España no es una dictadura, pero tampoco es una democracia. En realidad es una dictadura de partidos camuflada de democracia, sistema del que adopta algunos rasgos. Pero la España del presente es. sobre todo, un país que está siendo empujado hacia la tiranía por un dirigente sin respeto al pueblo, con desprecio a la democracia, sin escrúpulos, peligrosamente ambicioso y con alma de dictador. Muchos ciudadanos, entre ellos los mas demócratas y honrados, quieren regenerar el país y democratizarlo, pero los políticos lo impiden porque el sistema actual les beneficia y les permite gobernar como tiranos, desde una democracia aparente. Se comportan como dictadores sometidos a ciertas reglas, que ellos mismos controlan desde la trastienda. Por otra parte, en el actual sistema político español no se cumplen las normas más sustanciales de las democracias: ni hay separación de poderes, ni existe una ley igual para todos, ni los ciudadanos están correctamente representados, ni hay suficientes controles a los políticos y a sus partidos, ni existe una sociedad civil independiente y libre, ni hay unos medios de comunicación que cumplan satisfactoriamente su misión de fiscalizar los poderes e informar libre y verazmente... Y además, para colmo de males, la Constitución es violada con frecuencia, aunque esos desmanes se oculten y disfracen. ...
Luchar contra una tiranía no es una opción sino un deber. En el caso de España, donde el tirano parece que pierde la razón, la dignidad y la prudencia con el tiempo, aceptando violaciones graves de la Constitución como la amnistía, el referendo de autodeterminación y el indulto arbitrario de delincuentes peligrosos, esa lucha contra el poder es obligatoria para todo demócrata.
Para acabar con un enemigo hay que conocerlo bien. Las dictaduras, incluso las camufladas de democracia, tienen puntos débiles que debemos conocer aquellos que aspiramos a convertirlas en democracias verdaderas. Entre ellos destacan los siguientes:
1. Se les puede restringir o negar la cooperación de muchas personas, grupos e instituciones que necesitan para hacer funcionar el sistema.
2. Los requisitos y efectos de las políticas anteriores del régimen, de cierta manera limitan su capacidad presente para adoptar y ejecutar políticas contrarias.
3. El sistema puede convertirse en rutinario en cuanto a su modo de obrar y ser menos apto para ajustarse rápidamente a situaciones nuevas.
4. El personal y los recursos ya destinados para las tareas habituales no estarán fácilmente disponibles para nuevas necesidades.
5. Los subordinados, temerosos de no complacer a sus superiores, pueden no proporcionar todos los detalles de la información que los dictadores necesitan para tomar decisiones.
6. La ideología puede erosionarse; los mitos y símbolos del sistema pueden perder su solidez.
7. Si hay una fuerte ideología que influye en la visión de la realidad, una adhesión firme a la misma puede ser causa de desatención de las condiciones y necesidades reales.
8. El deterioro de la competitividad y eficiencia de la burocracia, o los excesivos controles y regulaciones, pueden volver ineficaces las políticas y operaciones del sistema.
9. Los conflictos institucionales internos y las rivalidades y hostilidades personales pueden dañar, o aún interrumpir, las operaciones de la dictadura.
10. Los intelectuales y los estudiantes pueden impacientarse por las condiciones o restricciones o el enfoque doctrinario y la represión. La lucha de los más inteligencias contra el tirano y el mismo sistema tiende a crecer.
11. El público en general tiende, con el tiempo, volverse apático y hasta hostil al régimen.
12. Las diferencias regionales, de clase o nacionales pueden agudizarse. De hecho, las diferencias entre regiones españolas alcanzan niveles intolerables, siempre por decisión personal del tirano.
13. La jerarquía del poder de una dictadura es siempre, hasta cierto punto, inestable y a veces lo es extremadamente; los individuos no permanecen inmutables en sus posiciones y rangos, sino que pueden elevarse o caer a otros niveles, o ser separados por completo y sustituidos por un personal nuevo.
14. Sectores de la policía o de las fuerzas militares pueden actuar para lograr sus propios objetivos, aún cuando esto sea contra la voluntad de los dictadores en el poder, y llegar hasta el golpe de estado.
15. Si la dictadura es nueva, necesita tiempo para afianzarse bien.
16. Como en una dictadura muy pocos toman muchas decisiones, es probable que ocurran errores de juicio, de política o de acción.
17. Si el gobierno está buscando evitar estos peligros, y descentraliza los controles y la toma de decisiones, su control de los puntos clave para el poder puede deteriorarse aún más.
18.- El dictador supremo se cuece en su propia salsa y se corrompe hasta el extremo de volverse torpe, lento y miserable, generando rechazo y desprecio.
19.- la economía, sin libertades reales, se resiente y suele retroceder.
20.- Las tiranías, incluso las que son cuidadosamente camufladas, desprenden un olor nauseabundo que termina inundándolo todo y generando odio al dictador, que suele sufrir desprecios del pueblo, abucheos y otras ofensas.
Como resumen cabe destacar que la más eficaz medida para acabar con una dictadura es acabar con el tirano, expulsarlo del poder y, si es posible, castigarlo en los tribunales para que su modelo no vuelva a recobrar vida. Sin su poder, siempre personal y centralizado, su maldito sistema tiránico suele derrumbarse.
Francisco Rubiales
Revista Opinión
Conocer los puntos débiles de las dictaduras para combatirlas y democratizarlas
Publicado el 18 septiembre 2023 por FrankySus últimos artículos
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