El lugar del que voy a hablar creo que merece la consideración de lugar muy interesante a visitar en Israel, sobre todo si te gusta la naturaleza. Su ubicación es entre los turísticos enclaves de Masada y el mar Muerto, y justo este aliciente hace que si estás de turismo por la zona incorporar una breve visita de dos o tres horas a este espacio protegido suponga un extra que suma considerablemente.
Como os decía, Ein Guedi es un oasis en el desierto. No sé cómo aparece la idea de oasis en vuestro cerebro, pero yo no esperaba justo eso, aunque igual hay variedad de oasis y el que yo he conocido ha sido sólo un tipo.
Lo que encontramos al llegar a Ein Gedi es una taquilla en la que hay que pagar y te proporcionan un mapa de la reserva. También hay mesas para picnic, un supermercado y una tienda que sirve helados, granizados,etc. Por supuesto, dado que en este paraje puedes bañarte en sus aguas dulces hay aseo y vestuario. Hay autobús desde Jerusalén, pero si quieres hacer combo de Masada, mar Muerto y Ein Gedi tal vez la opción más práctica (obviando coche) sea contratar una excursión a los tres sitios en Jerusalén, ya que te llevan y te traen y te ahorras dar vueltas.
La estrella del parque es el damán roquero (Procavia capensis). Yo tenía mucha ilusión por ver a este animal tan peculiar, ya que aunque tiene aspecto de roedor es un Hiracoideo, y sus parientes vivos más cercanos son los elefantes, por extraño que parezca. Como os decía, mis ganas de verlo eran altas, y mis sentidos estaban concentrados en intentar divisarlos a toda costa, pero cual fue mi sorpresa cuando en la propia entrada me los vi correteando por el tejado del edificio de entrada, ¡más fácil imposible!
En cuanto das tus primeros pasos ya dentro de la reserva la sorpresa crece, porque los damanes están por todos lados y encima no huyen ante la presencia humana, sino que les da bastante igual que haya gente o no.
Las sorpresas no acaban ahí, ya que el otro animal estrella, el íbice de Nubia, se presenta ante el visitante con la misma confianza, con total tranquilidad y como si el ajetreo de turistas no fuera con ellos.
Como naturalista ya sólo por ver a estos dos animales merece la pena la visita, pero lo divertido del oasis es que puedes bañarte bajo las diversas cataratas que caen de las montañas. El paisaje es peculiar, poniendo las pocas pinceladas de verdor en kilómetros a la redonda, y el sendero no se hace nada difícil, porque puedes refrescarte continuamente o buscar la sombra. Además, si lo que quieres es ver algunas especies y relajarte en las cataratas sólo tendrás que caminar unos quince minutos.
En cuanto a aves pueden disfrutar de una enorme cantidad de estorninos de Tristram, los auténticos reyes del oasis. También hay cuervos desertícolas, colinegro común y collalba monje, además de grajillas, gorriones, etc. No sé si algunos de estos nombres en español están bien, porque no acostumbro a saberme los nombres en español de animales que no están en España -salvo los que todos conocemos-, y tiendo a aprenderlos en inglés y el nombre científico.
He de decir que un incendio accidental debido a la colilla de un turista quemó un enorme porcentaje del oasis, por eso igual encuentran mucho árbol quemado y tierra sin nada, pero poco a poco la vegetación se va recuperando y en cuanto pasas esa zona que ardió el verdor vuelve a abrirse camino.
Lo dicho, os he dejado algunas fotos que dan testimonio de lo que he contado. Personalmente me llamó más la atención este enclave que el archiconocido mar Muerto, lugar en el que una vez te has hecho la foto flotando ya no tienes más nada que hacer. Si vais de viaje naturalista aquí podéis disfrutar a placer de algunas especies que no todo el mundo tiene la suerte de ver, y si vais de viaje de disfrute relajado también hay sitio para ustedes, porque bañarse bajo unas cascadas es algo agradable cuando viajas por el desierto.