¿Te has preguntado alguna vez por qué comprar algo nuevo puede hacerte sentir tan bien, aunque sea solo por un rato? Hay algo adictivo en ese subidón momentáneo, como si al adquirir algo nuevo llenáramos un vacío. Pero luego, cuando la emoción se desvanece, a menudo volvemos al mismo punto.
Lo curioso es que este ciclo no solo nos afecta a nosotros, sino también al planeta y a las personas que nos rodean.
Con la Navidad en el horizonte, ese “subidón” del consumismo parece elevarse a su máxima potencia.
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