Vamos a contar una historia que tiene como objetivo hacernos reflexionar.
Alfredo (llamamos así a nuestro personaje ficticio de nuestra historia real) tiene 32 años, está casado y lleva una vida normal. Le gustan los perros y adora a su mujer. Sus aficiones son singulares y quizá algo antagónicas entre sí: le gustan el deporte, los videojuegos, actividades al aire libre y fumar en pipa.
Alfredo siempre ha tenido un sueño, ser policía. Pero Alfredo es coordinador de márketing y ejecutivo de cuentas en una empresa de comunicación.
Se sacó la carrera en el tiempo mínimo (a curso por año) y un doble Máster para el que, además, consiguió una beca.
Su trabajo consiste en dirigir y coordinar las actuaciones y relaciones con todos los clientes de su empresa y servir de nexo de unión entre éstos y sus proveedores. Además, coordina 3 grupos de trabajo al mismo tiempo (logístico, creativo y de comunicación) para que su trabajo sea un conjunto y no la unión de varias partes independientes. Pero no solo eso sino que, además, Alfredo, ha recibido el cargo de Director en exclusiva de una de las cuentas (así se llaman a los clientes) de su empresa para quien dirige y coordina la comunicación interna y externa y el merchandising de la misma.
Vamos a supopner que, además, su trabajo le pide una disponibilidad extra en horas de su tiempo libre y fines de semana.
Pero la realidad es que Alfredo detesta su trabajo. Nunca le gustó… pero es muy bueno en ello.
La mootivación de Alfredo está bajo mínimos porque la realidad es que su contrato es de Auxiliar Administrativo, que apenas llega a los 1.100€ al mes y que, si plantea una subida de sueldo acorde a sus funciones y responsabilidades, posiblemente se encuentre un aviso de en 15 días tu contrato finalizará.
Por eso Alfredo, ahora listo para intentar cumplir su sueño de ser policía, el cual no intentó antes por tener problemas de visión que más tarde se ha podido operar, se levanta cada día pensando. Pensando en el día en el que pueda llegar a su jefe y decirle que, lamentándolo mucho, Alfredo tiene que irse; que ha encontrado (o se ha ganado) un puesto en el que su trabajo sirve para algo más que llenar el bolsillo de una sola persona.
Y esque Alfredo no ha sido Policía antes porque no ha podido y, para salir del paso, estudió y trabajó en algo que de sobra sabía no le gustaba pero que le ha permitido casarse y empezar a formar una familia.
¿Cuántos Alfredos conocéis?