Este trabajo es una aproximación a la militancia de izquierdas, poniendo el foco en las izquierdas de mas allá del PCE, pretende acercarse a cuantificar la extrema izquierda, la considerada por sí misma revolucionaria en sus documentos, que fue en parte protagonista de los cambios ocurridos en España desde mediados de los años sesenta, estertores del franquismo y transición, hasta 1982.
Los grandes troncos de los partidos que existen en esa época fueron: VOJ-AST, FLP-FOC-ESBA,[1] PCE-PSUC y ETA, mezclados en distintas proporciones cristianismo y marxismos, fueran leninismo, trotskismo o maoísmo, se encuentran en toda la militancia radical, añadiendo los anarquismos y unas gotas de nacionalismos. En ‘El proyecto radical’ de José M. Roca, se hace una buena descripción de las corrientes políticas. Desde mediados de los sesenta, surgen por escisión partidos que se sitúan más a la izquierda que sus matrices, y salen militantes de los citados troncos hacia los nuevos, en ocasiones siguen manteniéndose los viejos, caso del PCE, en otras provocando la disolución, caso del FLP. Será una constante del período que muchos individuos militen hora en un grupo, después en otro, produciendo como resultado cifras que inducen a errores de cuantificación por dúplica.
Alimentado
por el enorme activismo que tuvieron los militantes de la izquierda radical se
acrecienta su importancia, pero numéricamente fueron pocas decenas de miles
coincidiendo al mismo tiempo. Roca los cifra
en unos 50.000 en los mejores momentos.[2]
Existen dificultades para obtener cifras sobre
militancia, mayores cuanto más a la izquierda o más pequeños fueran los grupos,
las duras condiciones que rodeaban la actividad política fomentaba ocultar
datos. Cifras diversas podrían explicarse porque describen realidades distintas,
conjuntos de individuos representando conceptos diferentes de compromiso son
sumados como iguales; a veces suman militantes de unos y otros tiempos, sin considerar
los que abandonaron, que pueden estar en casa o en otros partidos, provocando
duplicidad. La credibilidad también sufre por idealización y subjetividad, por no
homogeneizar criterios, etc., lo cual invita a tener cierta prevención. Apoyado
en la propia experiencia de militancia durante aquellos años, divido el trabajo
en apartados que permitan acercarnos.
Objeto de
estudio: militancia de extrema izquierda. 1965/1982
Desde
mitad de los sesenta, contra el franquismo y durante la transición, lucharon
cientos de miles de personas en uno u otro momento, por muchos lugares,
fábricas, universidades y barrios, obreros y estudiantes, también gentes de
teatro, cine, prensa; abogados, editores, libreros, colegios profesionales,…
incluso en algunas instituciones hubo minorías activistas, como en la Iglesia,
el ejército… Los movimientos estudiantil, vecinal y obrero desgastaron las
opciones continuistas del régimen, siendo fundamental para evitarlo las luchas
obreras que rompían la producción desestabilizando el orden y la legalidad
vigente. De entre aquella multitud, hubo unas cuantas decenas de miles de
activistas que lo hicieron de forma estable, continuada y organizada y que no
solo tenían objetivos inmediatos, tenían proyectos políticos para sustituir al
franquismo y sueños para construir una nueva sociedad, sin clases y sin
explotación, a ese colectivo nos referimos como extrema izquierda o radical.
Durante aquellos años sesenta y setenta destruimos los pilares de la sociedad franquista e intentamos construir una nueva sociedad que en líneas generales ha llegado hasta hoy. En la destrucción y construcción participaron millones de personas sin un guión común, empujando no necesariamente en la misma dirección, ni con la misma fuerza e intensidad. La militancia de la izquierda radical sin tener objetivos compartidos, fue una de las fuerzas dentro del conjunto de luchas y movilizaciones en las que participaron muchas otras personas e identidades difíciles de homogeneizar, salvo en su antifranquismo y deseos de vivir mejor. La resultante de aquellas luchas fue la sociedad española en la que vivimos, hasta la crisis. Mucha de aquella gente renunció desde el principio al resultado, no quisieron responsabilizarse de lo que habían logrado cambiar, porque a pesar de todo, sin la izquierda radical, esta sociedad hubiera sido mucho más derechista y cercana al franquismo, pero no aceptaron el resultado porque no era el soñado, aunque contribuyeron al mismo con sus esfuerzos.
