Revista Insólito

Conocer el Cerrato en bicicleta III

Publicado el 25 junio 2022 por Monpalentina @FFroi
Conocer el Cerrato en bicicleta III

El día que hicimos esta Ruta nos recibió la localidad ferroviaria con agradables olores a vainilla, provenientes de la fábrica de galletas Siro, que ha dado trabajo a la zona durante muchos años. En estos días llegaron alarmantes noticias de que la emblemática planta galletera cerraba y dejaba a sus 197 trabajadores con incierto futuro que repercutiría en Venta de Baños, en el Cerrato, en nuestra provincia y en nuestra región, porque además el cierre afectaba a las factorías de tres importantes poblaciones (Venta de Baños, Aguilar y Toro). Afortunadamente, tras la incertidumbre, apoyo de los ayuntamientos, de las instituciones, de los vecinos, y la intensa lucha y negociación por parte de los Comités, ha habido arreglo, inversión, continua la producción, y hay futuro para todas las plantas. "La Siro" ha sido un pilar fundamental en Venta de Baños tras la desaparición de la Azucarera de Castilla, que fue "alma de Venta de Baños durante muchos años". Da pena ver los solares de la antigua Azucarera, solo se conserva su iglesia, la escuela y la casa del ingeniero. La especulación mató las esperanzas del pueblo, y dejó olores nauseabundos procedentes de vertidos y melazas contaminantes y perjudiciales para la salud, que precisamente en estos días al fin el ayuntamiento ha conseguido que se ejecute la limpieza para bien de los ventabañeses, un logro municipal ensombrecido por el gravísimo problema de Siro, que finalmente ha encontrado solución.

Conocer el Cerrato en bicicleta III


No ha desaparecido, pero ha sido anulado, uno de los más importantes nudos ferroviarios de España, hoy, convertido en apeadero de escasa categoría tras la llegada del AVE. En Venta de Baños el tren de alta velocidad ha destruido el ferrocarril convencional, y cientos de puestos de trabajo, además de terminar con la esencia ferroviaria de un pueblo nacido por y para el ferrocarril. Me da pena pasar por La Venta, origen del pueblo, y ver el mítico edificio en escombros, abandonado, a la espera de que el tiempo y sus inclemencias derriben del todo esta vieja posada.

Conocer el Cerrato en bicicleta III

Otro símbolo venteño, la vieja máquina de vapor luce en todo su esplendor, al igual que La Briquetera, restaurada y convertida en Centro Cultural.

Conocer el Cerrato en bicicleta III


Es Venta de Baños un pueblo moderno que curiosamente posee, en Baños de Cerrato, la iglesia más antigua de España, con más de mil trescientos años de edad. Este contraste de modernidad y antigüedad convierten, posiblemente, a Venta de Baños en un pueblo único en España, en Europa y en el mundo.

El puente de Tariego sobre el río Pisuerga es para el ciclista la puerta del Cerrato. Tariego, tiene fama de buen yantar, prestigio ganado por el Restaurante Casa Chesmy, y el Mesón del Cerrato. Pero lo que nos ocupa ahora, no es comer, si no subir la empinada cuesta, que atraviesa Tariego, que se empina más aún al paso por los mesones y bodegas, camino del Alto de Valdecín. Ya he hablado en las anteriores rutas de la belleza y espectacularidad para el ciclista de este paraje que nos lleva al Alto del Murallón y Cevico de la Torre.

Cevico de la Torre

Conocer el Cerrato en bicicleta III

En las anteriores rutas hablé de la peculiaridad de este pueblo cerrateño, que te acerca a diferentes destinos del Cerrato Palentino y Vallisoletano. Hoy paso por Cevico para tomar la carretera de Población de Cerrato, que nos adentra en el Cerrato Profundo, sin tráfico, parece que la carretera estuviera en exclusiva para el ciclista. Nos esperan la subida al mítico Alto de la Ermita, y el descenso del no menos mítico Alto de los Pinos, dos parajes con encanto, que como Valdecín y el Murallón, son propios del ciclismo de competición, pero para el cicloturista son de categoría especial.


En esta ocasión no entramos en Población, ni tampoco en Alba de Cerrato, nuestro destino es Vertavillo, Castrillo de Onielo y Baltanás, siguiendo el valle por una magnífica carretera provincial que nos lleva a estas poblaciones cerrateñas.

Vertavillo

Conocer el Cerrato en bicicleta III

Impresiona desde la carretera de Alba la visión de la atalaya de Vertavillo, su peculiar adaptación al cerro, los restos de su muralla, formando un conjunto patrimonial, que hace que considere a este pueblo como de los más bellos del Cerrato. Desde lejos es difícil localizar, su monumento estrella, el rollo de justicia, que mimetiza el sol, y el blanco colorido de sus piedras, camuflando el monumento. Subir a Vertavillo no es sencillo, hay que hacerlo por una empinada cuesta con desnivel exigente hasta alcanzar la puerta de la muralla, que da acceso a la calle y plaza mayor, la iglesia, y el ayuntamiento. Todo es medieval en este recinto, casonas blasonadas, palacios, con un entramado de callejuelas con encanto por su estrechez y originalidad. Buscamos el espléndido mirador donde se sitúa el magnífico rollo de justicia, símbolo de Vertavillo y del Cerrato. No dejan indiferentes sus bodegas, otro símbolo del Cerrato.

