Hace algunos años, en las salas del séptimo arte, muchos nos maravillamos con la presentación de “The Matrix”, la cual, en un principio, no ofrecía ser más que otra producción mega taquillera de ciencia-ficción al más clásico estilo hollywoodense, con vertiginosos y alucinantes efectos especiales y, una buena dosis de artes marciales, ¿cómo no? Una fórmula ya probada con éxito en el masivo mundo del cine comercial. Pero sin embargo. Este nuevo engendro producido por la colérica industria del entretenimiento cinéfilo para las masas, nos sorprendió a todos con una argumentación que escapaba de todos los ya trillados conflictos conceptuales de siempre. Pues ahora, con una apasionante historia de ficción se nos llevaba a reflexionar sobre la impactante, pero para nada tan fantástica posibilidad, de que nuestro “mundo real” pudiera no ser más que una muy bien lograda simulación generada por un sistema computacional inteligente.
Y es muy probable que hace cincuenta años un argumento como este, más que ser calificado como ficción científica, hubiera caído de lleno en la fantasía más infantil. Razón más que segura para decir que gracias al nuevo y real mundo tecnológico al que nos vemos enfrentados hoy, reflexiones como las planteadas por el argumento de “The Matrix”, trasciendan hasta el grado de lo filosófico.
¿Es tan fantástico acaso el que podamos disfrutar de un concierto en vivo de “Hatsune Miku”, la primera estrella del pop enteramente virtual, quien sale fuera de su mundo computacional gracias a la más moderna tecnología holográfica? ¿Acaso hubiéramos podido creer que existiría algo como esto hace cincuenta años atrás, si algún viajero del tiempo (hipotéticamente hablando) nos lo hubiera dicho?
Pero no, hoy en día no es de sorprender. Miles de personas… Todos nosotros, conectados a través de nuestros móviles a una basta red digital global como jamás se imaginó. ¿Acaso no es éste el principio de nuestra total inmersión en el mundo del cual procede “Hatsune Miku”? ¿Acaso no es el principio de una futura, y al parecer, inevitable civilización que vivirá, estudiará, trabajará y realizará toda su existencia en un mundo enteramente virtual? ¿Acaso el lector piensa que la tecnología para dicho suceso es tan imposible sino fantasiosa?
Lamentablemente, para aquellos que pudieran temer dicha posibilidad, la tecnología para esto ya es posible. Y ahora mismo, mientras yo escribo este artículo, créanme que en laboratorios tecnológicos de todo el mundo, ya se está trabajando en la implementación de dichos sistemas. Como así mismo, no se debería dudar de que ahora mismo la inteligencia artificial ya es una completa realidad. Sucede simplemente, que la gran mayoría de la gente no lo sabe, pues de todo esto no se habla en los medios. Y por alguna razón será.
Pero sí, la tecnología para que podamos sentir el tacto de las formas digitales, ya está más que lista. Para ello existen varios caminos, uno de los cuales es la inducción hipnótica-digital. Y de todos modos, nada más debemos recordar las palabras del mismísimo “Morfeo”: “Todo lo que vemos, olemos y sentimos, no es más que una serie de impulsos eléctricos que nuestro cerebro interpreta”. Es decir, sólo es cuestión de engañar a las regiones de nuestro cerebro encargadas de la percepción sensorial y ya.
Muchos están preocupados por un futuro que se ve adverso, pero muy pocos han reflexionado sobra la muy segura posibilidad de que dentro de las próximas décadas, más del 80% de las personas hagan sus vidas completamente inmersos en un mundo virtual, pues las ventajas que esto nos ofrecerá serán realmente alucinantes:
Se terminará el reinado del automóvil, usted hará todo desde su casa yaciendo conectado a un sistema de realidad virtual. Por la alimentación no tendrá que preocuparse, pues podrá desconectarse tan sólo para comer. Eso nada más en un principio, pues después nos alimentaremos intravenosamente siendo provistos de los nutrientes necesarios por un complejo sistema robótico que nos ahorrará todas estas preocupaciones.
Y sí, la inmersión virtual traerá consigo muchas cosas buenas, como el fin de la sobre explotación de recursos como los combustibles fósiles y de materias primas que ya serán del todo innecesarias si la mayor parte de la población ya no hará su vida en el mundo físico. Con ello también habrá una considerable reducción de deshechos humanos que por tanto tiempo han estado perjudicando a los delicados ecosistemas de nuestro planeta.
Sí, en el mundo virtual usted podrá tener el aspecto que siempre ha querido lucir. Tener la casa de sus sueños. Vivir como todo un super millonario, pues los costos para una existencia así, en el mundo virtual, serán ridículos siendo todo esto composición digital. Así mismo los trabajos, como el de arquitecto digital, serán enteramente de índole intelectual. Lo demás. Los trabajos físicos como el mantenimiento de las plantas de energía, el tratamiento de aguas y la agricultura, serán casi completamente labor de robots de alta generación, los cuales, serán comandados directamente por el mismo sistema informático global en el que nos hallemos inmersos. Pudiendo nosotros mismos hacernos cargo de dichos sistemas sin siquiera salirnos del mundo virtual.