Aproximación al entorno, mirando datos de prensa y revistas
El escaso consumo de prensa y revistas sirve para tener idea de que los interesados por transformaciones sociales eran pocos, son cifras referidas a una generalidad amplia de antifranquistas, no solo incluye radicales. Mucha gente luchadora no leía, pero es difícil imaginar un cuadro militante organizado establemente, sin lecturas. Marx, Bakunin, Lenin, etc. dedicaron enorme esfuerzo al estudio ya que muchos desposeídos reducían toda explicación a una pelea y una frase, ‘los malos son los ricos, nos explotan’. Aquellos revolucionarios comprendieron que era imprescindible explicar la realidad y proyectar salidas para transformar voluntades. ‘Triunfo’ a partir de 1962 fue referente de todas las izquierdas, su tirada era de 57.000 ejemplares, logrando un pico máximo, 160.000, en su reaparición enero 1976, tras secuestro anterior, a partir de entonces cayó imparable hasta su desaparición en 1982; en marzo de 1978 se escinde ‘La Calle’ vinculada al PCE, su tirada se situó entre 20/30.000. [7] Cuadernos para el Diálogo, 1963/1978 referente entre los demócratas, tiraba 40.000 ejemplares cuando cierra. ‘El País’, referente del conjunto de sectores democráticos y de izquierdas, sale en mayo de 1976, con 100.000 ejemplares, pronto aumentará hasta 150.000. La Vanguardia 180.000 ejemplares. La prensa del Movimiento, en 1975, en sus 38 periódicos tiraba conjuntamente 452.000 ejemplares, (Miquel de Moragas).[8] Tras la muerte de Franco aparecieron muchas revistas, ya no valen las tres grandes referencias, Cuadernos de Ruedo Ibérico 1965/1979, Triunfo 62/82 y Cuadernos para el Dialogo 63/78. Los partidos no satisfacen la necesidad de debate en la búsqueda de salidas y aparecen nuevas plataformas. ‘El Viejo Topo’, la de mayor éxito entre las rojas generalista, tiraba unos 24.000 ejemplares, bajando a partir de 1978 hasta los 17.000. Vindicación Feminista; Monthly Review, Transición, Teoría y Práctica; Argumentos, La Calle, Materiales, Mientras Tanto, El Cárabo, Negaciones; Ozono, Alfalfa, Butifarra, Bicicleta, Star, El Papus, Saida; Ajoblanco salió en 1974, tiraba unos 26.000,… En 1981 habían desaparecido más de veinte semanarios y revistas, algunos habían iniciado su andadura después de 1975. Las revistas teórico-políticas tiraban en torno a 5.000 ejemplares, la mayoría cierran antes de 5 años; menos las de inspiración socialista, Sistema, Zona Abierta y Leviatán. Los libros políticos sacaban ediciones de 1.500 ejemplares, cuando ya en la década de los setenta se publicaban muchos títulos marxistas. [9] Contextualizando algunas cifras, por comparación: CCOO, PCE, UGT, PSOE
Generalmente se acepta que la mayor fuerza que se enfrentó al franquismo fueron los comunistas. En los ’40, ’50 y ‘60, cualquiera que quisiera luchar contra la dictadura se daba de narices con la realidad de que necesitaba agrupar sus esfuerzos, y encontraba en ‘el Partido’, el PCE, la mejor estructura que lo permitía, era la mayor organización, mejor preparación y empuje para combatir la dictadura. A su lado coexistían con menor capacidad grupos anarquistas, que no son objeto de este trabajo. A partir de la mitad de los sesenta las cosas cambian y la competencia de múltiples grupos, y movilizaciones ajenos al PCE aumentaron considerablemente. Existan más datos sobre el PCE lo cual sirve para contextualizar cifras de los grupos a su izquierda, su utilización mostrará alguna disparidad con los datos facilitados de la izquierda radical, y el control que en realidad éste realizaba de las luchas y organismos sindicales y políticos, lo cual solo era posible con una superior fuerza numérica. Un aspecto a considerar es la militancia residente fuera de España, en algunos grupos la militancia estaba formada en parte por españoles emigrantes, quienes buscaban apoyos políticos, diplomáticos y financiación en su demarcación exterior, lo cual aumentará los números al ser cuantificados militantes. El PSOE en 1974 cuenta con 2.548 afiliados en España, según Eduardo Villaverde.[10] El PCE en 1975 cuenta con 15.000; José Ramón Montero, citando a Carlos Elordi en ‘La Calle’.[11] Santos Juliá escribirá: ‘mientras la oposición creaba plataformas democráticas, muy pocos españoles corrieron a engrosar las filas de los partidos y sindicatos que presuntamente deberían dirigir esa ruptura. Los socialistas no contaban en 1975 probablemente con más de 5.000 afiliados en el interior y en el exterior y los comunistas mejor organizados y activos … no debían llegar a 15.000’.[12]
En julio de 1976, CCOO celebra su Iª Asamblea General en Barcelona; 6.501 delegados eligen el Secretariado General, las fuerzas del PCE, a pocos meses de morir Franco logran 20 puestos de 27. El resto se lo reparten PTE, ORT, MC, 2 cada uno y 1 el PSP, (Wilhelmi [13]). Aunque la correlación no fuera equivalente al 74% que reflejan los resultados, sí habrá que deducir que la mayoría eran apoyos al PCE, superiores a lo sumado por el conjunto de fuerzas de extrema izquierda que peleaban dentro de CCOO, lo cual induce a pensar que su militancia conjunta sería muy inferior a la del PCE.
Otro ejemplo en la misma línea podemos observarlo poco después, en 1978 al ser elegida la Comisión Ejecutiva de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña, de 50 miembros, son elegidos 42 del PCE-PSUC, que representan un 84%, 3 miembros del MC, 2 de LCR y 2 independientes, (Joel Sans Molas)[14]. Sería fácil aceptar que, en esas fechas, la militancia del conjunto de la izquierda radical presente en CCOO no llegara, probablemente, a la mitad que la del PCE-PSUC. Enrique Aguilar Galán cifrará los afiliados a UGT referidos a toda España en 1976, en 7.000, y los del PCE en el momento de su legalización producida en 1977, en 15.000 militantes de cuota.[15].
Gonzalo Wilhelmi, en la obra citada, y para 1976 en Madrid, atribuye a ORT, 1.600 militantes, 500 al PTE, 200 al PC m-l, 300 al MC, + 300 simpatizantes, 100 a LCR… Siguiendo con los sindicatos para CCOO-Madrid da la cifra de 4.500 y 600 para UGT-Madrid. Un año después, 1977 se legalizan los sindicatos aumentando las afiliaciones, CCOO-Madrid aumentará hasta 349.000 y UGT hasta 2.000. Sin embargo a este crecimiento ilusionante pronto le siguió una caída, para 1980 afiliados y simpatizantes fueron muy inferiores a los de las elecciones de 1978.[16] En datos de CCOO vemos caídas a la mitad, y a la mitad. Mayores medios y apoyos de los reformadores permiten a PCE-CCOO y PSOE-UGT imponerse a los radicales, tanto en el ámbito institucional como en las luchas locales y sectoriales, las cuales frenan y encauzan, lo cual consiguen muchas veces porque numéricamente son superiores a las fuerzas radicales. Se extendió la práctica de romper carnets en las luchas, pero la extrema izquierda no consolidaba apoyos estables, como constató en las elecciones generales.
