Bueno, ¿por dónde empezar? Hay tanto tanto que contar… De momento iremos por orden, así que arrancaremos desde el origen de todo. Allá por comienzos de este 2016 saltaba la noticia de que Kraftwerk iban a traer al museo Guggenheim de Bilbao su catálogo de discos en directo, cosa que no han hecho en muchos lugares hasta la presente fecha (en algunos sitios, “The Catalogue” lo han hecho con 2 conciertos en el mismo día, en lugar de concederle una fecha individual a cada show, como ha sido el caso de Bilbao). Después de llevar casi una década con la espina clavada de no haberme animado a ir solo a Zaragoza el 11 de noviembre de 2006 a ver al grupo, ya que me fallaron todos los posibles acompañantes para que el viaje express no hubiera sido tan cuesta arriba/solitario (Alfredo Morales, ¿por qué no te habría conocido unos años antes?), no me lo pensé mucho a la hora de animarme a ir a la capital vizcaína a ver a este grupo que tanto admiro.Además, la cosa se enfocaba como un pack completo: conocer la ciudad durante un fin de semana (ya que no había pisado Euskadi en mi vida) y ver a Kraftwerk. El día que las entradas salían a la venta, según llegué a casa del trabajo a eso de las 15:15h, ni comí: directamente me fui al ordenador a intentar comprar las entradas del 2º concierto, el del sábado 8 de octubre, en el que además el disco protagonista es “Radio-Activity”, uno de mis predilectos del grupo, sino a ratos el que más me guste (ustedes se preguntarán que entonces por qué están ya comentados por aquí “Trans-Europe Express”, “The Man-Machine” y “Electric Café / Techno Pop” y “Radio-Activity” aún no; es una incongruencia que el tiempo terminará corrigiendo quizás no a mucho tardar). Aquí abajo un plano más cercano en solitario de Ralf Hütter.Bien, pues cuando accedo a la web distribuidora de los boletos, me doy de frente en las narices con que las entradas del sábado habían volado ya. Agotadas. El resto de días estaban aún disponibles. Quedaban 2 opciones: o viernes 7 de octubre “Autobahn” o viernes 14 de octubre “Tour De France Soundtracks”. Tras mucho pensarlo, y aunque quizás musicalmente el último disco de estudio del grupo sea el que más me guste de las 2 opciones de show en viernes, me decanté por el mítico “Autobahn”. El motivo fue de hecho el carácter mítico y que de alguna forma ese fin de semana se respiraría el “ambiente Kraftwerk” en Bilbao, cosa que tras terminar el concierto el viernes 14 de octubre, ya se recoge el chiringuito y no hay más. Aquí abajo el aspecto de la entrada del museo cuando llegamos a las inmediaciones antes de la apertura de puertas; ya intuíamos que íbamos a lograr una buena y cercana localización.Cogí las entradas, que no eran precisamente baratas (tengan en cuenta la exclusividad del evento, por lo único y por el reducido aforo -800 personas-), el hotel a un precio razonable (además uno muy bueno de 5 estrellas, el Ercilla López De Haro, a 6 minutos andando del Guggenheim) y el vuelo (con Iberia, llegando con el margen suficiente pero justo para llegar al hotel y salir para el concierto -cruzado de dedos para que no hubiera retrasos-). Todo esto sucedía en marzo, es decir, que mediaba más de medio año entre la preparación del viaje y el desarrollo del mismo. Fue una impaciente espera, mucho más que la que está suponiendo la de The Cure de casi un año hasta el 20 de noviembre del presente año, básicamente porque a mi grupo favorito absoluto será la 3ª vez que les vea en directo, mediando 8 años entre cita y cita (eso sí).Llegó la fecha, el viernes 7 de octubre de 2016. Salí del trabajo con la lógica prisa de pasar por casa, comerme 3 porciones de pizza recalentadas de la noche anterior, coger las cosas y partir hacia la T4 cogiendo el 200 de la EMT, el cual se retrasó en pasar al menos 22 minutos (los que estuve en la parada a