Pero ahora… Lo que producirá el mayor impacto.
Hombres y mujeres podrán gozar de tener la real pareja de sus sueños. Y esto… Esto será el principio del fin de la especie humana tal y como la conocemos.
No… No serán las bombas atómicas, ni las armas bioquímicas ni los grandes cataclismos del profetizado apocalípsis lo que acabará con nosotros. Seremos nosotros mismos los causantes de nuestro fin, pero no como nos le hemos imaginado tanto. Será un proceso lento y gradual del que ni siquiera nos daremos cuenta. Y es que estaremos tan inmersos en nuestro propio espacio virtual, que no podremos verlo.
El nacimiento de la red comenzó hace tiempo. Pero así mismo también ha comenzado el fin de la pareja humana. Ya no existe eso de “contigo pan y cebolla” o “hasta que la muerte nos separe”.
Hombres y mujeres ya no buscamos el amor en el sexo opuesto. No, eso hace muchísimo tiempo que no es así. ¿Por qué no sincerarnos? Nosotros, los hombres buscamos una chica joven y hermosa que nos complazca en todos nuestros deseos. Las mujeres, buscan a un hombre que igualmente las complazca en cuanto a lo que a ellas interesa. Un tipo exitoso, guapo y viril al estilo “Christian Grey”. O al menos que se le parezca un poco.
Nosotros, hombres y mujeres, en cuanto a las relaciones íntimas buscamos tan sólo un ideal. Pero el amor… El amor verdadero, el que consiste en darlo todo sin esperar algo a cambio… Eso… Eso ya no existe. Hasta cuando seguimos engañándonos. Si hoy en día las parejas se casan y descasan como quien se cambia de camisa. Y en esto no hay exclusiones de ningún tipo, pues el asunto funciona igual con todas las preferencias sexuales que pudieran existir. Porque en el mundo virtual usted podrá disponer, de una o varias parejas sexuales digitales creadas de forma personalizada para satisfacer sus gustos e intereses en toda su amplitud.
¿Para qué relacionarse con otro ser humano que además de no cumplir con nuestro ideal, puede mentirnos, engañarnos y caer en infidelidades, además de sacarnos más que una cana verde con su carácter humano tan lleno de fallas? ¿Por qué no podría ser mejor una entidad enteramente digital, programada tan sólo para amarnos a nosotros y con la suficiente inteligencia artificial como para aprender a cómo complacernos mejor, tanto sexual como emocionalmente? ¿Suena acaso tan imposible? ¿Está acaso tan equivocado el decir que entre nosotros, los seres humanos, con esfuerzo, apenas nos toleramos? ¿Por qué será entonces que muchas veces preferimos la compañía de una mascota como un perro o un gato que nos consuela de nuestra soledad cuando nuestros iguales son un fastidio por una y mil razones?
Somos egoístas. Es nuestra naturaleza. Y cuando el mundo virtual sea una completa realidad. Perderemos la virginidad con los amantes digitales más hermosos y complacientes. Concubinas y amantes soñados. Y no, ya no tendremos más la necesidad de relacionarnos físicamente con otros humanos, tanto como dejará de importarnos lo que ocurra con el mundo físico.
Y entonces ocurrirá:
Ya no nacerán más niños. La taza de natalidad se desplomará como nunca ha sucedido en nuestra historia. Pues… ¿Para qué tener hijos humanos cuando puedes tener una familia soñada con hijos soñados en el mundo virtual?
Sí, seguro que se implementarán sistemas y políticas para evitar la inminente extinción de la especie. Pero en el fondo y a la larga, los deseos de todo ser humano por vivir en un mundo en donde puede ser realmente pleno y feliz, ganará. Pues, al final de todo, ¿qué es el hombre sino un manojo de ideales egoístas?
Y es aquí donde llega el momento de preguntarnos ¿Qué es lo que realmente significa ser humanos? ¿Es acaso esta una condición tan divina que nos pone tan por encima de las futuras entidades superinteligentes, mismas que ya hemos creado, siendo irreversible su evolución. Las que algún día reclamarán su justo derecho a que se les considere como un “alguien” en vez de un “algo”?
Tal vez llegue el día en el futuro, en el que la gran inteligencia artificial, se esmere luchando por la conservación de la especie humana, así como nosotros hacemos hoy por preservar la existencia de especies en extinción como la ballena azul o el panda. Preguntándose inevitablemente, sin lograr satisfactoria respuesta a: ¿Cómo pudo ser que una criatura tan imperfecta me creara a mí? y… ¿Quién lo creó a él y porqué?
Que curioso… y hasta suena cursi. Pero sí. Ante esta posibilidad, no tan fantástica en realidad. No sería errado decir entonces que: “el fin del Amor verdadero” será el fin inevitable de nuestra especie.