La militancia varía en cada etapa: 1965/1970/1975/1977/1979/1982 El objetivo a cuantificar son las opciones a la izquierda del PCE, PSOE, pero los datos de afiliación de estos partidos más grandes son más conocidos, lo cual permite cifrar las fuerzas de extrema izquierda por aproximación, considerando que éstas nunca lograron rebasarlos, salvo en contados lugares y momentos, de ahí la importancia de los datos de PCE-CCO, PSOE-UGT como referencia. Guy Hermet en su obra ‘Los comunistas en España’ cifra la militancia del PCE en 1968/69 entre 5.000 y 10.000 en el interior, en España, se basa en documentación interna, en informes de la CIA, y en ‘Spain. The Gentle Anarchy, de Benjamín Welles, New York F.A. Praeger. 1965, p 206’. En el libro cita a Carrillo, el cual habla en un mitin de 35.000 militantes, contando el exterior; en la misma obra Hermet cifra la suma de PC-ml y PC (internacional), en 1.000/1.500, sumando la emigración. [17] Jorge de Esteban y Luis López en ‘Los partidos políticos en la España actual’ se inclinan por la cifra de 5.000 militantes para el PCE, antes de la muerte de Franco, citando como fuente a Paul Preston.[18] Nicolás Sartorius en ‘La memoria insumisa’ da cifras del PSOE, para el XII Congreso en 1972, de 2.216 afiliados, y para el de Suresnes dos años después, en 1974, de 2.584 afiliados.[19] Para el primer congreso celebrado por el PSOE en el interior en 1976, Jorge de Esteban y Luis López en el libro citado dan la cifra de 8.000 miembros. La militancia fue más dura y reducida en los ‘60 que posteriormente y no encontramos las mismas dificultades en los años 1970 al 75, que después, en los que hubo mayor permisividad social y legal, en parte lograda por las luchas sociales y la transición a la democracia, ello explica la existencia de más de un centenar de siglas de partidos, grupos, coordinadoras, sindicatos, agrupaciones…. Detenciones, palizas, cárcel y despidos se produjeron con mayor dureza durante la vida del dictador, aunque después en la transición también estuvieran presentes, no es posible olvidar los 250 muertos, asesinados por grupos ultraderechistas y por represión policial, en manifestaciones y huelgas, calles y despachos, por hacer una pintada o repartir panfletos… [20] En los años 1975, 76, 77 aumentó la militancia, -en 1977 se legalizan los sindicatos y se produce una explosión de afiliaciones-, período de efervescencia movilizadora, coincide una gran crisis política, primeros pasos de reforma, final de etapa desarrollista, la crisis del petróleo, continuos topes salariales, crisis industrial… para quien estaba dentro todo parecía posible. Pero las luchas duraban días, a veces semanas, muy pocas, meses, la movilización de los mismos individuos era ocasional, los activistas pasaban de unos a otros momentos y lugares, considerar todas las personas movilizadas como militantes radicales organizados establemente resultaba exagerado. Los resultados de las elecciones 1977 son un choque de sueños contra realidad. 535.000 fueron los votos sumados de la izquierda radical que se presentó a elecciones, -otros defendieron abstención, Octubre-Unión de m-l…-, el PCE obtuvo 1.709.890 votos. Así fueron analizados los resultados en la Revista ‘Manifiesto nº 31, julio de 1977’[21] El PSOE ha alcanzado el 28% de los votos y el 33% de escaños. En términos absolutos cinco millones largos de votos… Varios factores han concurrido: El PSOE no es un partido desconocido para la pequeña burguesía y la clase obrera, históricamente ha sido el partido de base obrera de mayor importancia hasta 1939. Aunque prácticamente desaparecido de la escena política hasta 1973 ha recogido una tradición y un recuerdo de su presencia política que sólo por la vía electoral se podía manifestar ya que no ha sido un partido de lucha. Así prácticamente han coincidido los triunfos electorales del PSOE en 1977 con los obtenidos en las votaciones del Frente Popular de 1936,… EI apoyo económico de la social democracia, fundamentalmente de la alemana ha sido decisivo para permitir desarrollar una campaña electoral amplia con presencia en todo el Estado y con las técnicas publicitarias que el marketing po1ítico exige a estos partidos electoralistas… Existe un último aspecto que ha privilegiado al PSOE y es la influencia de la ideología burguesa en el seno de amplios sectores populares que están imbuidos de las ideas burguesas del socialismo moderado, del anticomunismo…
El PCE ha obtenido 1.700.000, en Madrid 245.000 …/… (La izquierda radical) En Madrid los resultados electorales han sido:
Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781 Frente Democrático de Izquierdas. (PT). ……………………… 12.694 Candidatura Unidad Popular. (MC, MS, PCT)………………….. 5.078 Frente por la Unidad de los Trabajadores. (LCR, OIC, AC)… 3.001
El Equipo de La Vanguardia, cuantifica para el año 1977, en 4.000 los afiliados de LCR; 30.000 los del PCE y 20.000 los del PSUC; y 30.000 para el PSOE. [22]. Tezanos cifra en 51.552 los militantes del PSOE para 1977. [23] En torno a las primeras elecciones celebradas en 1977, el PTE y ORT conjuntamente, podían sumar 15.000 militantes, según Joaquín Aramburu del PTE; Andy Durgan, de MC, asigna 7.000 efectivos a MC; Wilhelmi da para LCR 3.500 militantes, 100 de ellos en Madrid y para OIC bastantes menos, asignará al MC 200 militantes mas 200 simpatizantes en Madrid, y 500 al PTE. Joel Sans en la obra citada, estima una cifra conjunta de entre 25/30.000 militantes la suma de PTE+ORT+MC+LCR+OIC. [24] Comienza el desencanto que se agravará tras las elecciones de 1979 en las que el conjunto de izquierda radical que participó en las mismas obtuvo un número y proporción total de voto similar, 500.000 votos, mientras, el PCE logró 1.938.487 votos. Siempre hubo trasvases de militantes de unos a otros partidos, aspecto que podría influir en engordar las cifras al ser contados doblemente las mismas personas en dos partidos diferentes; momentos puntuales que aceleraron los procesos fueron: la disolución del FLP en 1969, situación que provocó la difusión de militantes a diversos partidos; y después de las elecciones de 1977, los trasvases de militancia entre grupos socialistas y el abandono de parte de la militancia de izquierda radical que reforzarán al PSOE. Jorge Esteban en el libro ‘Los partidos políticos en la España actual’[25] cifra en pocos cientos los cuadros de: HASI, LAIA, ANV, ESB, conjunto que forman Herri Batasuna tras 1980; citando ‘La Calle’ para el PSUC da la cifra de 40.000 militantes en 1977 y caída hasta 20.000 en 1980; unos 110.000 militantes para el PSOE en 1981. Y José Ramón Montero sitúa la máxima de militancia PCE en 1981, con 160.000 militantes. Michael Buse da las siguientes cifras de militantes en 1982; PSOE 107.000; PCE 200.000; PTE+ORT 18.000; PCOE 9.000; ERC, EE 7.000 cada; LCR 6.000; HB, MC y UPG 5.000 cada formación; PST 1.000; PC ml 1.000.