¡Hola de nuevo! Después de dos años maravillosos y un verano emocionalmente intenso, vuelvo al aula. Muchos ya sabéis que después del permiso de maternidad de Inés, mi segunda hija, decidí coger una excedencia. No quería perderme unos meses tan importantes para su crecimiento, quería ser yo la que le acompañase en sus primeros logros, la que le enseñase a comer, a dormir, a jugar...y recibir todos sus abrazos. Quería escuchar a mis dos hijos y jugar con ellos sin tener en la cabeza lo que me había pasado en el trabajo. No quería que el tiempo con mi familia no fuese de verdad para ellos y estuviese aún más cargado de tareas por hacer. Estar en el parque con la mente sólo puesta en cómo juegan con la arena es algo que no se paga ni con el mejor sueldo del mundo.
A pesar de no haber dormido ni una sola noche más de tres horas seguidas ha sido uno de los mejores años de mi vida. En mi entorno no era habitual. La inercia nos empuja a ponernos a trabajar a los 5 meses de dar a luz a nuestro bebé. Y esa inercia me hizo tener que justificar bastantes veces mi decisión. Escuchaba "¿Ah si?¿y eso?". Y a mi me parecía que quedarme con mi bebé era lo más natural del mundo. Me daba rabia sentirme cuestionada y a la vez escuchar continuamente la palabra "conciliación". Y mientras explicaba por qué quería estar sin trabajar un tiempo pensaba que mientras como sociedad no cambiemos la mirada hacia el tiempo dedicado en exclusiva a la crianza, no va a existir una conciliación real.
Proliferan las extraescolares para niños cada vez más pequeños (incluso para bebés), empresas que los recogen del cole y los "cuidan" hasta que los padres llegan de trabajar, se amplian las jornadas escolares por la mañana y por la tarde y se reducen las vacaciones de los más pequeños. Eso no es conciliación. Conciliación es que los horarios laborales y vacaciones estén organizadas de tal manera que uno de los progenitores pueda estar con los hijos la mayor parte del tiempo. Pero para eso, en las conversaciones de la calle debe haber una indignación hacia las empresas y organismos que nos dan trabajo por tener jornadas partidas que acaban demasiado tarde o poco flexibles para adaptarlas a los horarios escolares, por dificultar la asistencia a reuniones en los colegios o dar pocas opciones ante la necesidad de quedarse en casa con un hijo enfermo. Que haya colonias urbanas en los colegios durante los meses de julio y agosto es un parche que nos va ayudando mientras esperamos una solución, pero no es en absoluto una medida conciliadora ni la mejor opción para nuestros hijos.
Conciliación tampoco es que haya escuelas infantiles gratuitas de 0 a 3 años. Eso es igualdad. Y está muy bien que todos los niños tengan acceso a la educación infantil independientemente del nivel económico de su familia. Pero conciliación sería que en ese intervalo de edad tan determinante, los niños pasen más de 16 semanas con su mamá o papá. Es verdad que en este sentido se está avanzando al dejar que el padre pueda tener su permiso a lo largo del primer año pero sigue habiendo sectores de población en los que no ha calado la importancia de esta medida y se sigue viendo como una moda o un "capricho feminista".
Cuando han llamado alguna vez a mi excedencia "año sabático" o me han dicho directamente que puedo aprovechar para estudiar algo, pienso que la conciliación está muy lejos. Porque para que se implanten más jornadas laborales cotinuadas, más horarios flexibles, más teletrabajo,...; primero tenemos que ser conscientes de que criar/educar a un niño es un trabajo altamente determinante para las personas (y futuros trabajadores) y totalmente absorbente y agotador para el que lo lleva a cabo.
No puedo terminar sin rozar la parte económica de la conciliación. En mi opinión una de las medidas más importantes que facilitarían la conciliación real sería la implantación de una jornada continuada en la mayor parte de los trabajos y la flexibilidad para distribuír las horas de trabajo a lo largo del día cuando sea posible. Pero mientras esto va haciéndose de forma generalizada, la conciliación va unida a una renuncia económica por parte de los trabajadores. Es cierto que en algunos casos es imposible estar algunos meses sin cobrar un sueldo o sacrificar la parte correspondiente a una reducción de jornada. Pero también creo que debemos revisar el modelo de consumo que estamos alimentando como sociedad. Se ha avanzado mucho en la reutilización de productos y la compra-venta de segundamano se empieza a normalizar. Pero aún así, por poner un ejemplo, ¿nadie más piensa cuando va a un centro comercial quién compra tantísima ropa cada temprada? ¿Podemos hacer un consumo más racional?
Antes del verano, Pablo me preguntaba de vez en cuando: "Mamá, ¿cuándo podremos jugar muchiiisimo rato en casa? pero muchíiisimo, ¿eh?". Mientras me duchaba pensaba cuándo sería el próximo día que podría jugar muchíiissimo rato con él y entre médicos, vistas de familia, reunión en la escuela infantil de Inés, etc.; ya no será hasta el domingo por la mañana. Quedan 7 eternos días. Siete días de prisas, de tirar de él, de cortar su juego antes de que se agote. Me duele en el alma. Nos tiene que doler a todos. Sólo así habra CONCILIACIÓN.