[Conociendo a...] Regina, a.k.a. The Evil Queen

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[Conociendo a...] Regina, a.k.a. The Evil Queen

Marina Montes 24 enero, 2014 0

Cuando hablamos de cuentos de hadas, siempre necesitamos una bruja mala que nos haga el trabajo sucio. Porque un cuento sin un villano es como un café sin azúcar: no está mal, pero le falta algo. En Once Upon a Time hay varios villanos, pero si una destaca por encima de las demás es Regina. O la Reina Malvada -T,, que suena mejor-. Ella es el villano por excelencia, tan malo, tan malo, que hasta nos cae bien. Porque para ser malo hay que tener estilo. Regina es la maldad personificada: mala como ella sola, tratando de fastidiar a cuantos más mejor.

Al principio tuvo su corazoncito

Antes de descubrir el lápiz de labios rojo ciruela de MAC era adorable.

Pero nadie es malo porque sí. Al principio de los tiempos Regina era una joven bondadosa a la que sólo le importaba salir a cabalgar por el bosque y encontrarse con su amado, un mozo de cuadras. Ambos se montaron su propio cuento de hadas y fueron felices hasta que Blancanieves se cruzó en sus caminos. Como gratitud por haber salvado su vida, el padre de Blancanieves pidió matrimonio a Regina, quien no tuvo otra que aceptar, a pesar de que ella seguía enamorada. Pero Blancanieves, entrometida y cotilla, confesó a la madre de Regina que ésta planeaba escaparse con su amado. Y claro, se lió: la madre los pilló y le sacó el corazón al mozo. Hay que ver cómo son las suegras… Pero no acaba aquí la historia. Si la pobre Regina no tenía bastante, tiempo después Blancanives -cándida e inocente pero torpe como ella sola- le confesó que ella la había delatado. ¿Os hacen falta más motivos para centrar el resto de vuestra vida en amargar a alguien? Porque a mí no.

De escoba le viene a la bruja…

Las dos tienen el mismo estilo, no hacen falta pruebas de ADN, ¿verdad?

Lo cierto es que la historia podría haber acabado de otra manera si hubiera encontrado la fórmula zen para olvidar y perdonar. Al fin y al cabo, a todos nos pierde la boca muchas veces. Pero con los genes que tiene, demasiado bien han terminado las cosas. Y es que si Regina es mala, su madre es lo siguiente. Maquiavélica y calculadora, Cora pasó de ser la hija del molinero a convertirse en una de las villanas más temidas del País de las Hadas. No llegó a reina porque la calaron antes de tiempo, pero luchó todo lo posible por convertir a su única hija en lo que ella nunca había sido. Y no dudó en utilizar las artes más oscuras y diabólicas para conseguir su objetivo. Regina nunca se lo perdonó y a pesar de que gracias a su madre se convirtió en la madrastra más poderosa del mundo -o los mundos-, siempre le tuvo un poco de recelo. Todo pareció cambiar en Storybrooke, cuando la maldición se hubo roto y su madre llegó a la ciudad acompañada de Garfio -el capitán más sexy que hemos visto nunca-: su madre cambió y por primera vez se sintió querida. Pero hete aquí que Blancanieves -otra vez- truncó sus destinos y acabó con la vida de Cora. ¿Tiene o no motivos para ser mala?

Rumplestiltskin: aliado y némesis

La relación de Regina con el resto de personajes es clara: odia a todo el mundo. Pero con Rumplestiltskin tiene algo especial: lo odia pero también lo teme. No en vano fue él quien le enseñó a controlar la magia y es culpable de todo lo que ha acontecido hasta el momento. La magia conlleva un precio fue la primera lección que Regina aprendió, así que se cuida bien de utilizarla a no ser que sea en su beneficio personal y dejándolo todo atado y bien atado. Sabe que es poderoso: él la ayudó a deshacerse de su madre en el País de las Hadas y le dio la maldición definitiva para acabar con la felicidad de Blancanieves. Pero también sabe que en Storybrooke ella tiene la sartén por el mango: por lo que pudiera pasar encerró en un manicomio a Bella, el segundo gran amor de Rumplestiltskin. Se odian y se respetan y sólo trabajan juntos cuando es estrictamente necesario, o cuando la vida de algún ser querido están en apuros.

Tiene sus debilidades: #SaveHenry

En el fondo, muy en el fondo, es una buena madre.

Ya que en el País de las Hadas no pudo tener hijos, Regina aprovecha su nueva vida en Storybrooke para tener todo aquello que se le negó anteriormente. No consigue el amor verdadero pero sí a un hijo adoptivo, Henry. Quiere la casualidad -o no- que Henry sea nieto de Blancanieves e hijo de Emma, “la salvadora”, y que la cosa se líe aún más. Es aquí donde vemos a la Regina más posesiva: es capaz de hacer cualquier cosa por salvar a su hijo. Incluso aliarse con sus enemigos. Y ahí la tenemos, en Nunca Jamás, intentando rescatar a Henry y trabajando mano a mano con Rumplestiltskin, Blancanieves, el Príncipe Encantador, Garfio y Emma. Un dream team de lo más fabuloso en el mundo de las hadas. Y es que aunque sea mala, malísima, en el fondo tiene sus sentimientos y es capaz de defenderse como leona herida si alguien intenta arrebatarle a su hijo, uno de sus bienes más preciados.

Ansias de poder

Regina es la más poderosa del Reino de las Hadas, así que cuando lanza la maldición que borrará la memoria a todos los habitantes del reino, lo deja todo bien atado: llegan a un mundo nuevo con identidades distintas, pero ella tiene que tener a todos comiendo de su mano. ¿Cómo lo consigue? Muy fácil: siendo la alcaldesa. De esta manera nada escapa a su control y sabe en todo momento qué ocurre con los habitantes de Storybrooke. Mejor aún: como recuerda la era pre-maldición, tiene la ocasión de regodearse con su maldad viendo como Blancanieves -ahora Mary Margaret- no vive con su príncipe y como todos aquellos que alguna vez la hicieron sufrir ahora son don nadies en un pueblo del que nadie puede ni quiere salir.

Qué mona va esta Regina siempre

Pero si hay algo que nos encandila sobre todas las cosas de Regina es su buen gusto al vestir. No en el mundo real, porque como alcaldesa de Storybrooke tampoco es que necesite un guardarropa espectacular -con los pantalones rectos y las chaquetas se apaña bastante bien-. Donde Regina demuestra todo su poderío vistiendo es en el País de las Hadas, sobre todo desde que se casa y se convierte en la reina. Y cuanto más mala, mejor luce: vestidos ceñidos, llenos de pedrería, encajes o bordados con terciopelo, combinando siempre colores oscuros como el negro, el añil o el rojo sangre. Desde ya la nombramos la mejor vestida forever and ever.