la altura de la calle Arturo Soria en la A-2). Llegamos a la terminal más moderna del aeropuerto de Adolfo Suárez-Barajas y pasamos rápidamente por el control. En esos momentos recibí una llamada de mi madre, que no estuvo muy hábil que se diga, que me comunicaba que el gato de mis abuelos había fallecido a sus 16 años (digo yo que sabiendo que me iba de viaje de fin de semana y a vivir algo tan esperado y único, bien se podía haber guardado la noticia para el lunes). Al ver las pantallas informativas, otra mala noticia: retraso de 20 minutos… Como no llegue al concierto les meto una reclamación a la compañía millonaria o les exijo que me paguen el “The Catalogue” completo en la próxima ciudad del mundo donde se haga con plenos gastos pagados. Finalmente no hubo que lamentar heridos y se llegó al aeropuerto de Loiu tan solo 5 minutos más tarde de lo previsto. Bueno, bien. En el avión iba también el humorista Ernesto Sevilla, ante lo cual hice apuestas con mi novia de si él también iba a ver a Kraftwerk (alguna vez en “La Hora Chanante” incluyeron algún tema del grupo en sus sketches); en los conciertos no le vi, pero lo que sí descubrimos es que había un evento cultural en esos días donde tomaba parte. No sé si el bueno de Ernesto también se pasó a ver a los Robots. Por cierto, los aviones de Iberia son más estrechos para el largo de las piernas que los de las low-cost (no lo esperaba); menos mal que un asistente de vuelo muy majo nos dio la opción de irnos a la fila 4 donde el hueco era más amable para un tío de 200 centímetros de estatura como es servidor.Ya había visto con anterioridad cómo se iba al hotel (por lógica derivada de lo justo de los plazos de tiempo), por lo que no tardamos mucho en coger el A3247 y en 15 minutos estábamos en la parada de la avenida Rekalde. De ahí al hotel apenas 5 minutos. Hicimos el check in, nos cambiamos rápidamente (yo me puse un polo completamente rojo y pantalón negro, que es lo suyo), dejamos las llaves clásicas en recepción y salimos escopetados para la puerta del museo. A eso de las 20:25h estábamos en la puerta y había expectación disipada: se situaba un grupo de alemanes de pie frente a la puerta, pero el resto de gente (no mucha en esos momentos) estaba sentada en los escalones del acceso de forma desperdigada sin montar cola. Comenzaron a sonar fuertes bases y era la prueba de sonido. Desde un lateral de la puerta se veía parte del escenario y en concreto a Ralf Hütter (si afinan la vista o amplían la foto de arriba de este párrafo, podrán comprobarlo). Los pocos que estábamos se acercaron donde me puse para ver parte de la prueba.Puntualmente a las 21:15h se abrieron las puertas y la gente empezaba ya a agolparse en la fila. La organización informó de hacer 2 colas: una para los que ya tenían entrada y otra para los que no… Pero, ¡¿no se habían agotado al final todas las entradas de todos los días?! Pregunté a la chica de la organización y me comentó que se había sacado un cupo añadido de entradas para todos los días. A eso le pregunté que si quedaban para el día siguiente, el sábado 8 de octubre de “Radio-Activity” que en su momento, como ya he descrito líneas arriba, volaron. Al rato me confirma que sí quedan.Bueno, tardé no más de un minuto en decidir comprarlas. Esto es una vez en la vida y una ocasión única. Por fortuna, al entrar, tras comprobar el dni y pasar la entrada por el lector (hubo gente a la que no se le leía y que al ver que perdían posiciones se ponían al borde de un ataque de nervios), había otro momento de parón y cola antes de pasar al hall del museo donde se desarrollaba el show y esos 15 nuevos minutos de parón jugaron a nuestro favor para que mi novia pudiera ir a sacar la entrada (por mi estatura si yo perdía la posición es jodido avanzar hacia las primeras filas sin que te intenten matar