Confesiones veraniegas

¡¡Por fin llegó el verano!! Hemos dejado atrás la primavera que tantas alegrías nos proporciona, transcurso temporal del frío y de la nieve, para pasar al frío sin nieve con transcurso de temporal de tormenta incansable y, catástrofes a los más necesitados en forma de diluvios, granizos y chuzos de punta. Todo ello se convierte en preludio al fin y al cabo, de que tiene que llegar el tan ansiado: ¡Verano!

Ahora es el momento de ese ansiado y bendito descanso vacacional, para tener y disfrutar de los niños, jugar con ellos, divertirse en el parque, irnos de vacaciones, estar en casa viendo una película con palomitas, sin discusiones y sin aguantar a D. Sumé (tu jef@); hum… ¿dije descanso vacacional?, ¡oh, oh!.. creo que voy a hacer una serie de matizaciones.

Sí, descanso escolar para ellos: Los peques de la casa. Para los mayores y/o progenitores no existe el descanso vacacional, todo lo contrario: comienza el estrés pre-vacacional-post. Es decir, durante el periodo escolar (Otoño, Invierno y Primavera) sufrimos el estrés post-vacacional (que nos durará todo el año hasta que volvemos a coger las vacaciones). Después en el periodo que comprende fin de clases hasta irte de vacaciones, es el pre-estrés vacacional la parte más dura del verano. Cuando por fin te vas de vacaciones veraniegas (el 90% de la población lo hace) sufrimos el estrés vacacional… y así cerramos el bucle continuo de nuestra existencia hasta la jubilación.

El ansia es un fuero interno que no nos deja vivir en el trabajo y con las extra-escolares de los niños. Añadir a la mezcla el trabajo del hogar, las comidas, las meriendas y las cenas; ese postre que nunca llega porque acabas agotad@ de todo el santo día de acá para allá. En resumen, el ansiado verano nos merma las fuerzas y nos estrangula poco a poco, hasta que nos ahoga. Tolo el año estás deseando que llegue el ¡¿Feliz?! verano, y tenemos la vana esperanza (al menos mental) que todo lo pasado años atrás tiende a desaparecer; lo único que no desaparece es cuando pones una lavadora sales a tender.

Lo que tanto agradecías durante el resto del año dejas de tenerlo en el verano. Los niños se convierten, para lo bueno y para lo malo en el centro de atención. El comienzo del día en vacaciones es fundamental: hay tiempo para levantarte tranquil@, ducharte con calma, desayunar en paz tus tostadas con mantequilla, café, zumo recién exprimido de naranja y/o frutos de la pradera de Heidi, leer el periódico con calma, mirar tu horóscopo para saber qué día mágico te espera… porque en ese momento feliz y rebosante de paz, notas un zumbido en la cabeza que hace ¡dooog! un súbito escalofrío recorre tu espalda cuando ves que se están tirando a la cabeza el Cola-Cao el uno al otro como si fuera el remedio contra los piojos.

Esto forma parte del verano queridos hermanos: lo defino como la sed de absorción del no tiempo. Pasamos del frío a la tormenta veraniega, del ansiado fresquito matutino a los 28º a las 8.00 AM del caluroso verano. Calores que son amores, post-estrés y estrés al 200%, sobre todo el día que preparas las cosas que te piensas llevar en vacaciones (a los lugares de ensueño que leíste del pagafantas ese del @Enviado74).

Y al fin llega la semana previa a tu marcha: preparativos, billetes avión/crucero, coche a punto, la lista…. gracias a Dios que hay una lista: la lista es tu mujer, que tiene una agenda mental en la que lleva todo anotado y tú haces lo que mejor se te da hacer: quitarte de en-medio y de paso llevarte contigo a los niños a dar una vuelta. Así haces dos buenas acciones en el mismo día, la dejas a ella que haga y deshaga a su antojo (como hace siempre, pero ahora con mayor motivo y por tu propio interés) y la otra es llevarte a las dulces fieras a la calle, para que quemen calorías y no quemen las de mamá (no me beso porque no llego). Les recomiendo este parque donde al final los niños domestican a las indefensas criaturas del parque.

Mi consejo es que disfruten estos tres meses de calor, tómense una jarra helada de la mejor cerveza que tengan en el bar-chiringuito y por unos momentos olvídense de las crisis. Que no hay mayor crisis mental que tener a “unos piezas” merodeando cerca de ti hasta que te tiran esa cerveza helada al suelo, cuando todavía no la has empezado.

Próximo Domingo, siguiente destino…. ¡no te lo pierdas!

El Enviado del 74
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