El objetivo de todo escritor es ser leído. Pero, lograr que el mensaje, sea cual sea este, llegue en su totalidad no es fácil en los tiempos que corren. La constante sobre carga de información y los tentadores estímulos externos, entre otros factores, hacen cada vez más difícil la atención y el compromiso del lector con el texto.
Para lograr este objetivo existe una serie de técnicas y parámetros que, de ponerlos correctamente en práctica, ayudará en gran medida a capturar el interés del lector asta el final.
En esta ocasión hablaremos del tempo de la narrativa. Pero no debemos olvidar también factores de vital importancia como: un título llamativo, un vocabulario acorde y en sintonía con la historia, la correcta construcción de los personajes y el equilibrio de la trama solo por nombrar algunos de ellos.
No solo la creatividad y la originalidad son necesarias al momento de elaborar un texto. Ya sea éste un cuento, una novela o un simple artículo informativo, han de ser elaborados considerando un tempo correcto. El tempo es el factor que marca el ritmo con el que el lector avanza por nuestra historia, en otras palabras; la velocidad de lectura.
El tempo lo componen tres elementos del ritmo narrativo, a saber: El resumen, la escena y la descripción. Estos elementos se relacionan directamente con la percepción tiempo espacial del lector. El arte con el que intercalemos elementos narrativos en nuestros textos determinará la sensación de velocidad con la que avanza la historia.
El resumen.
En este momento los hechos se cuentan por fuera del tiempo real. Se condensan tiempos y hechos en un solo relato. Se usa para proveer al lector de información necesaria y ubicarlo en tiempo espacio. Aquí es donde la historia avanza y en donde no es necesario profundizar en los detalles de los elementos ni de las acciones.
La escena.
La escena se usa para narrar acciones en tiempo real. Aquí es donde aplica la frase “No lo digas, muéstralo.” Si es necesario contar un hecho, siempre es mejor hacerlo mediante acciones verbalizadas. Esto sitúa al lector directamente en la acción. Los hechos que se narran bajo esta modalidad se cuentan como si los estuviéramos presenciando, segundo a segundo. Los diálogos y las acciones ayudan a que el lector viva la narración en tiempo real. No es lo mismo decir: Juan estaba contento, a decir, Juan entró en la habitación silbando y bailando, con una sonrisa por cara.
La descripción.
La descripción sirve para contar, con lujo de detalles, sobre un determinado momento o personaje de la historia. Se trata de un momento donde se detiene el tiempo y la acción transcurre mucho más rápido de lo que el lector tarda en leerla. Esto enlentece el ritmo de lectura. Por tanto, no es aconsejable abusar de este recurso ya que el texto se hace eterno. Es ideal para trasmitir sensaciones externas como las relativas a la atmósfera o el ambiente. Jamás debe usarse cuando lo que queremos trasmitir es algo sorprendente, esto corta por completo la acción.
Ejemplo de descripción:
Marc, conducía su auto por la carretera desierta. Las luces de su auto cortaban la noche y las gotas de lluvia marcaban un hipnótico contrapunto con el motor. El aroma de tierra húmeda se iba colando por las rendijas que Marc, había dejado apenas abiertas en los cristales del coche.
Como vemos en el ejemplo anterior, el tiempo narrativo es mucho más lento que el tiempo de lectura. Si quisiéramos sorprender al lector con una colisión o la inesperada intromisión de alguien que venía escondido en el asiento trasero, por ejemplo, jamás deberíamos usar este recurso pues, se pierde el impacto que queremos causar con la sorpresa.
Por último, hagas oraciones demasiado largas y siempre asegurarnos de no aburrir al lector con descripciones innecesarias o resúmenes fuera de lugar.
Se ha de buscar un equilibrio en el ritmo de la Hacer, esperar, revisar y recortar y luego, volver a recortar…
Aquí algunos consejos al margen pero igualmente importantes:
Consejos de un grande
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De kokomaster.