En este mundo interconectado asistimos, a diario, al equilibrio constante entre compartir y cuidar nuestro espacio.
Por un lado tenemos la sensación que somos cada vez más fuertes y unidos y, por el otro, tratamos de cuidar nuestro lugar y aprovechar las ventajas que tenemos sobre los demás.
Para entender a qué me refiero, van tres pequeños ejemplos destinados a destruir tres mitos que circulan entre la clase media, más o menos intelectual:
a) El mito de las bonanzas del salmón.
Que comer pescado está de moda, es más que obvio.
Con el avance y la difusión de las acciones que debemos tomar para tener una vida más larga y saludable, bajó el consumo de carne, subió el de frutas, verduras, semillas varias y, de una manera exponencial, el del salmón. Fácil de cocinar, se le puede agregar salsas y acompañamiento de todo tipo, es animalito resultó un boom en las dietas de las clases de un poder adquisitivo respetable. Y con el consumo, llegó el aumento de la producción y la disminución de sus costos. Nos empezamos a enterar que la crianza de los salmones se parece a la de los pollos: ya no son pescados en altamar sino ¨crecidos¨ industrialmente en criaderos y alimentados para que lleguen, rápidamente al tamaño apto para la venta y el consumo.
Ya no podemos confiar en el salmón...
b) El mito de los jóvenes que no se comprometen con su trabajo.
Es cierto que las nuevas generaciones no tiene una visión de largo plazo respecto de sus proyectos laborales. Cada vez que converso con ellos, observo que su sensación es la de aprovechar las oportunidades que les surgen hoy porque el contexto es tan cambiante que les es imposible prever lo que sucederá y cuáles son las acciones que deben tomar hoy para asegurarse el éxito de mañana.
Hace poco, conversando con el gerente general de una compañía - un verdadero visionario que creo una floreciente empresa de servicios - me llamó la atención su reflexión acerca de la falta de compromiso y la poca seriedad de los postulantes cuando se embarcan en un proceso de selección. Se refería a que no avisan si no van a asistir a una entrevista, tardan en enviar los datos que se le requieren o cambian de proyecto cuando parecían sumamente interesados. Su comentario fue: ¨los empresarios somos, también, responsables de esta situación. Les decimos que tendrán grandes oportunidades, que van a asumir responsabilidades interesantes y que los ¨variables¨ serán jugosos. Luego no podemos cumplir y la gente se defiende al no comprometerse...¨ .
Ya no podemos confiar en las propuestas de trabajo...
c) El mito del conocimiento compartido.
Las redes sociales y sus recomendaciones parecen ser un verdadero hito en el momento social actual (si se me permite este término que acabo de inventar). Restaurants, autos, hoteles, ropa, cantantes, profesionales, medicamentos, patas de rana, mascotas, preservativos, empleados, refugiados, políticos, empresas para trabajar e infinidad de productos y servicios son recomendados y no recomendados por las redes sociales en las que intervenimos. Sin embargo, y tratando de separar la paja del trigo, todos los días nos enteramos que existen organizaciones que venden contactos y otras que cobran por poner comentarios. El conocimiento compartido entre la gran aldea global parece estar teñido por acciones de marketing que hacen que compartamos algunos conocimientos más que otros. Las recomendaciones de los que parecen nuestros pares, también son tendenciosas.
Hasta Wikipedia y la Biblia están escrita por personas que transcriben con subjetividad.
Ya no podemos confiar en las redes sociales...
Qué ha sucedido con la confianza?
En este mundo representado por miles de vasos que se intercomunican entre sí, saber discriminar entre lo confiable y lo que no lo es, es LA HABILIDAD por excelencia. O siempre lo fue?
Cómo la desarrollaremos?
De la misma forma en que lo hemos hecho desde los inicios de la humanidad: la verdad tiene que ver con lo que queremos encontrar y con lo que descubrimos en el intento por comprobarlo. Cambio y estabilidad, seguridad y novedad, generosidad y cuidado de lo propio. Las alternativas por las navegamos todos los días. Inevitable incertidumbre.