Revista Cine
Conexión SEFF | ...Y llegó James Gray
Publicado el 27 noviembre 2013 por Jesusteatrero @jesusteatreroEl miércoles fue uno de los días más especiales del festival precisamente porque las películas que pudimos catar también lo eran, ya sea por su magia, por su calidad o por el nombre que las respaldaba. Eran obras con una historia detrás y que creaban sensaciones (positivas o negativas), que no caían en la indiferencia. Empezamos el día con The Selfish Giant, ganadora del Premio Label Europa Cinemas en Cannes.
El filme es una adaptación, muy libre de la famosa obra de Oscar Wilde. Nos encontramos la historia de Arbor y Swifty, dos pequeños recluidos y apartados por la sociedad que se encuentran a un chatarrero y empezaran a robar para él. Sin duda cuanto menos resulta sorprendente tomar una historia así y modernizarla tanto que no se entienda el contexto a no ser que entiendas la obra original a la perfección. El mensaje sigue encontrándose, sigue estando en el fondo del largometraje, pero toma una forma completamente distinta, se presenta de una manera inaudita hasta ahora. De las novelas más clásicas podemos sacar esa temática, ya olvidada por algunos autores, del hombre como dueño de su propio destino, de la tragedia manejada y conducida por sus propios protagonistas.
Por ello su guión se basa en los arquetipos del cine más clásico, o mejor dicho, de las adaptaciones más clásicas. También su estética oscura que nos remite a los barrios más sombríos de Inglaterra donde se sitúa la acción resulta bastante gratificante. Incluso los actores parecen ser totalmente personas reales, pero sí que es cierto que como adaptación es bastante discutible. Es defendible el hecho de crear un universo libremente basado en el cuento, pero cabe decir que en The Selfish Giant solo encontramos algunas ideas originales esparcidas a lo largo de ese universo y del metraje. Hace que la película y el cuento sean un ente totalmente diferenciado, detalle que causa (y causará) un profundo debate: ¿qué es mejor? ¿es un punto a favor, o en contra? Hay que destacar como pequeña tara de la cinta ciertas partes en las cuales se le da demasiada importancia a diferentes subtramas bastante manidas e innecesarias. Pero dejando a un lado éstos detalles más puramente técnicos, lo realmente importante es que con The Selfish Giant estamos ante un producto que pretende emocionar, transmitir, y que lo consigue con una magia de carácter especial, único.
James Gray desde su impresionante Two Lovers con Joaquin Phoenix ha estado en mi punto de mira, por ello The Immigrant ha sido de las películas que más esperaba para este festival pese a la discutible polémica alrededor de la decisión de introducirla en la programación, concretamente en la Sección Oficial, del festival pese a ser un producto más ampliamente considerado como americano, con la The Weinstein Company detrás.
Una inmigrante llamada Ewa, interpretada por Marion Cotillard y su hermana viajan a América en los años 20. El problema llega cuando su hermana es puesta en cuarentena al sufrir una importante tuberculosis. Mientras intentan deportar a Ewa, llega Bruno, interpretado por Joaquin Phoenix. Él la ayudara a entrar en América a cambio de que trabaje para él. La ambientación resulta indudablemente impresionante, una gran creación visual a su vez complementada con unos planos que buscan más a los personajes que a su entorno. Porque Gray con The Immigrant busca abrumadoramente, tanto en lo visual como en lo narrativo, el acercamiento del público hacia sus personajes.
La obra se apoya por ello en su reparto. Un reparto liderado por un archiconocido trío de estrellas entre las cuales destaca muy por encima Phoenix. Phoenix posee el papel más interesante sin lugar a dudas, también el más profundo, y ejecuta su rol de una manera impresionante dejando claro, como en sus anteriores trabajos, que es uno de los mejores actores de su generación. Luego nos encontraríamos a Marion Cotillard, quien consigue crear un personaje de carácter realmente fuerte sin caer en los tópicos manidos de los personajes de mujer luchadora. Consigue crear una evolución emocional alrededor de su personaje que otorga perspectiva y relieve a su rol. No es un personaje de mujer fuerte, sino que es una mujer fuerte. Por todo ello Jeremy Renner resulta bastante mediocre relegado a un segundo plano. Su actuación no deja de poder considerarse como buena pero su personaje es el más simple, construido de una manera plana y sencilla, casi desinteresada. Este mismo problema nos lo encontramos en Two Lovers con el personaje de Vinessa Shaw que representaba de manera lineal una liberación de los problemas del personaje. Los dos tienen al final de cada película un momento interesante, siendo la propia explicación de su rol una completa metáfora andante. Pero nos seguimos encontrando ante un problema de creación por lo que ambos personajes podían haber sido mucho más. En Two Lovers funcionaba más porque conocíamos más del propio personaje, pero aquí lo tenemos de caballero blanco, y nada más. La obra funciona de una manera magistral pero le falta todavía manejar mejor esos apartados anteriormente mencionados.