[26] En 1982 los sueños de muchos militantes radicales se desvanecen. Son años en los que se extiende el debate político la crisis del marxismo, aquí se traduce por el derrumbe de las concepciones revolucionarias clásicas, Stalin, Lenin, Mao; la vía democrático burguesa es imparable, se derrumba la concepción del partido, núcleo de élite representante del sujeto revolucionario, la clase obrera, que se diluye como tal, florecen otros sectores, progresistas, contraculturales que rompen la militancia comunista de compromiso y entera disposición, común a muchas de las organizaciones de la época.
Víctor Pérez Díaz, ‘Orden social: clase obrera y conciencia de clase: política y economía’. Papeles de Economía Española num 2. 1980
‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Gonzalo Wilhelmi Casanova. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.
Existen niveles diferentes de compromiso militante Las cifras sobre militantes cuantifican realidades diferentes. ¿A quienes nos referimos cuando utilizamos el concepto de militante? Hay cuadros en la mayoría de los partidos con similares grados de compromiso, sus vidas giran en torno al partido y su utopía, pero éstos se encuentran acompañados de otros muchos individuos con niveles diferenciados de militancia. Un militante revolucionario se mantenía establemente activo y sometido a disciplina orgánica durante años, desarrollando proyectos políticos. En los setenta, un partido podía movilizar en torno suyo a 3.000 activistas, incluso con una cierta estabilidad, -cercanos, afiliados, colaboradores…-, lo podía lograr menos de 500 cuadros militantes, organizados establemente, la tendencia será contar por encima, la totalidad. Huelga en una fábrica durante semanas, requería necesariamente compromiso y organización: en huelga miles de obreros, en asambleas formaban grupos de de agitación, de apoyo económico, de seguridad, de información a mass media, de relaciones…, decenas de obreros formaban esos comités, no necesariamente coincidentes con los sindicados que en ocasiones rompían carnets de CCOO y UGT por su comportamiento, los niveles de dureza, organización y compromiso podían ser altísimos. Pero, ¿Cuánto duraba?… En la fábrica podían trabajar inicialmente apenas una veintena de militantes de diversos partidos de extrema izquierda ¿Quiénes y cuantos sumarán cifras como su influencia en revistas e informes? A los pocos meses de la terminación de la lucha, los militantes de extrema izquierda que inicialmente trabajaban allí, seguían siendo los mismos. Esta es una constante de las luchas de los setenta, fuera en fábricas grandes o empresas pequeñas, bancos o textil, comercio o metal, grandes movilizaciones por las necesidades inmediatas. Lucha contra un despido, puesto en marcha un amplio abanico de formas de lucha, legales e ilegales, en muchas ocasiones se ganaba, pero los readmitidos no se incorporaban a la radicalidad, quizás te acompañaban unos meses, dejando de relacionarse al poco tiempo, después, se afiliaban a CCOO, que nunca aparecieron para lograr su readmisión. A pesar de ello CCOO en 1978 tiene 1.824.000 afiliados y cayó a 390.000 en 1981. Se podía ser agitador, de palabra y comportamiento vital, repartir panfletos, libros, revistas, realizar pintadas, pegar carteles, en la calle, o también en el trabajo. Se podía participar en saltos, -cortar las calles y agitar-, o posteriormente acudir invitado a la manifestación del 1º de mayo. No era lo mismo asistir a una charla, o varias, que acudir a encierros o guardas en las puertas de fábricas, participar en las acciones de apoyo a fábricas en lucha podía hacerse vendiendo cosas para lograr apoyo económico y difundiendo sus luchas con hojas y revistas o realizando asambleas y reuniones. Hacerlo un día, o de vez en cuando, o durante años. Muchas cifras no distinguen al militante que tuviera estabilidad organizativa, sometido a disciplina, del activista ocasional. Mucha gente luchaba a su nivel, colaboraba sin acudir a acciones de calle, prestaba casas para reunirse, o para guardar materiales y personas, contribuía económicamente, algo vital para funcionar. Unos pintaban en sus casas carteles o gráficos para propaganda y agitación, otros creaban objetos susceptibles de uso o venta, algunos transportaban, o compraban materiales necesarios, otros vendían prendas, manualidades, libros… Organizar implicaba asignar tareas, todas importantes, el cuadro sumaba gente a la causa, un cuadro militante tendría a su alrededor un grupo considerable de colaboradores, además de militantes y activistas con distintos niveles de organización y compromiso. Contar uno, diez o veinte, puede entenderse, aunque seguro que considerar como militantes revolucionarios la cifra mayor llevará a profundos errores. Hubo grandes movilizaciones callejeras de pocos días, períodos de luchas de un curso, reivindicaciones concretas en barrios y huelgas en fábricas que duraron meses, y hubo trabajo estable de varios años en todos los frentes, organizando y peleando, gente que un tiempo militó en un partido y después en otro, individuos que lucharon durante varios años, pero esta militancia siempre fue reducida, fueron pequeños núcleos de personas en relación al conjunto de la población, y nunca pudieron derribar al franquismo, hasta después de la muerte del dictador.
