Novena entrega de la serie Charlie Parker.
a) Ex-militares de Iraq, suicidios, Trastornos de stress post traumático. Red de tráfico de antiguedades. Una psicóloga que los ha tratado a todos ellos.
b) Los personajes misteriosos de Connolly: el Coleccionista (viejo conocido), un tal Herodes (pavoroso) y otro ser que no se sabe bien a qué mundo pertenece, el Capitán.
c) El trípode que sujeta esta historia se completa con Parker y sus colaboradores.
Connolly siempre juega un poco con lo no natural (creo que aquí la palabra sobrenatural es inexacta): voces, sueños, muertos, criaturas casi demoniacas. En algunas historias viene más a cuento que en otras, y casi siempre logra un efecto aterrador, gracias al equilibrio que logra mantener con el realismo. Cuando este equilibrio se rompe hacia lo irracional, el lector deja de creerse lo que está leyendo, o cambia de registro hacia la ciencia-ficción paranormal. Para mi, en ese momento, lo aterrador pasa a convertirse en patético y gratuito.
Esta vez Connolly está al borde del descalabro narrativo, y se aprovecha de que ya nos tiene muy atrapados con Parker.
De los más flojitos de la serie.