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Confirmado

Publicado el 29 enero 2014 por Angeles

En la entrada anterior comentábamos que en el tiempo y en la vida todo está conectado de alguna manera. No creo que hiciera falta confirmar esta impresión, pero en los días subsiguientes a la publicación de dicha entrada, tal confirmación se ha producido de todas formas.Y sin querer, yo me voy convenciendo de que esas coincidencias y conexiones que a veces nos dejan con los ojos como platos de pizza, están preparadas, aunque me falta averiguar por quién.Miren ustedes qué cosas pasan:Hace unos años vi, en la Tate Gallery de Londres, un cuadro que me fascinó: La muerte de Chatterton, pintado por el prerrafaelista Henry Wallis en 1856.Chatterton, Thomas Chatterton, fue un poeta de corta vida y tristísimo final. Fue un niño precoz, de gran sensibilidad artística e imaginación. Se trasladó a Londres en busca de su oportunidad para vivir de la literatura, pero, a pesar de su talento, se encontró pronto en la miseria, en un desván alquilado que no podía pagar, enfermo y muriéndose de hambre literalmente.  Críticos y editores apenas le prestaron atención. Viéndose en tal infortunio y sin esperanzas, se suicidó con arsénico en 1770. Tenía diecisiete años.   Confirmado Un tiempo después, en un libro del que ya hemos hablado aquí -Los amores de un bibliómano -en un pasaje en el que Field se queja de la crueldad de los críticos literarios, se lee: “mataron a Chatterton, igual que, años después, precipitaron la muerte de Keats.”
Me acordé, lógicamente, del cuadro de Wallis, y La muerte de Chatterton volvió a mí con gran nitidez. Miré de nuevo la foto del cuadro que tomé en el museo. Allí estaba ese joven inerte que tanto emociona, esa imagen que representa al idealista entregado al arte, al mártir del materialismo, como lo consideraron los poetas románticos.

Confirmado

George Meredith

Por otro lado,  leyendo recientemente los ensayos literarios de R. L. Stevenson  he sabido  que una de sus obras favoritas   era The Egoist, de George Meredith.
 Meredith es un autor victoriano, no tan popular como otros que todos conocemos, pero muy influyente,  admirado y respetado. Y permítanme la frivolidad de añadir que me parece también un hombre de aspecto muy elegante.La cuestión es que el nombre de George Meredith empezó a perseguirme como un eco, y pensé que era mi cerebro intentando convencerme de que leyera The Egoist. Así que mientras me hacía con un ejemplar de la novela, me puse a leer sobre el autor para familiarizarme más con él.
Y menuda sorpresa me llevé.Porque resulta que George Meredith fue, a los veintisiete años, el modelo que posó para Wallis; es decir, es la persona que vemos representando a Chatterton en el cuadro que tanto me impresionó. Así se conectan los hechos. Primero vemos en un museo un cuadro que nos atrae de manera especial y que representa a un poeta; después leemos en un libro una referencia a dicho poeta, lo cual  nos  vuelve a traer a la memoria aquel cuadro; poco después leemos otro libro en el que hay una referencia a un escritor al que no conocemos bien, y al buscar información sobre dicho autor, descubrimos que fue el modelo que posó para el cuadro que vimos en el museo. Y así es como empezamos a sospechar que las casualidades no son tales sino que alguien nos las prepara.
O eso, o es que  el universo es mágico.Para redondear todo este asunto, dos días después de esto y cuatro días después de haber escrito la entrada anterior, una amiga, que no lee mi blog porque es estadounidense y no sabe español, me mandó, porque le gustó, una cita de un tal Leonardo da Vinci que dice:“Aprende a mirar. Te darás cuenta de que todo está conectado con todo”. Y si lo dice Leonardo, quién soy yo para dudar.
Confirmado
 

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