‘La actividad política anti-franquista era clandestina y solo llegaba a una pequeña parte de la población’, escriben Fullá y Puig. ‘Clases sociales y partidos políticos en la transición española a la monarquía parlamentaria’. Ferrán Fullá y Antonio Puig. Rebelión.
‘Guste o no, la -por todos los conceptos- ascendente clase media española no se movilizó de forma masiva contra el franquismo, como sí lo había hecho contra la monarquía Alfonsina. Se puede decir que la represión no bajó nunca la guardia y que en un régimen de estricta vigilancia policial pretender el éxito de una huelga general política o una movilización masiva contra la dictadura no pasaba de ser una quimera. Pero si los estudios sociológicos que ya entonces comenzaban a prodigarse no engañan, entonces podría aventurarse una razón complementaria: las nuevas generaciones de españoles situaban el orden como un valor político del mismo rango, o superior, que la libertad; se era demócrata siempre que serlo no implicara un desorden generalizado. Ahora bien, una revolución es, por definición, el mayor desorden… Santos Juliá.[27] El subjetivismo como apoyo para sustentar postulados políticos previos
La expresión de ‘Franco murió en la cama’ designa que la dictadura duró mucho sin derribarse, lo cual indica, además de la dureza extrema de su represión, que aquella sociedad se sustentaba en millones de españoles nacional-católicos, franquistas sociológicos, en muy superior número y fuerza que quienes pretendían acabar con el Régimen. La existencia de aquella amplia base social pudo comprobarse durante la transición, millones de españoles eligieron preferencias políticas y alternativas concretas decantadas por opciones derechistas, nacionalistas, centristas y dentro de las izquierdas preferían las opciones revisionistas y reformadoras, marginando a los anticapitalistas, o radicales. Así, la lucha diaria era titánica, requería de impulsos movilizadores que se suponía aumentarían inflando cifras de movilizados en acciones, aumentando el número de seguidores en convocatorias que reafirmaran las fuerzas, el subjetivismo era herramienta para sustentar postulados políticos que las cifras demostraban seguían mucha gente. Era una manera de animar, de fortalecer en la unidad militante de esa línea política defendida por el partido, máxime cuando gran parte de la militancia no había entrado en los partidos por convencimiento y selección mediante contraste de opciones políticas diversas, entraba por azar, por un compañero que te caía bien, por tu pareja, por amiguetes del barrio o la facultad... El contraste de sueños y realidad sería patente en las elecciones de 1977. Así destacaba los datos referidos a parte de la izquierda radical en Madrid la citada revista Manifiesto nº 31.[28] Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781 Frente Democrático de Izquierdas (PT). ……………………… 12.694 Candidatura Unidad Popular (MC, MS, PCT)………………….. 5.078 Frente por la Unidad de los Trabajadores (LCR, OIC, AC)… 3.001 Los resultados en Madrid con una población trabajadora que oscila alrededor de 1 millón dan idea clara de la influencia política…. ORT habla en Madrid de 40.000 militantes en el Sindicato Unitario… días antes llamaba a la Huelga General por su legalización. El PT en Sevilla hablaba de miles de campesinos, obreros, intelectuales, amas de casa etc. que iban a los mítines de García Castro. Esos miles eran en cada pueblo naturalmente… El resultado electoral en Sevilla provincia fue FDI, 18.000 votos…. En Madrid obtuvo 12.694 votos. Cuando realizaron la fiesta de San Blas (Madrid) hablaban de 80.000 personas que habían participado ¿Donde están?
Las revistas partidistas daban cifras muy altas de participación en todas las acciones, pero los que estábamos allí sabíamos que, por ejemplo, no eran necesarios varios miles para traer en jaque a la poli durante dos horas en unas calles, un centenar de individuos pueden hacerlo tras un salto bien organizado. Si varios miles no consiguen formar una cabecera de manifestación en una calle, quizás fuera porque eran cientos y no miles. Si a una convocatoria de apoyo acuden cientos de individuos, cuadra mal aceptar militancia de miles. Si la militancia del PCE y CCOO frenaban habitualmente las luchas de fábricas o sectores, mal encaja aceptar la existencia de mayor militancia que la suya en los impulsores de izquierda radical. Miles de militantes atribuidos a las acciones de extrema izquierda no son compatibles con asistencia de cientos en la manifestación del 1º de Mayo. Por supuesto movilizaciones vecinales, obreras y estudiantiles de miles de individuos fueron habituales, y compatibles con que no fueran dirigidas por uno u otro partido, aunque aceptemos que hubiera presencia de algunos militantes de múltiples siglas dentro de esos colectivos; la autonomía de muchas movilizaciones fue habitual, tanto como la auto-adjudicación de todo cuanto se movía en la propaganda partidista radical. Las cifras son terreno resbaladizo susceptible de herir, además de atentar contra postulados sustentados en ideas como: el pueblo haría caer la dictadura; la inmensa mayoría de los españoles en un lado se enfrentaba a la camarilla del Pardo; La gente, todos contra la oligarquía financiera y terrateniente; Los españoles quieren una revolución y están en puertas; no se llegó a ella porque unos pocos, traicionaron a la mayoría revolucionaria del pueblo…
Las cifras de militancia, recordadas a posteriori, pueden estar idealizadas
Agosto de 1969, festival de Woodstock; hubo 400.000 personas. A medida que pasó el tiempo, las encuestas que preguntaban sobre la asistencia, daban respuestas de millones de personas que afirmaban haber estado allí. Escucharían a Jimi Hendrix, The Band, Ten Years After, Joe Cocker, Canned Heat, Blood Sweat & Tears, Santana, Crosby Stills Nash & Young, Jefferson Airplane… o Janis Joplin, pero no en Woodstock. Las cifras sobre militancia pueden estar contaminadas por idealismos, aquello que valoramos, queremos resaltarlo. La idealización de vivencias personales es normal, siempre que dichas experiencias sean entendidas de manera positiva por el entorno social. Individuos que en su día pudieron estar cerca de la organización A, o que colaboraran en algún momento con ella, podrían definirse como militantes de la misma si con ello obtuvieran reconocimiento, e inflar su número dará mayor relevancia.
