Conociendo la Historia…por César del Campo de Acuña
Los juicios de Salem
Salem, pueblo fundado por una cofradía de pescadores en el invierno de 1623, es uno de esos lugares marcados por el horror de unos hechos abominables e inhumanos que perseguirán siempre a su historia. Independientemente de toda la ficción filmada, escrita y narrada entorno a los sucesos que le han dado fama mundial a la población situada en la bahía de Massachusetts, Nueva Inglaterra (a unos 30 kilómetros al norte de Boston), la crónica real de los mismos es lo suficientemente interesante como para ser contada sin la necesidad de añadir ni una pincelada de horror a lo que se vivió en la calles y juzgados de la villa entre febrero de 1692 y octubre del mismo año.
Los hechos que desencadenaron los trágicos eventos por los que Salem pasó a la historia, ocurrieron cuando la hija del Pastor, Betty Parris y su prima, Abigail, de 9 y 11 años respectivamente, comenzaron a presentar un comportamiento extraño tras jugar de manera prolongada con Tituba, esclava antillana, del Reverendo Parris. Tituba entretenía a las niñas con historias de terror, leyéndoles la fortuna en claras de huevo y trucos de manos sencillos a pesar de que estos divertimentos no eran aprobados por la estricta moral de los puritanos. Sucedió entonces que las niñas entraron en una especie de trance que presentaba síntomas tan peculiares como convulsiones, jerigonza (incoherencia en el habla), llanto aleatorio y comportamientos bestiales (como según recogieron las crónicas de la época). En poco tiempo la histeria corrió por las calles del pequeño asentamiento colono y eso se tradujo en más casos como los de Betty y Abigail.
El más destacado fue el de Ann Putnam de 12 años de edad, hija de una de las familias más importantes de Salem. Ann, no solo presentaba los mismos síntomas que Betty y Abigail, sino que además aseguro que lucho con una bruja que pretendía decapitarla. Cuando las niñas fueron examinadas por el galeno del pueblo, este no encontró ningún problema médico que estuviera causando el extraño comportamiento de tal manera que atribuyo la conducta a la influencia del mismísimo demonio y fue entonces cuando el caso pasó a las manos del Reverendo Parris.
Hay que entender que en la Massachusetts puritana la existencia de las brujas era una realidad aceptada, ya que con anterioridad ya se habían ejecutado a mujeres acusándolas de esta practicas (el caso de Ann Glover de 1688, por ejemplo). Según la biblia de los puritanos, las brujas podían crear dobles invisibles de sí mismas y atormentar y torturar a quien quisieran sin ser vistas y eso precisamente era lo que parecía que ocurría con Betty y Abigail.
Las pesquisas para averiguar quiénes eran las brujas detrás del comportamiento de las niñas llevo a un vecino del pueblo a buscar un método basado en la magia popular para descubrir a las siervas de Satanás. Este pidió a una panadera que orneara un pastel con centeno, harina, huevos y comida para perros (supuestamente, y en lugar de lo que la cultura popular cree, los perros eran emisarios de las brujas y no los gatos) que sería servido a un can para que les condujera a sus maléficas amas. Tituba además añadió a la mezcla la orina de las niñas enfermas. Todo aquel remedio enfureció al Pastor (a fin de cuentas el puritanismo estaba tratando de erradicar todo este tipo de prácticas) y ordena rezo y ayuno para contrarrestar la brujería, pero los ataques de las niñas y demás mujeres (la madre de Ann Putnam, una prima y una criada) no remitieron.
Fue entonces cuando el reverendo comenzó a presionar a las mujeres para que confesaran quien era la bruja y estas, aterradas ante la idea de ser acusadas de brujería y posteriormente colgadas (acabaras con la hechicera decían las escrituras) señalan a Tituba como la responsable. De tez morena como los enemigos de los puritano (la tribu Wabanaki) Titutba se convirtió en la cabeza de turco ideal para las niñas. Aquello fue suficiente para que comenzara el proceso.
