La belleza de las flores es algo que puede ser aprovechado con todos los sentidos (no solo con la vista, el tacto y el olfato). Comer flores es algo cada vez más común, especialmente por la enorme cantidad de propiedades medicinales que se siguen encontrando en ellas día tras día. Antes de ingerir flores comestibles, sin embargo, es importante poder identificar cuáles son las variedades más seguras y las partes de la flor que se pueden comer. Por otra parte, también tenemos que tener cuidado con las flores en las que se ha rociado algún tipo de pesticida. Las flores comestibles siempre deben ser consumidas en su mayor punto de madurez.
A pesar de que solo en las últimas décadas se ha empezado a hablar con mayor frecuencia sobre las flores comestibles, lo cierto es que eran utilizadas en usos gastronómicos desde hace cientos de años. La gran mayoría de las flores que producen las hierbas y especias con usos gastronómicos también pueden ser consumidas en forma cruda. Igualmente, es importante conocer las variedades más seguras de flores comestibles y evitar aquellas que tengan un posible riesgo de intoxicación por veneno.
Las flores comestibles deben ser recogidas en las primeras horas del día (por la mañana) y siempre es conveniente que tengan sus capullos abiertos. Después de su recolección las flores comestibles deben ser enjuagadas con agua tibia y puestas a secar entre servilletas de papel. Lo más recomendable es mantenerlas refrigeradas hasta su consumo. Algunas variedades, por otra parte, pueden ser desecadas para ser aprovechadas en otras preparaciones.
Las flores comestibles pueden ser consumidas crudas, en jaleas, mermeladas, salsas, vinagres, mieles y aceites. Actualmente está demostrado que la gran mayoría de las flores comestibles en su composición química tienen altos porcentajes de vitaminas A y/o C, junto a otros nutrientes de alto valor biológico.