-- María Teresa, hija y vicepresidenta, cuántos disgustos nos estáis dando el gobierno ZP y tú misma. Actuáis como ateos provocándonos abundantes pesadumbres espirituales. Bueno, hija, supongo que vienes al Vaticano a confesar y a expiar vuestros pecados.
-- Eminencia, somos humildes políticos que tratamos de hacer felices a las Españas. Es un intención santa, como dice el ministro Bono, que es muy católico. Pero no lo quieren entender Federico Jiménez Losantos, el capo de la COPE, ni los obispos.
-- Hija, es que estáis portándoos mal: queréis cerrarnos la COPE y repartir las emisoras, pretendéis quitarnos las subvenciones estatales y tratáis de que desaparezca la asignatura de religión...
-- Eminencia Reverendísima: No podemos andar con favoritismos y tenemos que mirar por el dinero, que ahora vienen los musulmanes y hay que controlar a sus imanes para que no formen niños de Al Qaeda. Imagínese una COPE islámica...
-- No compares, hija. Nosotros hicimos la Historia de España, el espíritu cristiano del país. Somos más España que nadie. Tenemos derecho a otro tratamiento, como indica el Concordato entre España y la Santa Sede. Por cierto, no se por qué repites tanto eso de las Españas. Debe de ser que ya usáis el lenguaje de Maragall y de los curillas catalanes, esos díscolos que nos dan tanta lata con el idioma. ¡Qué pesados con el catalán; nuestro error es no volver al latín!.
-- Eminencia, tenga piedad, que las encuestas nos están magullando, estamos cayendo en barrena. Sufrimos una terrible penitencia. Perdónenos, Eminencia, por haber elaborado la ley de matrimonios gays...
-- Ahí quería llegar yo: ¿Vais a derogar esa Ley o no?.
-- Eminencia Reverendísima, no podemos, qué vergüenza. Pero nos arrepentimos.
-- Arrepentida, sí, pero casando homosexuales. Ego non te absolvo, non, solo faltaría.
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