por Sergio Valdivia
Supongamos que conduce un automóvil. Tiene que ir a un lugar importante para usted y no debe demorarse mucho. Está muy motivado para llegar porque logrará una gran satisfacción personal. Entonces, pisa el acelerador para ir a una velocidad adecuada y no demorarse más tiempo del necesario. Al mismo tiempo pisa el pedal del freno constantemente. Como resultado, el vehículo interrumpe constantemente su avance, a veces el motor se detiene, los neumáticos se recalientan por la fricción, gasta en exceso combustible y en estas condiciones, difícilmente llegará donde quiera. Y si lo hace, demorará mucho tiempo con un gran gasto de dinero y probablemente arruinando el vehículo. ¿Conduciría un vehículo de esta manera? Seguramente que no. Sin embargo, la mayoría de las personas conducen su vida de esta manera. Quizás usted lo esté haciendo a veces, sin darse cuenta.
Si piensa en alguna meta que quiera conseguir y se observa a sí mismo durante unos días, encontrará ciertas resistencias. Pueden surgir frustraciones, miedos inseguridades, molestias y otros sentimientos perturbadores. Todos ellos generan resistencia en su mente, en sus sentimientos y en sus esperanzas. Pueden incluso destruir la confianza en sí mismo. Esta resistencia detiene su energía y su motivación. Puede llegar a paralizarle u obligarle a emplear una gran cantidad de energía y esfuerzo para perseverar en el logro de su meta.
Esto es como presionar el pedal de aceleración de su vehículo para hacer llegar más y más combustible, pero al mismo tiempo presionando el pedal del freno. Así no está dejando fluir, provocando en cambio una peligrosa resistencia que terminará por dañarle y por agotarle. No es extraño que muchas personas en estas situaciones se enfermen física y mentalmente. Es muy estresante y frustrante gastar energía para avanzar y al mismo tiempo frenarse.
Si quita la resistencia, puede avanzar rápidamente hacia donde quiere ir. Para lograr sus metas, tiene que quitar las resistencias. ¡Tiene que soltar el pedal del freno mientras acelera!
Esos sentimientos de miedos, temores o frustraciones impiden actuar libremente y moverse hacia delante en la vida. Son los sentimientos lo que impulsan a la acción. Todo lo que usted se decide hacer es porque siente emociones y sentimientos que le impulsan a ponerse en acción. Así también, son los sentimientos los que le paralizan y le impiden hacer algunas cosas. Las motivaciones, emociones y sentimientos son el combustible de su vida, son su energía. A veces le llevan adelante, otras veces le hacen retroceder.
Si hay varias personas frente a una misma situación, ellas reaccionarán de un modo distinto cada una y obtendrán diferentes resultados según los sentimientos que tengan. Probablemente las oportunidades, sus capacidades y sus inteligencias son similares, pero son sus sentimientos los que hacen la gran diferencia.
Usted pude cambiar su vida muy favorablemente, ser más feliz y hacer más feliz a la gente que le rodea, si aprende a observar, a cuidar y a mejorar sus sentimientos y emociones.
Las crisis y los problemas dejan de serlo si sus sentimientos y emociones son favorables y positivas: entusiasmo, alegría, confianza, fe, optimismo, seguridad…. son conceptos que van asociados a buenas emociones.
Así como el cuerpo físico necesita alimentarse y si usted es juicioso, buscará hacerlo con comida saludable, así también debe ocurrir con su vida afectiva. Si usted estuviera en una situación crítica y no encontrara por días su comida habitual, terminaría por ingerir lo que encontrara para satisfacer su hambre y poder seguir viviendo, aunque fueran alimentos descompuestos que, en circunstancias normales, jamás aceptaría. Si no atiende sus necesidades afectivas, terminará también asimilando cualquier sentimiento y emoción que le rodee. Y muchas veces, estamos rodeados de sentimientos negativos, pesimistas o depresivos. ¡Evite comérselos! Su vida afectiva no padecerá nunca hambre si se encarga de alimentarse de buenas motivaciones y buenos sentimientos.
¿Y donde se encuentra este buen alimento afectivo? ¡No tiene que ir a comprarlo ninguna parte! Usted puede crearlo. Su mente es muy poderosa. Si se lo propone, cada día puede dedicar unos minutos en la mañana para alimentarse de positividad: soy feliz, tengo confianza en mí, enfrentaré el día con alegría, mantendré mis serenidad y confianza pase lo que pase, sonreiré, hoy haré un servicio por los demás, hoy haré feliz a las personas con quienes me encuentre, tendré palabras de estímulo y elogio para los demás, hoy no criticaré, disfrutaré de la vida mientras camino hacia mis metas.
¡Hoy no pondré el freno mientras me pongo en marcha!
Sergio Valdivia
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