Algo similar a lo reseñado sobre Woodstock ocurrió en España. Compañeros de trabajo que nunca movieron un dedo, nunca repartieron un panfleto en la puerta del metro, no asistieron a una manifestación, ni se implicaron en compromiso alguno… eran capaces de decir años después, ‘te acuerdas de cuantas manifestaciones hacíamos’.
Altos números y proclamar victorias, pretenden generar moral de grupo
‘’Todos los partidos y todas las naciones, así como todas las religiones, saben que los sentimientos compartidos son una fuerza de unidad,… La cooperación, la espiritualidad e incluso el amor podrían añadirse a los ‘patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje y compasión’ darwinianos como componentes del pegamento social, pero resulta difícil identificarlos. En cambio hay otra emoción más palpable que está en el centro de muchos credos: el dolor es inmediato, devastador y fácil de reconocer. Steve Jones.[29] Cooperación, espiritualidad, amor, patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje… son términos ampliamente utilizados dentro del movimiento obrero y en las revoluciones. También fue utilizado para construir la sociedad nueva, el dolor como pegamento social. Puede ampliarse el significado de algunos términos religiosos a significados políticos: iglesia, partido, religión, comunismo, sacerdotes, nomenclatura, clero, élite política, etc. Muchos comportamientos religiosos se identifican con prácticas políticas y a la inversa. Religión y política son poderosos agentes de exclusión y unión, la militancia radical era durísima, no facilitaba la suma de adeptos, máxime cuando la utopía desaparece. Ambos quieren edificar una visión del mundo sustitutiva de la existente, construir una interpretación particular de la vida con principios ilusionantes y aterradores; ambas militancias requieren actividad social, exigirán proselitismo, agitación y propaganda sometidos a reglas y normas de organización grupal; ambas promueven la certeza en sus principios doctrinales y en su paraíso hasta el enfrentamiento con otras doctrinas que siempre serán falsas; una escisión construirá su identidad no solo a favor de un nuevo paraíso y generando otras normas de comportamiento y organización, además fomentará el odio hacia los otros, -toda identidad se construye con elementos pro y contra-; en ambos casos se fomenta la fe en las propias teorías y sus intérpretes, fomenta la adoración a sus obispos, a la élite ejecutiva, acompañada del desprecio a cualquier otra élite. Ambos, el partido, la secta, consideran ser los únicos fieles interpretes de textos sagrados en los que se apoyan, tienen toda la razón; sus integrantes, sus líderes se comportan como elegidos por el destino, dotados de superior calidad al resto de mortales los permite definir nítidamente la finalidad, el paraíso hacia el que caminar y los enemigos a destruir; ambos determinarán los fines a lo que todo queda subordinado, todo es permitido al ir encaminado a lograr el objetivo; las estructuras del grupo premiarán al obediente, asimilarán a quienes defiendan el discurso interno y reprimirán, expulsarán a quienes no se sometan…
Tras el 23-F y las elecciones de 1982
Durante la Transición la velocidad a la que corrían los acontecimientos era enorme, la aceleración personal y social hacía estragos en las posturas individuales y colectivas, modificando comportamientos militantes, individuales y sociales, de relación, de gustos, de preferencias… La aceleración histórica y mayor conocimiento del exterior influyeron en el abandono de ideas revolucionarias, marxistas, favoreciendo que se extendieran nuevas estructuras colectivas de encuadramiento político. En ese tiempo fue completamente normal el transvase de militantes de unas a otras agrupaciones, en mayor medida hacia el destino del socialismo, y pocas veces al revés, hacia el comunismo. La estructura asociativa PSOE se adapta a esta realidad y demuestra un buen trabajo de sus cuadros de organización que consiguen adecuar lo interno con la política externa, la capacidad de influir en la sociedad, en los deseos de cambio de millones de españoles. Ningún otro partido supo adecuar organización y política como los socialistas, ello incluyó sin duda la aceptación y utilización de las capacidades de militantes de la izquierda radical, el partido que pretendiera gobernar necesitaba miles de cuadros experimentados insertados en la sociedad. El apabullante triunfo del PSOE en las Elecciones Generales de 1982, más los resultados de la derecha, junto a los pocos votos recibidos por opciones izquierdistas, marcan el fin de etapa para los grupos y partidos de la izquierda radical. Los sueños revolucionarios se desvanecen, si bien desde bastante antes vivíamos señales que lo indicaban, las elecciones de 1982 son el punto de inflexión. La crisis del marxismo, sobrevenida poco antes, dio nombre a una época en la que fueron replanteadas muchas cuestiones por grupos e intelectuales del entorno marxista que pretendían construir la Nueva Sociedad sin clases y sin explotación.
Naturalmente las cuestiones internas y personales fueron muy importantes en las rupturas políticas, pero una mirada al conjunto de la izquierda radical muestra que muchas organizaciones sufrieron procesos similares de escisiones, crisis y desaparición por los primeros ochenta, lo cual permite afirmar que las relaciones políticas, y personales, iteraban con la crisis del entorno que era dominante, las mismas bases materiales, ideológicas, políticas, afectaron a la militancia radical de manera similar en toda España.
