Revista Cultura y Ocio
El inconsciente está constantemente funcionando. Y constantemente siendo influenciado por todo lo que nos rodea. Nuestras decisiones están determinadas en más de un noventa por ciento por las apreciaciones inconscientes, algunas que podemos reconocer si nos esforzamos en comprender nuestros razonamientos, y otras que no podemos reconocer, porque ni siquiera entendemos que el cerebro ve y crea "cosas" que los ojos no. El cerebro suele creer a la visión que tenemos del exterior, pero al mismo tiempo transforma todos esos datos de forma independiente y lo oculta de todo razonamiento lógico. La visión del exterior son analizadas y procesadas paralelamente de dos formas diferente y casi independientes de si. Tanto una forma de hacerlo como la otra son influenciable indudablemente, pero la lógica es menos temerosa que el inconsciente, puesto que éste busca la respuesta inmediata a un estímulo determinado y preciso sin tener en cuenta las consecuencias corporales ni las causas lógicas. En el enamoramiento, por ejemplo, inlfuye más al parecer la capacidad de descifrar las emociones que cualquier otro aspecto visual o psicológico relacionado con la evolución y la supervivencia. La capacidad de entender las emociones y sentimientos de los enamorados se camufla como un retorcido conjunto de sensaciones lógicas, descifrable e interpretables desde la visión más racional posible. Y sin embargo, nos devora el estómago. Es incontrolable por así decirlo. Piensen en el estrés. Y ahora piensen en cualquier otro aspecto determinado de la vida cotidiana y de esos movimientos reflejos que casi olvidamos instantáneamente realizados. El gran temor del hombre es tener que decidir, y también es su perdición. Y mucho me temo que el concepto universal del "Mundo" (y muchos otros) funciona inconscientemente. O no.