o te piten los oídos) y no perder el sitio en la cola.Con la felicidad, a coste de 153 euros por las 2 nuevas entradas, de ver que vería a Kraftwerk 2 veces seguidas, pasamos al recinto en sí. Nos dieron las gafas, personalizadas en el estuche con el día, que no en las gafas en sí y nos colocamos en 2ª fila (arriba de este párrafo una foto que nos hicimos antes de que arrancara la música y arriba del párrafo anterior una foto que demuestra lo cerca que estábamos, con apariencia de 1ª fila). Empezaron a vista de 20 minutos del arranque a sonar unas bases marcianas en segundo plano que hacían de banda sonora y a las 22:10h, 5 minutos antes del inicio, se iluminó el telón de fondo de rojo con las siluetas pixeladas de los 4 componentes de Kraftwerk (hay una foto ilustrativa más arriba en el artículo).Y, quizás un par de minutos después de las 22:15h exactas, se apagaban las luces y sonaba el vocoder que da la bienvenida al grupo. Entre la histeria y gran ovación de las algo más (por lo de la ampliación del aforo) de 800 almas que allí nos congregamos, fueron subiendo al escenario los 4 componentes actuales de Kraftwerk con el legendario Ralf Hütter a la cabeza, como líder ya indiscutible desde que Florian Schneider se jubilara en 2009 (el mencionado concierto de Zaragoza de 2006 fue la despedida de Florian en directo, doble rabia de no haber asistido).Arriba un primer plano de Henning Schmitz. Y se arrancó a lo grande con “Numbers” de “Computer World”. Apropiada, por eso de contar hasta el número 8, el número de discos que interpreta el grupo y que sirvió como bienvenida lógica a la semana de evento que Kraftwerk nos ofrece. Los números oscilaban en la pantalla y el efecto 3D se notaba a la perfección viendo como los números se adelantaban y se acercaban hasta tu cara, al igual que también funcionaba la cortina oscilante que a veces se formaba. Acto seguido vino la propia “Computer world”, con un tema visionario en su letra (respecto a la seguridad de internet y el control de datos personales) y con Ralf poniendo en valía su personal timbre de voz.
El comienzo del show se centró en el disco de 1981 y se completó con otros 2 temas. Sin descanso vino “It’s more fun to compute”, que nos sumergió en el primer momento de trance musical de la noche. Se produjo la primera parada de sonido, para recibir un enfervorizado aplauso y posteriormente meterse con “Computer love”, que sonó fabulosa, con un desarrollo instrumental estupendo y que hizo las delicias de todos (de mí el primero); por cierto, aquí arriba les he insertado un fragmento que grabé en video (la calidad de imagen y sonido es horrible, pero es lo que hay).Antes de continuar, aclararles que aquí encima está la foto con el primer plano más cercano y nítido que logré de Ralf la noche que les estamos narrando. Sigamos donde estábamos, la letra de “Computer love”, este tema que inspiró a Coldplay para hacer una de las últimas cosas valiosas de su trayectoria, se proyectaba sobre la pantalla de fondo y Ralf la afrontó en un tono más bajo e íntimo. Intenté contactar con Óscar Cañas, para que escuchara el tema de fondo vía llamada telefónica (él tuvo el detalle conmigo de ponerme al aparato en varios fragmentos del Sónar al que acudió a ver al grupo hace unos añitos), pero no me lo pudo coger.Acabado el bloque de “Computer World” con el completo escrutinio de 4 de sus temas, llegaba la hora de arrancar el Volkswagen Escarabajo de color crema y meterse en la autopista. “Autobahn” era el disco protagonista del noche y se tocaba íntegro.La canción título quizás fue acortada unos pocos minutos (lo cual motivó quejas en algunos seguidores), pero fue una versión generosa en extensión, donde los Mercedes-Benz tipo tanque pasaban adelantando a los Escarabajos y a camiones por la autopista que transcurría por bonitos campos verdes. Finalmente el Escarabajo termina por tomar un desvío y abandonar la autopista, para ceder el protagonismo a un cometa.