En la sesión del día anterior de The Police Officer’s Wife, tenía atrás a los jueces como comente en la anterior crónica. Cuando me adentre en la sesión de My Dog Killer, no sabía que se trataba de una sesión EFA Talks, una interesante incorporación del Festival de Sevilla que permite ver la película y después preguntar al director sobre la misma. Por ello cuando se levanto Mila Fornay, descubrí que era una de los jueces que se levantaron en la sesión mencionada. Jueza que además presentaba ésta obra, su ópera prima en la sección Las nuevas olas del festival. A bote pronto me resulto como poco extraño. Siendo directora debería saber lo frustrante es que su película provoque un abandono en masa, lo que hace que aún me parezca más indecente su abandono en la sesión anteriormente mencionada. Acabé la película bastante indignado pero realizando un ejercicio de autocontrol intentare hablaros de la película de la sra.Fornay con la mayor objetividad y el mayor respeto posible. Ella nos explica como lo que veremos no podrá ser disfrutado, nos advierte de la dureza del film pero no nos cuenta de que trata su largometraje. Es interesante comparar como esos adjetivos pueden ser utilizados en The Police Officer’s Wife, pero dejaré de rizar el rizo y comentaré mi opinión sobre My Dog Killer.
La historia nos relata cómo un joven neo nazi descubre que su madre, la cual lo abandono, tiene un hijo con otro hombre de raza gitana. En primer lugar la temática me pareció bastante interesante siendo una de las cintas que a priori se presentaban más apetecibles, interesantes, y con más papeletas para convertirse en la gran sorpresa del certamen. Pero al descubrir como la dureza de la que se enorgullecía Mila Fornay no era más que un artificio, descubrí que nos encontrábamos ante una obra horrible e insalvable. Muchos documentales han tratado con brillantez los límites de la maldad de grupos extremistas como los neo-nazis, tema del filme que nos ocupa, y quizás por ello My Dog Killer resulta más artificiosa, menos real, absolutamente prescindible. No consigue ni mostrar, ni justificar, ni criticar ésta maldad, éstos límites, y se limita a mostrar un neo-nazi que realiza alguna fechoría en su entorno para después, de pronto, arrepentirse. Fin. Fornay otorga una evolución a su protagonista totalmente simple y plana que no busca transcender, que no permite dialogar sobre lo que se ve, crear un juicio, una opinión sino que está más preocupada en machacar esa idea de la maldad intrínseca de forma que su recurso resulte absolutamente cansino y gratuito. Podría haber sido una decisión totalmente válida, valiente e incluso alabable pero Fornay opta por ejecutar su idea de maneras mucho menos interesantes, e incluso éticas.
Los maestros del impactar al espectador y de crear una película que sea una experiencia casi sadomasoquista saben que para crear este impacto, el espectador debe unirse con el personaje, llegar a comprenderlo y sentir algo por él, empatizar aunque resulte el rol más asqueroso visto en el cine mundial; pero cuando únicamente tu propósito es causar dolor seco e impacto "porque sí", finalmente no consigues nada. La escena clímax de My Dog Killer provocó alguna carcajada en nuestra sala, no hace falta decir más. El fallido largometraje crea una atmósfera fría, un ritmo lento y está basada en la cámara en mano. Fornay desconoce las virtudes del empleo de la elipsis otorgándonos, en una película de muy corta duración (apenas supera la hora de metraje), planos largos de personajes caminando sin motivo ni justificación que provocan el total tedio. Sin duda la peor y más pretenciosa película que hemos visto en este festival.
Terminamos el día con otra decepción. Klegó la ganadora del Giraldillo de Oro el año pasado y del premio a la mejor actriz: Come, Duerme, Muere se ganó mi curiosidad ya que, pese a que no se deban tomar al pie de la letra, los premios siempre son una buena premisa para la creación de un debate cinéfilo. Empezaremos por decir que, desgraciadamente, el título de esta obra es notablemente mejor que su resultado. El filme es la historia de la situación de una enérgica chica que vive con su padre, éste incapacitado para trabajar, y ella con su trabajo paga todos los gastos hasta que la despiden. Estamos, sí, ante el clásico drama social disfrazado de comedia para hacer sentir mejor al espectador del Primer Mundo.
Ni técnica ni interpretativamente podemos decir nada malo del filme, solo citar pequeños peros, pequeñas taras. La actriz se desenvuelve muy bien en su papel, pero tanto su rol como su interpretación son algo monótonas y repetitivas. El personaje del padre podría ser un buen personaje cómico, pero como el anterior se vuelve monótono a medida que transcurren los minutos. Narrativamente, Come duerme muere tiene claro sus aspiraciones y lo que quiere ser, algo realmente positivo. El problema es el drama escondido entre humor negro en la película pasa tan desapercibido y a su vez resulta un elemento que obstaculiza que el espectador empatice con los personajes, que podría llegar a omitirse. Aparte de esto, todo lo demás es demasiado correcto, demasiado obvio. Se basa en entablar una relación de simpatía con el espectador pero, si no conectas a la primera, desconectaras totalmente de una obra que, desgraciadamente, pasa a ser una olvidable, aun con tintes interesantes, evasión casi totalmente vacua.
Nacho Vázquezredactor enviado al SEFF 2013 | Sevilla