En Marzo, con nadie trabajando los campos debido a que el suelo estaba congelado, el improvisado tribunal estaba abarrotado. Tituba, presionada por las miradas acusadoras de la sala, las preguntas de los encargados de presidir la vista y el miedo a ser golpeada, confiesa una historia tenebrosa en la que detalla encuentros con el diablo, el cual toma la apariencia de un hombre alto de pelo negro, un gran perro negro o un cerdo (lo que provoco que las niñas comenzaran a repetir sus palabras al unísono) a la vez que asegura que ha visto a un pájaro amarillo besar el dedo de otra bruja, lo que la empuja a acusar a otros vecinos de estar al servicio de Satanás. Sarah Osborne, Sarah Good, otra mujer a la que no reconoció y un hombre alto son acusados por la esclava del Reverendo Samuel Parris. En total acusa a 5 personas más, ya que asegura a ver visto las firmas de más vecinos en el libro de Satanás.
Los magistrados Howthorne y Corwin, no poseen autoridad legal para dictar sentencia ya que solo se trata de un examen. Sin embargo si tienen potestad para detener sospechosos y Tituba y las mujeres a las que acuso (una mendiga y una mujer de vida alegre) son encarceladas a pesar de que las dos nuevas sospechosas niegan ser brujas. Comienza la caza de brujas y la histeria. La siguiente acusa es la respetable Martha Corey, una mujer de buena posición y conocida feligresa. El pensamiento extendido es que si Martha Corey es una bruja, entonces cualquiera puede serlo. El examen de Martha Corey fue un espectáculo dantesco, en el que cada defensa de Corey era respondido por un coro de gritos por las Putnam, las mujeres supuestamente embrujadas por ella (se dice que los Putnam tenían rencillas con los Corey). Por otro lados los Putnam querían crear una nueva iglesia en el pueblo y muchos de los aldeanos se opusieron (debido a que tendrían que pagar más impuestos) y los primeros (los Putnan y los que les apoyaban) fueron los principales instigadores de las acusaciones de brujería y los que se opusieron a la creación de esa nueva iglesia los acusados.
En abril de 1692 la locura se ha apoderado de la aldea. Cualquier cosa extraña es aceptada como de brujería y todo tipo de historias disparatadas son aceptadas como pruebas en exámenes y juicios. Cualquiera puede ser un brujo o una bruja. A finales de ese mes ya hay seis mujeres más acusadas de brujería (entre ellas una niña de 4 años, la hija de Sarah Good) en la pequeña cárcel de Salem. Las condiciones de la prisión no son las mejores (estaba pensado como un lugar en el que los reos pasaran una o dos noches, no semanas), ya que en invierno es una nevera y en verano es un horno, Los carceleros no cambian el agua a las presas y si estas querían tener comida, buena paja o ropa de cama limpia tenían que pagar al carcelero o al sheriff (el sobrino del Magistrado Corwin, que cada vez que sacaba a alguien de su casa acusado por brujería volvía más tarde a confiscar propiedades de los acusados).
Uno de los primeros hombres acusados (por los Putnam) es el antiguo reverendo George Burroughs (Pastor de la aldea de 1680 a 1683). Según Ann Putnam, el espíritu de Burroughs se le aprecio en sueños para decirle que él era el líder de los adoradores de Satanás y que había matado a sus dos primeras esposas y que había embrujado a los soldados que combatían a los indios en las fronteras de Maine (donde, por aquel entonces Burroughs era pastor). Su actitud insolente durante su interrogatorio y el hecho de no ser un pastor ordenado formalmente por una congregación puritana le empujaron a las abarrotadas cárceles.