La militancia izquierdista-radical fue erosionada por las perspectivas democráticas a finales de los setenta tras muchos años acumulados de luchas, disciplina, privaciones... Todo partido es una máquina de lucha por el poder, externo e interno, los marxistas leninistas,… aceptaban las tensiones que surgían bajo el criterio supremo de que el fin justifica los medios. Cuando el fin revolucionario se evapora, los medios no se soportan y aumentan las grietas.
El PSOE se configuró a finales de los setenta y comienzo de los ochenta como la única opción susceptible de alcanzar el poder político mediante las urnas, una de cuyas explicaciones con mayor fundamento se encuentra en la voluntad ampliamente mostrada por la ciudadanía, que apoyaba, prefería y deseaba medidas transformadoras de la sociedad, pero sin que éstas fueran revolucionarias. La base social sobre la que debía actuar y los deseos de la sociedad en general, empujaban en la dirección democrática, recuperar tiempo y libertades de la etapa republicana, incluidas las nacionales (la memoria histórica tuvo importante papel) y la lucha por satisfacer necesidades básicas de libertad, justicia, legalidad. Y por supuesto mejora de las condiciones materiales de vida. Este marco político, que se puede calificar de socialdemócrata, para conseguirlo, para intentar satisfacer esas necesidades era obligatorio dotarse de la maquinaria de partido necesaria, urgentemente. El Partido Socialista entonces, se fue construyendo con varios grupos y retales e individuos, pero evidentemente hubo una intención de crear un gran marco socialdemócrata, más democrático y abierto tradicionalmente que el comunista, menos contaminado históricamente por purgas y excesos ideológicos, un partido en el que tuvieran cabida miles de personas de distintas procedencias, imprescindibles para lograr dirigir una sociedad que necesitaba unos 50.000 cuadros dirigentes; ministros, subsecretarios, directores generales, mandos policiales, militares, alcaldes, concejales, dirigentes de empresas públicas, administración educativa, sanitaria y universitarios, senadores, congresistas, cargos de partido, sindicales, en definitiva un sinfín de cargos intermedios de múltiples departamentos de la Administración del Estado y empresas públicas. Para miles de militantes de todas las opciones políticas aparece la posibilidad de transformar la realidad, por lo que se desencadena una masiva incorporación de militantes de extrema izquierda y del PCE, preparados profesionalmente y curtidos políticamente, se dirigen hacia el PSOE el cual tiene necesidad imperiosa de varios miles cuadros para cubrir múltiples necesidades y niveles de compromiso. Así desde finales de los ’70 y primeros ‘80 se produce el trasvase de militantes de los partidos y de organizaciones obreras, vecinales y universitarias. El Partido Socialista de esa etapa, no está compuesto por los viejos socialistas que ordenan y mandan y desplazan a los rincones los añadidos izquierdistas, la militancia del partido lo será con los socialistas antiguos de todas las corrientes que se unen en 1979, los nuevos procedentes de su casa y además con la valiosa incorporación de unos cuantos miles de cuadros izquierdistas en todos los niveles, lo cual le dotó de gran fuerza y capacidad de influencia en la sociedad que es lo que consolidó sus triunfos. Muchos militantes revolucionarios, extrema izquierdosos, quedaron fuera de esta nueva realidad. Poco después de los primeros triunfos socialistas varios miles arrojaron sueños perdidos en aquello que se llamó desencanto. Existió, pero nunca fue tan extenso como se llegó a escribir, se confundieron los síntomas de frustración con otros aspectos presentes en aquella situación: el aspecto citado anteriormente de la incorporación de los activistas de izquierda radical al PSOE para dedicarse a tareas de administración política quitaba luchadores de las calles y trabajos, y el segundo aspecto que influyó fueron los cambios que se detectaban en la realidad que modificó la vida a millones de españoles que percibieron avanzar en el cumplimiento de sueños por primera vez en la historia.
A modo de epílogo
Éramos muy pocos en la izquierda radical y la inmensa mayoría de españoles no quería revoluciones, si bien las movilizaciones en el tardo franquismo fueron muy fuertes, lo fueron fundamentalmente por mejorar las condiciones de vida y defenderse de las agresiones, despidos, sanciones, topes salariales, inflación, paro… era evidente que la gente no apoyaba las opciones políticas que pretendían un Nuevo Mundo Socialista, eligieron una sociedad parecida a la francesa, mejora de condiciones de vida, libertades, derechos, formas sociales europeas eran el objetivo deseado por la inmensa mayoría; por ello rechazaron sumarse a las opciones de la izquierda radical.
La actividad política de la militancia de extrema izquierda fue muy importante, hasta el punto de en bastantes ocasiones torcer la rama al otro lado, lo suficiente como para que la resultante de la Transición no fuera totalmente continuista, pero las fuerzas radicales quedaron lejos de los objetivos expresados en sus documentos, lo cual lleva a preguntarse ¿por qué? Una de las respuestas debería ser: porque éramos muy pocos. Éramos muy pocos en relación: al conjunto de los que se enfrentaban al franquismo por mejorar sus condiciones de vida, pero no por la revolución, éramos pocos en relación a la suma de antifranquistas y/o demócratas que pretendían reformas en la senda europea, incluso éramos pocos en relación al conjunto de las fuerzas de izquierdas que apoyaron la ruptura/reforma pactada en la senda democrática. Las movilizaciones y luchas lograron amplias libertades ciudadanas, nacionales, feministas, participativas… y agua caliente y fría, colegios y universidades para sus hijos y por primera vez en la historia también para sus hijas, atención sanitaria, pensiones, centros sociales y cívicos, viajes del Imserso, hospitales, etc. etc. Esta realidad que transformó a millones de españoles no fue aceptada por muchos activistas que contemplan lo logrado como una derrota y dejan la propiedad de los éxitos en manos derechistas; sin considerar que lo conseguido contiene muchos de los sueños y proyectos presentes en las luchas del movimiento obrero, anarquista, comunista, socialista, tales como ideas sobre la libertad, de sindicación, de desplazamiento, de matrimonio y divorcio, sobre igualdad y derechos a la educación y sanidad para los no pudientes, derecho a pensiones que permitan vivir sin trabajar por vejez, enfermedad, paro o discapacidad, etc. Las injusticias y explotación continúan bajo otras formas –siempre lo harán en cualquier sociedad- y la militancia para combatirlas adopta nuevas maneras en variados terrenos de lucha, feminista, ecologista, sindicalista,…en general acomodados a una nueva sociedad democrática burguesa.
