En mi trabajo fin de máster defendido muy recientemente investigué y reflexioné acerca de la conciliación vida personal, familiar y laboral. ¿es importante lograr la conciliación? ¿es factible? ¿deben las empresas o el estado ocuparse de facilitarla? estas y muchas preguntas rondan a través de mi investigación. Es mi intención poco a poco ir compartiendo con ustedes algunas ideas concretas, algunas de las cosas que aprendí y que opino al respecto.
Parece básico como punto de partida, reflexionar porqué nos referimos a la familia y al trabajo, si la vida de la persona es mucho más que eso ¿no les parece? Creo que es muy importante no olvidar nunca que familia y trabajo son sólo dos dimensiones de la vida de la persona, aunque dos dimensiones prioritarias a las que el ser humano normalmente dedica mucho tiempo. Cuando hablamos de la necesidad de integrar los diferentes ámbitos de la vida, nos referimos a éstos, pero sin dejar de lado otros como el espiritual, el comunitario, el recreativo, el social (aunque no solemos nombrarlos). Como compartiré más adelante, el objetivo último de la conciliación es la felicidad personal (sí!! la felicidad personal!). La felicidad no se alcanzará si no tenemos en cuenta la integralidad de la persona, es decir, al ser humano en todas y cada una de sus dimensiones.
En mi investigación he descubierto –con un poco de decepción- que en la práctica hay grandes incoherencias respecto al verdadero sentido de la conciliación. La implementación de algunas políticas de flexibilización parecen a veces orientadas a que el empleado trabaje más tiempo y más intensamente, y no a la búsqueda de armonizar las diferentes instancias de su vida. Por otro lado, grandes empresas que se jactan de cuidar a sus empleados y promover la conciliación, al fin de cuentas sólo ofrecen aquello que está legislado y calculan indicadores de conciliación que no son del todo claros. O simplemente buscan un poco de imagen corporativa … y es que hoy día, en algunas empresas la conciliación parece más una cuestión de moda que una cuestión de principios. Las empresas que así lo piensen, están condenadas de antemano a no lograr la conciliación de sus empleados. Fracaso asegurado.
¿No os parece?