“Kometenmelodie 1” sonó tan oscura como lo es en estudio. Con un cosmos sobre el telón de fondo y el cometa avanzando de lado a lado, mantuvo en vilo a los asistentes que esperaban el resurgir de “Kometenmelodie 2”. La 2ª parte de “Kometenmelodie” sonó radiante y con una proyección muy acertada del globo terráqueo con el nombre de los estudios del grupo “Kling-Klang” girando alrededor de La Tierra. Apareció una calle, con sus 2 aceras diferenciadas, sus farolas encendidas, que nos llevaban a la medianoche.Y es que “Mitternacht” no sonó mucho antes de las 00.00h y nos sumergió en el otro capítulo oscuro y notable del disco, con sus desgarradores efectos que asemejan siniestros sonidos de animales callejeros. Y tras la aterradora noche, llega la luz del día. Con una aurora proyectada sobre el telón de fondo con colores claros y neutros, “Morgenspaziergang” sonó en versión más electrónica (no se buscó el efecto de flautín del original de estudio) y tristemente mucho más corta (no llegó ni a 2 minutos). Me dio pena, ya que este tema floreado y luminoso, con su melodía de breves notas tan repetitiva, me gusta mucho y creo que quedó algo deslucida, como incluida con desgana, cosa que no sucedió con los otros capítulos del disco. Quise tributar a “Morgenspaziergang” grabándola y ahora aquí insertando el corto desarrollo que tuvo la pobrecita mía en el show.
Pero no había lugar a la queja en ningún sentido, ya que Kraftwerk no pretendían dar respiro. Era hora de dejar ya el disco temático y navegar por otros capítulos de su discografía que ya tendrían su momento en la semana grande bilbaína de los alemanes, pero que ahora sonarían de avanzadilla. Y llegó el momento para mí muy señalado de “Radioactivity”. Comenzó a sonar el “Geiger counter” y enganchó perfectamente con la canción título del disco de 1975. Tras ver el perfil de la época de Ralf proyectado haciendo el playback para el vocoder que menciona el título de la canción, impresiona mucho la proyección con el símbolo radioactivo en el fondo desprendiendo o emitiendo partículas y ver los nombres de las ciudades con centrales nucleares de ingrato recuerdo o que han sufrido de los efectos de la radioactividad impresos en grande en el telón. Sorprendió Ralf cantando la primera acometida en japonés, con la letra también proyectada en 3D. Luego retornó al inglés en el desarrollo espectacular de más de 5 minutos de este temazo absoluto de la discografía de los alemanes. Les dejo a continuación su video completo.
No tardó mucho en llegar la nave espacial y ver cómo se aproximaba a Bilbao. “Spacelab” agrada, con el efecto de ver la localización en vista aérea del Maps (como ya comentó Alfredo Morales en las crónicas en directo de Kraftwerk que ya hay por estas tierras -Lyon 2014 y Grenoble 2015- y cuya foto encontrarán y habrán visto ya párrafos más arriba de este artículo) y luego ver la proyección de la imagen de la ciudad y en particular del recinto con el platillo volante frente al Guggenheim. La imagen de abajo con Hilpert y Schmitz en la misma corresponde a la interpretación de “Kometenmelodie 2”.El disco que fue ligeramente insertado en el set list a salto de mata, ya que por ejemplo, como ya he narrado, todo lo de “Computer World” sonó del tirón también plan temático, fue el trabajo donde precisamente se incluye “Spacelab”. Y se tocó prácticamente completo. La damnificada fue “Neon lights”. “The model”, quizás la canción más exitosa y reconocible de Kraftwerk se situó a mitad del show, sonando rotunda, potente, contundente, con una interpretación musical excelsa en la que Ralf Hutter también supo estar a la altura al micrófono. Para mí uno de los grandes momentos de la noche el que supuso “La modelo”, con las proyecciones de modelos de hace años, al estilo del videoclip clásico de la canción. El sonido del video está saturadísimo por la calidad de la videocámara de mi tlf. móvil, pero si lo desean pueden darle al play y hacerse una vaga idea de lo que fue “The model” el pasado viernes 7 de octubre en el interior del museo Guggenheim.
