Es muy probable que alguna vez hayas experimentado cierta inquietud al estar en una tienda de ropa y sentirte observado por uno de esos maniquíes que modelan la ropa y que, por alguna razón, no acaban de darnos mucha confianza, a causa de ese enigmático aspecto de estar tramando algo en tu contra en su mente, mientras buscas ese saco o vestido que tanto soñaste.
Más allá de que lo anterior es una evidente exageración, en México existe un maniquí que, gracias a su aspecto y una leyenda que gira en torno a ella, seguramente podría producirte escalofríos si pasaras frente a su escaparate.
Te estoy hablando de “La Pascualita”, un maniquí del que se cuentan infinidad de aterradoras historias, y que tiene la peculiaridad de estar a la vista del público, para deleite de aquellos que les gusta experimentar las leyendas de miedo en carne propia.
A simple vista parece una linda maniquí vestida de novia, que tal vez puede llamar la atención por la ternura que irradia; no obstante, la gente que la ha visto cuenta que si pones atención puedes notar detalles que te podrían hacer querer salir corriendo del lugar. Muchos afirman que la Pascualita les ha sonreído, ha cerrado los ojos e incluso hay quienes aseguran que por las noches se sale de su vitrina para vagar por el barrio. También se dice que te puede seguir con la mirada o que se le ha visto llorando. Lo más perturbador es que las trabajadoras del lugar han renunciado y dado su testimonio de haber experimentado cosas paranormales con ella, como haber visto aparecer momentáneamente venas verdosas en sus piernas al momento de vestirla o venas rojas en sus ojos, como si fuera real.
Antes de profundizar sobre los tenebrosos rumores que se cuentan sobre la Pascualita, hablemos acerca de su origen y la razón que la convirtió en blanco de leyendas.
Todo comenzó en marzo de 1930, cuando un local de vestidos de novia de Chihuahua, México, de nombre “La Popular”, colocó un lindo maniquí en un aparador, que portaba uno de los vestidos de ensueño que se ofrecían a las ilusionadas futuras esposas. A diferencia de los otros maniquíes expuestos a la clientela en esas épocas, éste tenía la peculiaridad de tener pestañas y cabello naturales, además de ojos de cristal, lo que le daba un aspecto muy real. La belleza de esa novia de cera era tal, que se le puso el mote de “La novia más bonita de Chihuahua”. La versión más aceptada acerca del origen de la Pascualita cuenta que la dueña de ese establecimiento, Pascualita Esparza Perales de Pérez, la mandó traer de Europa, específicamente de Francia. Aunque también se comenta que en realidad sí fue traída de Francia, pero doña Pascualita lo adquiriría en la capital de México, a través de una tienda llamada “El puerto de Liverpool”, de donde ella conseguía telas y otros materiales que revendía en su negocio.
Cabe mencionar que la Pascualita en realidad fue bautizada por su dueña como “Chonita”, al haber sido llevada el día de La Encarnación; no obstante, se adoptó el nombre de Pascualita gracias a que la gente la llamaba así por el gran parecido de la figura con doña Pascualita.
Desde el principio llamó la atención de la gente por su aspecto tan real y diferente a cualquier otro maniquí. Al principio sólo causó cierto revuelo por tal razón; no obstante, las leyendas en torno a la Pascualita surgieron alrededor de 1967, cuando empezó a comentarse que la maniquí estaba viva y que incluso en las noches se movía, cuando el negocio estaba vacío. Muchos aseguraron verla sonreír o mover los ojos. Esos rumores tomaron más fuerza cuando doña Pascualita, dueña del maniquí, falleció en el año 1967.
Posteriormente comenzaron a divulgarse tenebrosas historias acerca de una supuesta “verdad” que escondía la Pascualita. Entre las leyendas más inquietantes, se cuenta que la hija de doña Pascualita murió el día de su boda, en el altar, ante la mirada de todos los presentes, a causa de la picadura de un insecto ponzoñoso. Tras este lamentable hecho, doña Pascualita mandó embalsamar a su hija y la recubrirla con cera y parafina, para vestirla de novia en su negocio, honrando su memoria, recordando que la desafortunada mujer murió antes de casarse, a la vez que tendría a su hija con ella para siempre.
En los tiempos de mayor fama de la Pascualita, varios visitantes de diversos lugares de México acudían a verla. Se dice que a causa del rumor de que la Pascualita en realidad no era un maniquí sino un cuerpo embalsamado, la dueña de El Popular recibía muchas acusaciones de personas que condenaban tal hecho. Y es que el gran realismo de sus manos, sus ojos y sus facciones en general no hacían pensar otra cosa.
Tal fue el revuelo de ese rumor, que incluso personal enviado por las autoridades realizó una visita al establecimiento, con el fin de disipar las dudas y confirmar que en realidad se trataba de un maniquí. Una versión asegura que, en efecto, los inspectores determinaron que era un maniquí; sin embargo, otra versión dice que unos oficiales no pudieron revisar a detalle la figura, ya que sólo se permitió la revisión del rostro, lo cual acrecentó las sospechas de las autoridades.
Como ves, el aspecto de la Pascualita en conjunto con las historias que se cuentan sobre ella, la hacen un personaje digno de divulgar. No en balde hasta estos días El Popular la exhibe con orgullo, sabiendo que es querida por el barrio y que despierta la curiosidad de muchísimos turistas a lo largo del país que no dudan en visitarla.
La trascendencia de la Pascualita es tal, que incluso hay nuevas creencias sobre ella, aunque más amables que las anteriores, como el hecho de que, si adquieres un vestido de novia como el que ella porta, tendrás un matrimonio lleno de alegría y éxitos.