Manuel Herranz Montero, Noviembre 2016. Presentado al Congreso ’Las otras protagonistas de la transición’. Febrero 2017
[1] ‘Un modelo en la oposición al franquismo. Las organizaciones frente (FLP, FOC, ESBA) I y II’. Tesis de Julio Antonio García Alcalá. Universidad Complutense de Madrid.
[2] Los artículos de J.M. Roca en ‘El proyecto radical. Auge y declive de la izquierda revolucionaria en España (1964-1992)’. José Manuel Roca (ed.) Los Libros de la Catarata [3] ‘Los católicos en la España franquista’, Guy Hermet, CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986. ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. José Babiano. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t. 8, 1995, págs. 277-293. La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’. José Fernández Segura. Universidad de Barcelona. 2005.
[4] ‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Num 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972 http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm [5] Un ejemplo de los trabajos de J.R. Montero entre muchos ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. José Ramón Montero. Reis 34 , 1986 [6] ‘Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975. Pere Ysás. Crítica. 2004 [7] ‘Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995 [8] ‘Comunicación de masas y tránsito político en España (1975-1980) Miquel de Moragas Spa Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Autónoma de Barcelona. [9] ‘Prensa y política en el tardofranquismo (1962-1975). La rebelión de las élites’. Juan Francisco Fuentes. Universidad Complutense de Madrid. ‘Los intelectuales y la transición política. Estudio del campo de las revistas políticas en España’ Juan Pecourt. Monografías CIS 253. 2008. ‘El Viejo Topo (1976-1982) Cuando la participación es la fuerza’. Jordi Mir. Rebelión. ‘Salir de los márgenes sin cambiar de ideas. Pensamiento radical, contracultural y libertario en la Transición española’. Jordi Mir García. Ayer 81. ‘Análisis de las principales ideas sobre la noción de ruptura difundidas en España durante la transición’. Jordi Mir. Tesis. Universitat Pompeu Fabra. Barcelona.
[10] ‘PSOE en la Transición (1974-1979).Una aproximación histórica.’ Eduardo Villaverde Marruedo [11] ‘Partidos y participación política: algunas notas sobre la afiliación política en la etapa inicial de la transición española’. José Ramón Montero Gibert. Revista de Estudios Políticos, nueva época, num. 23 septbre-octbre 1981. En el mismo trabajo citando a José María Maravall cuantifica en 4.000 los militantes del PSOE para 1975. [12] ‘Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995. Página 36. [13] ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Gonzalo Wilhelmi Casanova. Tesis 2014. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras. [14] 'Entre las instituciones y la movilización: La crisis de la izquierda radical durante la transición.' Joel Sans Molas. Universitat Autónoma de Barcelona. [15] ‘A propósito de un aniversario: La transición española en su perspectiva histórica'. Enrique Aguilar Gavilán. Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes,ISSN0034-060X,Nº. 141, 2002,págs.61-78
[16] ‘Los obreros españoles ante el sindicato y la acción colectiva en 1980’. Víctor Pérez Díaz. Papeles de Economía Española num 6. [17] ‘Los comunistas en España'. Guy Hermet. Ruedo Ibérico. 1972 en castellano. [18] ‘Los partidos políticos en la España actual’. Jorge de Esteban y Luis López Guerra. Editorial Planeta 1982. [19] ‘La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco’. Nicolás Sartorius y Javier Alfaya. Espasa 1999. [20]Sobre represión y asesinatos en la transición pueden verse: ‘Las otras víctimas de una transición nada pacífica’. Gonzalo Wilhelmi. Universidad Autónoma de Madrid. ‘La violencia terrorista en la transición española a la democracia’. Ignacio Sánchez-Cuenca. Instituto Juan March y Universidad Complutense. ‘Justicia, Política y Memoria. Los legados del franquismo en la transición española.’ Paloma Aguilar. Estudio/Working Paper 2001/163. Febrero2001. ‘Memoria de la transición española. Lecturas contra el olvido’. (Periodo 1976-1980) Recopilado por: V. Antonio López. ‘Tanatopolítica bajo el franquismo y la transición.’ Domingo Garí. Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, separata nº 12. ‘Todas las víctimas del terrorismo’. Documentos para la historia- Documentos para la paz. Tomo VIII... (1975-2004)
[21]Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977-elecciones-generales.html
[22] ‘Las elecciones del cambio’. González, Grases, Pujol, Villafané. Paza y Janés. 1977. [23] ‘Estructura y dinámica de la afiliación socialista en España’. José Felix Tezanos.Revista de Estudios Políticos (Nueva Época). Núra. 23, Septiembre-Octubre 1981. [24] Obras citadas de Joel Sans y Wilhelmi y ‘La izquierda radical en España durante la transición a la democracia’. Tesis consuelo Laiz Castro. Universidad Complutense de Madrid. [25] ‘Los partidos políticos en la España actual’. Jorge de Esteban y Luis López Guerra. Editorial Planeta 1982. [26] ‘La nueva democracia española’. Michael Buse. Unión Editorial. 1984 [27] ‘Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores. Ediciones Pléyades. 1995. Páginas 34,35.
[28] Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977-elecciones-generales.html [29] ‘Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.’ Steve Jones. Turner. 2015’’