Revista Salud y Bienestar
Desde aquella mítica iniciativa #cambiacongreso, las cosas han cambiado algo (lentamente, eso sí) pero siguen siendo muy habituales los encuentros tradicionales, con mesas redondas clásicas, más centradas en "vender" proyectos o presentar novedades que en debatir y fomentar el intercambio de conocimiento. Ya no sabemos si los organizadores no se han dado por aludidos de la necesidad de reformar el entorno congresual o es que las presiones de la industria y de los que tienen el poder son tan fuertes que no permiten cambiar el rumbo.Quizás haya que fomentar que los asistentes valoren el nivel de innovación de los congresos a los que asistan en una escala que vaya desde "rancio" hasta "disruptivo". O mejor aún, emitir un antisello: la R de "rancio".¿Y qué elementos se podrían valorar? Elección de temas y ponentes, relación con la industria (una cosa es la financiación y otra cosa es que a cambio de financiar el congreso tenga que "regalar" mesas, encuentros o talleres con contenidos más relacionados con el marketing que con la evidencia), uso de apps para votación en las salas, encuentros informales con ponentes (más allá de las salas enormes que dificultan la conversación), tiempo para debate, uso de instrumentos estilo desconferencia, participación de pacientes, acceso de pacientes y profesionales a todas las zonas del congreso, streaming, publicación de comunicaciones, presentaciones de ponentes e incluso vídeos, etc.