Vendida como la película revelación del 2010 del cine japonés, Confessions no deja de ser la disección de tres puntos de vista de las relaciones maternofiliales llevadas al extremo y que sin el uso de una buena banda sonora y una impecable fotografía, se podría reducir a una trama de escasos diez minutos estira. Juega con elementos que sobrepasan lo verosimilud (nunca volverán a ser lo mismo esas campañas proleche y pro calcio que tanto proliferaron a mediados de los 90) por lo que la credibilidad y la insistente crítica moral, social y educativa desde el primer instante se va al garete.
Qué decir de esos personajes que irritan nuestras retinas en cada una de sus apariciones...Takako Matsu, recuerda a la mujer de rojo que patrocina tampones con su aburrida interpretación y poco puede hacer entre canción y canción (excelente la amortización de Last Flowers to Hospital, Radiohead es de las pocas cosas que da la talla). El resto (el profeprogre, los alumnos inalterables y los niños góticos de San Ildefonso) con sus personajes difusos y previsibles son exclusivamente carne para elaborar un apéndice sobre hikikomoris (deseamos el documental homólogo, madeinspain). Y como no quien quiere la cosa, ya tenemos una película más en nuestra etiqueta favorita, larga vida a las pérdidas de tiempo.