Conduciendo en Italia
Después de pasar taitantos meses es Milán y de no haber querido nunca coger un coche, el fin de semana pasado vencí mis miedos y ya puedo decir que he conducido en Italia. Sí, miedos no por mí claramente, sino por el resto de conductores locos que hay sueltos por las carreteras, que era mi gran pavor.
Tras la experiencia, aunque no entré en Autovía que es mi asignatura pendiente, he de decir que se puede conducir en este país. Hay que ir atento eso sí porque los adelantamientos ilegales y las rotondas donde todos los coches se meten por donde no deben, hacen que vayas con la adrenalina al 200%. Pero no ha sido un drama, he de ser sincera.
Cogí el cochecito y hacia un centro comercial que me fui sin que la carrocería sufriera ningún daño, todo una proeza señores. Pero lo importante es arriesgarse y perder el miedo. Algo imprescindible en mi caso que vivo aislada en un pueblito que sólo me permite moverme en tren (y como siempre he dicho, el tren a ciertas horas mejor olvidarlo).
¡Lo conseguí!
El centro de Milán de momento también lo dejo como asignatura pendiente porque eso sí que es un caos de los buenos, de los de la lista top 10 de riesgos a intentar evitar, ya que el conductor en Milán se vuelve loco, literalmente loco. Entre las motos que se cuelan por todas partes y que son imposibles de ver hasta que las has atropellado, los peatones que se lanzan a cruzar por donde no deben y los “caga-prisas” que en cuanto no apretas el acelerador y te pones a millones de revoluciones en cuanto asome el verde del semáforo… la cosa se pone peligrosa para una conductora con pavor a Italia como yo. Pero algún día lo haré porque el 2014 está hecho para correr un poco de riesgos ;-).