La crisis no parece afectar a Coldplay, ya que en apenas una hora, se agotaron todas las localidades del concierto el día que éstas se pusieron a la venta; una euforia que también se trasladó al precio que las mismas alcanzaron en el mercado secundario o en la tarde de ayer en la inmediaciones del coso venteño, que pocas horas antes se había vestido de luto para despedir al gran maestro Antonio Chenel “Antoñete”. Y por si todo esto fuera poco, Chris Martin y sus chicos se unieron a ese estado de incontinencia positiva, ofreciendo a sus incondicionales fans, un recital pletórico de entusiasmo, que el grupo concibió como una colorida fiesta musical y multimedia con el objetivo de que nadie saliera defraudado, ni el público asistente ni el que siguió el concierto a través del canal de youtube que habilitaron. En una época global como la que vivimos, espectáculos concebidos y ejecutados para un público masivo, deben comportarse como tales, y quizá por eso, el concierto que anoche ofreció en Madrid el grupo británico Coldplay, más que servir para presentarnos su último disco Mylo Xyloto (sólo un tercio del setlist se paró en el disco), se convirtió en una nueva demostración del poderío y capacidad de convocatoria casi mimética, que en la actualidad profesan estos no tan jóvenes músicos británicos, que ayer presentaron una vez más, su candidatura a ocupar el primer puesto del ranking de giras mundiales, con la intención de arrebatárselo a los mismísimos U2.
De ahí, que no es de extrañar que la intro del concierto fuese Back to the future, como una metáfora en la que Coldplay nos intenta llevar hasta un espacio en el que el futuro (Mylo Xyloto) y el pasado (el repaso a sus grandes hits) se dan la mano, con la intención de convertir a sus actuaciones, en un estallido de alegría incontenida e incontenible, donde además de la música, también adquieren protagonismo los efectos especiales y la disposición de un escenario preparado para hacer las delicias de sus seguidores, que no dejaron de divertirse desde que comenzaron a sonar las primeras notas de Hurts like heaven; una canción que abrió el setlsit del concierto, sólo perturbado por un mini documental sobre Mylo Xyloto, que le precedió. Un tema que fue continuado por Yellow y con el que Coldplay se ganó al público, que lo coreó ampliamente y que al final provocó el primer (de un interminable) ¡gracias! de Chris Martin (se nota que Gwyneth Paltrow y sus hijos, cada vez más, le enseñan un mayor número de palabras en español), que se fundió con un ¡cantamos! cuando se inició On my place, que de nuevo el público hizo suya y que arrancó de Chris ¡Madrid, eh, oh yeah! Y que finalizó con un ¡muchísimas gracias! y con Martin y Jon agarrados sobre el escenario.
El primer parón lo invirtieron los británicos para tocar otra canción de su nuevo cd, Major minus y que Martin comenzó (ya embalado en su castellano) con un ¡Buenas noches, amigos!, estamos muy contentos de estar aquí en Madrid con vosotros (una declaración que no llegó a la contundencia con la que Bono se expresó en su concierto de 1987 en el Santiago Bernabeú cuando dijo en voz alta eso de: por qué demonios no hemos venido antes aquí), pero fuera agradecimientos y anécdotas del pasado, este nuevo tema se mostró como una canción dinámica y con mucha más presencia de guitarras, donde se produjo un claro guiño a The Edge de U2 (por si ya fueran pocas las comparaciones con el grupo irlandés), y que fue capaz de crear una atmósfera envolvente que se rompe con un torbellino más potente al final de la misma, muy cercano al rock. Después sonaron Lost!, The scientist, Violet hill y God put a smile upon your face, hasta recalar de nuevo en Mylo Xyloto con Paradise, un claro single, pues los potentes teclados del inicio, son los típicos marca de la casa; un tipo de interpretaciones a medio tiempo que tan bien ejecutan Coldplay, y que sirvió para inundar de mariposas el escenario, en una suerte de paraíso musical y del otro (puro hedonismo), que les lleva hasta Up in flames; una balada de piano con batería electrónica de su nuevo disco, que fue el puente perfecto para continuar con The Kingdom come que acaba con un oé, oé colectivo y que se transforma en un olé, olé muy taurino. Politik se enlaza con ¡Viva la vida!, donde Chris Martin de nuevo se pone su cazadora militar estilo graffitero (nada queda al libre albedrío en el concepto global de este grupo), que suena mucho más potente que en el disco, al sustituir las cuerdas de los violines por las de las guitarras y los sonidos de los teclados (puro epicismo sonoro) y que tras un multitudinario Oh, oh, oh, oh, acaba con Martin en el suelo, para dar paso a los coros del público mientras pronuncia la archiconocida frase ¡muchísimas gracias! que funde con otro nuevo tema, Charlie Brown, en el que le pide al público ¡saltar, por favor!; un tema donde regresan los ritmos rápidos que se congelan con los medios tiempos en los que Chris Martin se recupera del resuello de su voz, y que además, nos sirve para apreciar el sonido de fondo de los teclados, muy característico de los nuevos temas de Mylo Xyloto, sonidos que insisten en esos espacios vacíos que se rompen con las guitarras y que tan bien les funcionan a Coldplay, que con Life is for living serenan el ambiente hasta que se despiden con un ok, ¡good bye!, que a los allí presentes se les hace insuficiente, porque la ausencia del grupo, hace que las Ventas se llene de pañuelos blancos a coro con un oé, oé, oé, oé…
…que se interrumpe cuando suenan los acordes de Clocks y el ¡gracias! de Martin, que tiñen de un rojo muy taurino el escenario de la plaza de toros, que sólo es violado por la voz intensa de Chris Martin y el incesante aporreo de sus manos sobre el piano; que se funden con el tema Rehab en un claro homenaje a Amy Winehouse (I say no, no, no) y sirve de arranque a Fit you, lo que de nuevo resucita los sonidos más épicos del grupo, donde un intenso piano se funde con las guitarras y un apoteósico final, mientras Martin pinta un graffiti con el nombre de Madrid hasta que suenan, primero M.M.I.X, y después, Every teardrop is a waterfall (primer single de Mylo Xyloto) que con Io, io, io nos lleva a ritmos basados en el piano eléctrico y unas guitarras muy escocesas, que nos retrotraen a los matices más anglosajones de una banda que maneja a la perfección los códigos genéticos de sus orígenes como grupo, sin olvidarse de su cara más épica a ritmo de oh, oh, oh, lo que permite a Chris Martin soltarse a bailar por todo el escenario y al que acompañan unos fuegos artificiales y un ¡good night, thank you!
No contentos con lo que han visto y disfrutado, sus fans les reclaman con el oh, oh, oh de ¡Viva la Vida! marcándose un coro colectivo que llena todos los recovecos de la plaza de Toros de Las Ventas, al que añaden unas palmas muy taurinas para que regresen al escenario, y un otra, otra, otra con un espontáneo Ritmo, ritmo de la noche, que supuso el final de la retransmisión del concierto por youtube.
En definitiva, Coldplay se muestran como un gran espectáculo de entretenimiento global y no sólo musical, con el que intentan subir a lo más alto del pódium de los espectáculos musicales llena-estadios (o plazas de toros). ¿Y en lo estrictamente musical?, pues ahí, nada nuevo.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel
Foto: LivestreamVEVO).