Castrillo de Onielo


De Vertavillo pedaleamos rumbo a Castrillo de Onielo, siguiendo el valle, entre campos de girasoles y cereales. Castrillo domina el valle, y al igual que Vertavillo, se sitúa en un cerro. La empinada cuesta alcanza la puerta de su muralla, que da acceso a la plaza, su iglesia, sus casas blasonadas, sus casonas. Sorprende la buena conservación del pueblo, y el magnífico paseo de las bodegas y merenderos, con miradores que permiten visionar todo el valle. Descendemos por la inclinada cuesta de las bodegas al encuentro con la carretera que nos lleva a Baltanás, y observamos sus míticos palomares, algunos derruidos, y el molino, muy bien conservado. Camino de Baltanás ascendemos al monte de Castrillo, típica subida cerrateña, larga, curveada, la carretera tiene el atractivo de que se abre paso entre el bosque de encinas. Alcanzamos el páramo en el que desparecen las encinas en favor del cereal, a mitad camino se corta el páramo y da paso a un corto y original valle, empinado en el descenso, con ascenso de elevado porcentaje hasta alcanzar de nuevo el páramo. Largo descenso a Baltanás, que nos permite visionar una panorámica de la localidad de postal, en la que destacan la ermita de Ntra. Señora de Revilla, la iglesia de San Millán y las magníficas bodegas, declaradas Bien de Interés Cultural.

En Baltanás nos espera El Museo del Cerrato, de especial interés para conocer la comarca, su historia y peculiaridades. Interesante edificio que sorprende en su interior, en el que se da cita la esencia del Cerrato, sus poblaciones, su forma de vida, su vegetación, flora y fauna, además de originales cuadros de pintores cerrateños y exposiciones temporales. Al lado del Museo está la espectacular fachada del antiguo Hospital de Santo Tomás. De Baltanás me gusta todo, su calle y plaza mayor, sus casonas, fachadas decoradas, corrales, portalones con las puertas tradicionales. Bien merece una visita la capital del Cerrato, una parada en sus bares, gente acogedora con buena armonía entre generaciones. Me vienen recuerdos de la Media Maratón del Cerrato, que tres veces disputé, qué duro se me hacía el último tramo desde el campo de futbol a la plaza mayor. Baltanás es cuna de la Cooperativa Ganadera del Cerrato, hoy Quesos Cerrato, que distribuye sus magníficos productos por todo el mundo. De Baltanás iniciamos el camino hacia Hornillos teniendo que afrontar otro de los mitos del ciclismo palentino El Portillo de Baltanás, largo y con dureza, donde la carretera está esculpida en la ladera del cerro, y se oye el sonido de las aspas de los generadores que decoran el monte.

El descenso del Portillo de Baltanás nos acerca con rapidez a Hornillos, pueblo singular troceado por la carretera, con la zona de las bodegas, y el pueblo oficial que se encuentra en la margen izquierda. Parece Hornillos un vergel rodeado por los cerros, con los restos de su castillo y los Ojos del Cerrato situados en las oquedades de las yeseras de la antigua fábrica de Yesos Casero, que conserva instalaciones, poblado en ruinas y chalet.

Torquemada

La carretera es llana hasta Torquemada, a excepción de los elevados pasos del tren y la autovía. La industria del pimiento y hortalizas dan trabajo y riqueza a este pueblo, que nos recibe con uno de los mejores puentes y más largos de la provincia, con veinticinco ojos. Recientes reformas revistieron de puntiagudas piedras de granito su calzada, que imposibilitan el paso de ciclistas, obligados a circular por los estrechos pasos de sus orillas, sin poder disfrutar de las aguas del Pisuerga, de su soto y su molino. Merece la pena visitar Torquemada, su bella iglesia románica, que da entrada al cementerio, su gran iglesia parroquial, su calle mayor, engalanada con casonas que dan esplendor. Buena restauración, bares y vino, todo es bueno en Torquemada, que nos despide con sus majuelos, protegidos con típicos tapiales de piedra, en la zona del Barrio de las Bodegas, declarado Bien de Interés Cultural. Interesante también es visitar el paraje de la Ermita de la Virgen de Valdesalce. Torquemada pueblo con historia, lugar de paso de Juana La Loca, en el que nació su hija Catalina, que con el tiempo fue reina de Portugal. Tuvo el honor de acoger en verano al gran escritor José Zorrilla. Lo peor de Torquemada para el ciclista es subir la carretera que nos lleva a Villamediana, bautizada por algún carrerista como La Pestosa, porque se hace larga y no tiene atractivos hasta que se corona.

Villamediana

Tras coronar La Pestosa, el descenso a Villamediana es rápido curveando las lomas. Nos recibe Villamediana con naves, chalets y enorme frontón, pero el encanto está en su interior, pueblo bonito, medieval, bien conservado con puertas de su muralla, espectacular iglesia-catedral y buenas bodegas. El arroyo que desciende del monte, provocó inundaciones y muertes que se recuerdan en un monolito junto a la bella plaza del ayuntamiento. Villamediana te sorprenderá.

Valdeolmillos

Dejamos Villamediana para llegar al Portillo que desciende a Valdeomillos, y nos ofrece una bella panorámica de esta pequeña población, en el que destaca el ábside románico de su iglesia y las bodegas. La carretera atraviesa la bonita localidad, donde no está de más hacer una parada, antes de dirigirnos a la subida que alcanza el páramo, salpicado de encinas, que nos llevan al monte de Villalobón.

Villalobón

El descenso del monte de Villalobón a sus bodegas es rápido, adaptado a la ladera, con curvas que se superan sin dificultad, salvo la última, cerrada, peligrosa en la que hay que tomar las debidas precauciones. Impresiona ver todo Palencia, los cerros del Cristo y San Juanillo y Villalobón al completo, pueblo dormitorio, cuya iglesia parece acorralada por modernas edificaciones.

Visto también en la Hemeroteca
Diario Palentino, 25 de octubre de 2007

Imágenes: @Alfonso Santamaría


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