Monocultivo: la soya ha transformado la producción agrícola en el Cono Sur. Año tras año, el cultivo aumenta en cantidad de hectáreas ocupadas, toneladas producidas, valor exportado y precio internacional. Pero los números esconden problemas estructurales y las graves consecuencias de un modelo agropecuario que debilita la estructura económica, provoca consecuencias ambientales irreversibles, daña la salud humana y genera mayor desigualdad social. En los campos de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay, donde predominan el hambre y la pobreza, se expande el monocultivo de soya, demandado para alimentar ganado europeo y chino y producir biocombustibles.
Como una plaga incontrolable la soya invade América Latina. Cada vez más porciones de tierra se destinan a este cultivo, especialmente en el Sur de la región, donde hay grandes extensiones fértiles para el desarrollo de la agricultura.
Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay tienen en total unas 50 millones de hectáreas sembradas con soya o soja, según su denominación en cada país. Y serán más en los próximos años.
No es un dato más entre otros: expresa el desarrollo de un modelo con fuertes consecuencias para los países que la producen y exportan a gran escala. Destinada a engordar el ganado en Asia y Europa para la producción intensiva de carne, y a la generación de biodiesel, la soya desplaza a los alimentos que consumen los seres humanos en un mundo donde al menos 870 millones de personas padecen desnutrición crónica (una cifra que supera en una vez y media a la población total de América Latina).
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Leer informe completo en Revista América XXI nº 96 » Informe Especial, pags. 24-31., Ignacio Díaz, 1 jun 2013.
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