Esto que planteo, me pasa a mi y lo veo alrededor, que directamente no quiero complicarme la existencia asistiendo a algunos lugares o celebraciones para evitar pasar un mal rato. Pero hay a veces que esto no es posible y los compromisos "obligatorios" no nos los podemos saltar.
A mediados de septiembre se casó mi cuñada, la hermana de mi marido, y ¿Cómo no íbamos a ir a su boda?. Bueno no quiero ni pensar la que se hubiera líado, sino no hubiéramos ido. Unos días antes de la boda, yo ya estaba nerviosa, pensando en qué podía pasar o no, cómo hacer las cosas para que Lola lo tuviera fácil y no liara nada, como ya he comentado antes, con mi bola de cristal.
El caso es que llegó el gran día, Lola, durmió una buena siesta y la vestimos y llevamos a la iglesia. Debo decir, para no obviar ningún detalle, que mis padres también estaban invitados, por lo que eso también me ayudaba a tranquilizarme. Cuando está mi madre, siempre puedo contar con ella, para que cuide de Lola.El caso es que entramos en la iglesia, y Lola se pasó toda la misa, saltando el reclinatorio, hasta que descubrió que la iglesia estaba compuesta por unas naves largas, por donde podía correr. Así que su padre y yo corrimos detrás de ella pero ni lloró, ni gritó, ni nada que llamara la atención. En realidad creo que llamaba más la atención el hecho de que unos adultos corrieran detrás de un mico en los pasillos de la iglesia.
Después de esto, nos fuimos al banquete y antes de entrar en la cena, durante el cóctel, anduvo entre los invitados y lo único así más escandaloso es que cuando nos acercábamos a la novia, decía que no con la cabeza y se echaba a llorar. Creo que no le gustaba nada el vestido largo y blanco. ¡Curioso! eh?
En la cena, le dimos su puré, bueno más bien ella se lo comió solita, por supuesto con un mega babero acompañado de una super servilleta y después se bebió su biberón. Ahí fue cuando empezó a protestar más por el cansancio. Le pusimos su mantita en el cochecito y se quedó frita.
Yo no lo podía ni creer, mi bola mágica me había hecho suponer, que se pasaría de rosca, que no dormiría y que le daría un ataque de gritos. Pero qué va!!!
Así que esto me llevó a reflexionar y pensar que no tiene por qué pasar nada, que en el caso de Lola se adaptó muy bien y que por ello hay que confiar más en ella. Que esto no quiere decir que para el próximo evento o celebración ocurra algo, pero lo primero hay que confiar en ellos.
La foto es del fotógrafo David Esteban Esteban de perspectiva discreta