Unida a estas 2, sonó la absoluta “The man-machine”, con su laberinto de letras oscuras y rojas en las proyecciones y que inevitablemente me evocó a esa improvisación de final de programa que hicimos en la radio hace unas temporadas; ¿cómo? ¿Que no lo han escuchado aún? Pues vayan a este enlace y luego nos cuentan.Encima de estas líneas pueden comprobar un momento de “The man-machine”. Y tras el núcleo compacto de 3 temas de “The Man-Machine”, comentemos ahora los versos sueltos del mismo en el listado. Antes de los bises llegaría “The robots”, si bien en su versión de “The Mix”. Los robots ya no salen presencialmente, sino que salen bailando en las proyecciones del telón de fondo; una pena. Debajo del párrafo una foto de “The robots”.Completando el repertorio de “The Man-Machine”, la glorificada con el hecho de ser parte de los bises fue “Metropolis”. Con sus proyecciones geométricas asemejando un laberinto de rascacielos, supuso el momento de reentrada del grupo tras abandonar el escenario durante apenas un minuto. Seguimos poniéndoles fotos de momentos del concierto; ahora una de lo que comentaremos en el siguiente párrafo.En plan suite, o al menos tocado seguido, sonaron los sectores dedicados a “Tour De France Soundtracks”, donde se tocó la propia “Tour de France” y varias de sus etapas, destacando para mí “Tour de France étape 2” (por cierto, ahí es donde más humano se vio a Ralf, que se atrevió a moverse y bailar más de lo que es habitual en su rictus y pose en escena) y el capítulo dedicado a “Trans-Europe Express”, con la propia canción título (con expreso nocturno yendo de lado a lado del telón atropellando todo lo que se le pusiera por delante) y unida a ella el “Metal on metal”, que aprovechó sobre todo cuando el tren atravesaba puentes de complejas estructuras metálicas. Abajo vemos el expreso arrollando al bueno de Hilpert.Y la última suite, tras el otro tema incluido en los bises tras el re-arranque de “Metropolis” que fue “Planet of visions” (ese tema derivado del “Expo 2000” que el grupo hizo en su día), la supuso el disco de 1986 “Electric Café / Techno Pop”. No fue mucha sorpresa que el grupo acabara con ello (no sé cómo lo harán esta noche, que es su día temático). Se tocó lo que es la cara “a”, con su orden lógico “Boing boom tschak” (que sonó especialmente monumental), “Techno pop” y “Music non stop”. Las notas musicales fluían sonora y visualmente, con corcheas yendo y viniendo desde el telón de fondo.Poco a poco los componentes de Kraftwerk se fueron marchando uno a uno, cosa habitual en el grupo. Dejaban su puesto y se situaban en el lateral derecho del escenario (según se miraba al mismo), iluminados con un foco de luz blanca, el cual les mostraba su mueca más humana y agradecida a la hora de afrontar el aplauso de los devotos. El primero en marcharse fue Falk Grieffenhagen, quizás el más serio y de gesto más sibarita y estirado en su puesto (su mirada de desdén al hacer sus trabajos en sus controles la verdad es que le va muy bien a Kraftwerk). Ocupa el puesto que antes tenía Florian Schneider y dejó tras su aplauso a 3 en escena. Aquí abajo un primer plano de Falk.Fritz Hilpert, en la imagen inferior de este párrafo, fue a quien tuvimos justo delante de nuestras narices durante el show. Serio, pero quizás el más relajado de los 4, cumplió sin fallos y se marchó a su debido tiempo dejando solos en escena a Henning Schmitz y a Ralf Hütter. Schmitz, serio hasta el extremo, fue el que menos