Así que después de probar a ponerlos con plantillas antideslizantes porque el pie se te va hacia delante y parece que te has comprado los zapatos del número del teléfono y tener la sesación de que caminas como si estuvieras constantemente mareada, he decidido cortar los tacones. Claro, cortar lo que el propio zapato permite, que en este caso ha sido un par de centímetros. Y ya veremos si funciona. Os mantendré informados. ¡Buenas noches!
