorme presencia de este grupo sevillano sobre el escenario, nos hace reivindicar una vez más el gran momento por el que atraviesa la música española que se forja desde el esfuerzo anónimo y se desarrolla fuera de los grandes canales de comunicación. La búsqueda y el encuentro de estos artistas y sus composiciones, son como el amanecer en primavera, un descubrimiento pleno de luz. Dardem merece desde ya su lugar en el abarrotado panorama musical español de bandas independientes que nacen desde el sacrificio y el amor a la música por encima de cualquier otra circunstancia. Poetas del rock o duendes épicos sobre el escenario, reivindican sus inquietudes artísticas de una forma sencilla, contundente y mágica (ayer no había más que imaginárselos sobre un gran escenario y con gran aparatología lumínica para darse cuenta de su enorme potencial). Pero también ayer, eso era lo menos importante, porque Pepe Rodríguez (voz y teclados), Raúl Pacheco (guitarra), Joe Melero (bajo) y Peter Bacan (batería) se mostraron tal y como son en su esencia, unos grandes músicos que están empezando y que llevan su mochila cargada de ilusiones, y para ello, nos regalan un tipo de música impetuosa, fuerte y aguerrida en ocasiones, que se entremezcla con grandes dosis de sensaciones atmosféricas que nos envuelven en sonidos e imágenes que nos transportan al mundo de los sueños. Triana o Héroes del Silencio deben sentirse orgullosos de tener alumnos tan adelantados como Dardem.
El concierto de ayer comenzó con Impulso (¡menudo mensaje subliminal desde el principio); una canción con un inicio entre temeroso y tenebroso que se va haciendo un hueco en nuestros oídos a medida que avanza y se manifiesta como un deseo cargado de sensaciones etéreas que nos atrapan nuestros sueños rotos (¡un gran inicio!), y que funden con El aspirante y con unos sonidos atemporales con claros matices aflamencados adornados por las resonancias épicas de una guitarra que ayer fue una de las grandes protagonistas del show: “no existe rendición”. Y como guerreros que surgen de la niebla, Dardem atacan La bendición (single del disco Inerte) donde nos muestran su versión más rockera y cercana al clásico rock español donde cada uno encontrará su grupo favorito, pero que Dardem tiñen de su propia identidad con latigazos que suben y bajan de intensidad como si estuviésemos metidos dentro de una gran ola plena de grandes sonidos.
Sueña supone el regreso al mundo de los sueños hipnóticos que se funden con la mejor tradición épica cargada de emociones perdidas en las simas de nuestros sentidos: “déjate llevar” y lo consiguen, porque nos transportan a la tundra sonora que Dardem produce y en la que reinan como reyes vikingos del áurea boreal. Gotas de lluvia sigue en la senda atmosférica que se traduce en una intensa calma que Dardem rompe para llegar a ese sonido atemporal de fuerza y energía que el grupo sevillano tan bien ejecutan, y en el que se encuentran muy cómodos. Sin miedo comienza con unos teclados electrónicos que nos enredan en el juego que nos proponen, donde soñar es el estado normal de nuestro alma, y donde la guitarra está plena de intensidad en un medio tiempo subido de tono, pero que Raúl Pacheco se encarga de destruir en un eco profundo; un eco que se convierte en un clamoroso arrebato en Para no volverte a ver, con una impostura bañada de protesta contra la cultura del pelotazo y los bancos, y en donde la crítica social se abre paso entre las notas de este gran grupo que no deja nada a su libre albedrío, porque el sonido de su directo es muy compacto y personal a medio camino entre el epicismo de los años ochenta y esa necesidad de dar luz a sus raíces sureñas; una luz que impregna todas sus composiciones; y que en El tiempo del ladrón tenemos la sensación de que algo va ocurrir, porque Dardem colorea su música de lágrimas derramadas en un cuerpo desesperado (de todo menos inerte), porque las notas de esta canción se traducen en sensaciones que son pura pasión que nos acunan con sonidos atmosféricos que suben y suben hasta el infinito.
La noche de San Juan es el gran hit de este Inerte y que en el escenario de la Moby Dick se mostró como ese gran medio tiempo que es, donde las mejores imágenes y recuerdos se agolpan sobre nuestros sentidos y nos atrapan hasta convertirnos en fieles seguidores de estos Hamelines de la música a los que ya no podemos decirles que no. Una canción que es un acierto en toda regla porque tiene esa extraña propiedad de transmitir grandes sensaciones, y que se hace acompañar de una guitarra muy ochentera, pura y limpia, que produce sonidos que nos encantan y magnetizan. Mi amigo también es otro medio tiempo que profundiza en las raíces de Dardem, y que como duendes del sur nos llevan hasta el rock más puro e hispánico y a esa otra tradición épica de siempre. TV Net es el final de la primera parte del concierto bajo el influjo de una energía limpia y arrebatadora de un directo sin tapujos y en contraposición con la letra de la canción “ya no sé muy bien quién quiero ser”.
El bis se inició con otra gran canción, Tus ojos, donde de nuevo se vuelven a conjugar elementos hipnóticos y épicos en un cocktail perfecto, donde la armonía e intensidad de los medios tiempos arden en busca de la verdad que se esconde detrás de la buena música como es este Tus ojos, y que da paso al tema final de la noche, Demente que es un magnífico punto y final a una noche plena de buena música y que es una nueva muestra del clasicismo de Dardem con un magnífico punteo de guitarra que termina con un gran final mimetizado en una fusión de sonidos imaginativos y sensoriales que llenan la sala de una gran ovación. En definitiva, Dardem nos demostró ayer que se encuentran sintonizados bajo el influjo de los duendes épicos que transforman la música en algo mágico.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.