tiempo dispuso para hacer su solo de programaciones, se marchó y dejó a herr Hütter solo en el escenario (muy simbólico, por eso de ser el último miembro clásico del grupo que queda). Tras su solo, Ralf dijo “good night, buenas tardes, auf wiedersehen”, se marchó a la posición de despedida, reverenció al respetable y se marchó.Más de 2 horas de show. Alguien comentaba por allí que el show rondaría la hora y media (por fortuna se equivocaron), en concreto 2 horas y 6 minutos de música inmortal y unas proyecciones muy adecuadas para representar los conceptos musicales de Kraftwerk y que funcionaron en 3D bastante bien. El sonido fue muy bueno. Contundente, de potentes bases y muy perceptible sobre todo cerca del escenario, tal como me comentó uno de los chicos alemanes que estaban delante mía en primera fila. No obstante, hay que apuntar que si quieres disfrutar mejor las proyecciones, mejor que estar en 1ª o 2ª fila es situarse centradito en una 6ª-8ª fila; por cierto, mucha gente a ratos prescindía de la gafas. Yo no me las quité ni un segundo, solamente alguna vez miré por debajo de las mismas para notar las proyecciones sin el efecto, pero no tenía lógica, además que te puede suponer cierto mareo verlas sin esas gafas por su lógica distorsión al vivo. Abajo Ralf cuando se quedó solo en el escenario.Nos marchamos emocionados. Nos hicimos un par de fotos, gafas puestas, en mitad del hall y nos fuimos a buscar un sitio donde comer. La gente devoraba el merchandising (me vino a la mente, por si ya no hubiera venido a mi mente lo suficiente durante el día, mi buen amigo Alfredo Morales, habitual cliente de los puestos de recuerdos de Kraftwerk) y nosotros nos fuimos a un sitio de kebabs justo cruzando la acera de enfrente del museo, donde repusimos fuerzas e intentamos ir afianzando las sensaciones vividas tan intensas entre bocado y bocado, con “Pulp Fiction” en La 1 de la televisión del local y con una conversación con Óscar Cañas que quería agradecerme que le hubiera puesto a la escucha de parte de “Trans-Europe express” y “Metal o metal” (intenté previamente contactar con él por teléfono para “The man-machine”, pero no fue posible, con lo que fue Mariano González al que acerqué a ese momento del show sonoramente hablando). Vean aquí abajo otro pasaje de los bises, el de “Metropolis” con Fritz y Falk en la imagen.Llegamos al hotel con la alegría enorme de saber que nos quedaba más y que en apenas 21 horas íbamos a vivir otra vez el espectáculo con cambio de disco temático. La sensación que tenía en aquel momento era la de haber vivido uno de los mejores conciertos de mi vida y en estos momentos, 5 días después, sigo teniendo la misma idea. Este show se va a situar en mi memoria junto a los que he vivido de The Cure en La Riviera en 2000 y en el Palacio de los Deportes en 2008, el de Morrissey en el último recinto citado hace casi justo 2 años, los 2 de Spandau Ballet (en 2010 en Vistalegre y 2015 en el Barclaycard Center), Arcade Fire en el Palacio de los Deportes, The Killers en Las Ventas en el Pepeworld Festival de 2007 y el de OMD en la sala Arena.Y, lo dicho, aún quedaba más en ese fin de semana para mi historia personal. Lo vamos a narrar en 2 etapas. Será la próxima semana cuando narraremos las vivencias del sábado 8 de octubre de 2016. Les prometo que habrá cosas interesantes que podrán leer. No se lo pueden perder. De momento creo que les será suficiente estos días con esta extensa crónica que he disfrutado tanto escribiendo rememorando lo que viví hace unos pocos días y que llevaba casi una década esperando la ocasión perfecta después del aborto de “expedición Zaragoza” del 11/11/2006. Y algunos afortunados esta noche vivirán el show en el mismo recinto que tributará a “Electric Café / Techno Pop”; ¡qué suerte!, si bien yo tampoco me voy a quejar.