No se quién ganará finalmente la batalla interna en el PSOE y, en realidad, me importa más bien poco. Todas las quinielas apuntan a Carme Chacón como nueva secretaria general del PSOE, pero el poder del aparato y el voto secreto pueden jugar en su contra. Los delegados parecen inclinarse por Carme Chacón frente a Pérez Rubalcaba, en lo que muchos interpretan como un relevo generacional y el triunfo de la renovación ante el pasado y la vieja guardia. Puede que esta apreciación sea cierta, aunque al día de hoy las diferencias reales entre ambos candidatos pararecen reducirse al sexo y a la edad. Ni uno, ni otro se han pronunciado nunca contra el capitalismo, la monarquía o el recorte de derechos sociales, laborales y políticos. El PSOE, una vez más, equivoca renovación con cambio de caras para defender, eso sí, un mismo programa. Una nueva oportunidad perdida para un partido que ni en la oposición es capaz de actuar desde los postulados del socialismo. Si Rubalcaba pierde en Sevilla, el terremoto también se sentirá en Euskadi, donde Patxi López quedará, si cabe, un poco más tocado, sin peso en Madrid ni margen de maniobra en Euskadi. El problema será suyo, pero las consecuencias del desgobierno vasco las pagamos todos.