El 27 de mayo el gobernador ordena que se cree un tribunal especial en el pueblo de Salem. El jurado estará conformado por hombres venidos de todo el condado y el tribunal por tres distinguidos jueces que, curiosamente, no tenían idea alguna de ordenación jurídica (eran comerciantes o líderes de la colonia, pero no hombres versados en leyes). Hay que recordar que en el derecho ingles del siglo XVII, los acusados no tenían derecho a un abogado, empujando a acusados y acusadas por brujería a defenderse por sí mismos ante un tribunal gobernado por la sinrazón. El primer caso visto por el tribunal fue el de Bridgette Bishop, mujer de 50 años de edad que 12 años antes ya había sido acusada de brujería y que fue declarada inocente. Los acusadores de Bishop no se encontraban solo en el estrado ya que también estaban entre los asistentes al mismo. Las interrupciones constantes que sufrió el proceso por los supuestos ataques que Bishop estaba dirigiendo por medio de la brujería a la multitud dominan completamente todo lo que ocurre en la sala y la voluntad de los jueces. El veredicto, como no podía ser de otra forma, dictamino que Bishop era culpable. El 2 de junio de 1862 el Juez William Stauton dicta la primera sentencia de muerte de los Juicios de Salem. Es ejecutada el 10 de junio y tarda varios minutos en morir ahorcada por su propio peso. Uno de los jueces, indignado por la ejecución abandona el tribunal, pero los juicios siguen adelante.
El 19 de Julio, 5 mujeres más son ejecutadas. Sarah Good es una de ellas. Son ahorcadas debido a que se negaron a confesar y acusar así a otras mujeres. Curiosamente, las mujeres que confesaron sus actos de brujería y acusan a otras mujeres (como Tituba), no son condenadas. Uno de los que no acepto confesar fue George Burroughs. Burroughs si fue acusado por 8 de las brujas confesas de ser el director de algunos de sus aquelarres, lo cual tuvo que ser toda una conmoción para los puritanos. Warrows rechaza las acusaciones y pone en duda la teología puritana (esta decía que el diablo podía adoptar el espectro de cualquiera que firmara en su libro). El 19 de agosto Warrows es ahorcado, pero antes de ser ejecutado recita el Padre Nuestro (algo que supuestamente los brujos y brujas no podían hacer) poniendo a la muchedumbre que se arremolinaba junto al cadalso a su favor. Aquella muerte fue el precedente de las ejecuciones de septiembre, las más sangrientas de todo el proceso de Los Juicios de Salem.
En septiembre de 1692 nueve personas más mueren ahorcadas o de maneras más brutales tras ser declarados culpables de brujería. El marido de Martha Corey, acusado de brujería, no solo negó los cargos por los que se le acusaban sino que además se negó a seguir colaborando. Su castigo fue morir aplastado por rocas que le fueron apilando encima. El martirio duro dos días. Tres días más tarde su mujer es ahorcada junto a otras 7 personas que negaron a acusar a otras personas y a confesar sus actos de brujería.
Un adinerado comerciante de Boston comienza a criticar abiertamente a los jueces y al juicio a la par que algunos de los confesores que han salvado la vida tras acusar a otras personas comienzan a tener remordimientos. Margaret Jacobs bruja confesa de 17 años que mando a la horca a Burroughs y a su abuelo de 80 años escribe una carta a los jueces tras la ejecución de este último, en la que confiesa que lo que dijo contra el pastor y su abuelo era absolutamente falso. No fue la única en retractarse de su confesión. Los jueces comenzaron a juzgar incluso a los que acusan a otros de sus vecinos. De repente, las acusaciones disparatadas cesan. A finales de octubre el gobernador disuelve el tribunal de Salem, pero aun así muchas de las personas acusadas han de ser juzgadas en tribunales convencionales. Pasarían otros tres meses hasta que fueran liberadas las 49 personas restantes acusadas de brujería. Tres habían muerto en prisión. Tituba, un año después de ser encarcelada es puesta en libertad y entregada a un nuevo amo, ya que el pastor Parris se niega a pagar. En 1697 uno de los jueces pide el perdón público. En 1703 el tribunal de la colonia de Massachusetts rechaza buena parte de las pruebas presentadas durante los juicios de Salem. En 1706 Ann Putnam presenta una disculpa formal a su iglesia y a las familias de a quienes empujo a la horca, argumentando que lo hizo engañada por Satanás. En 1711 la colonia comienza a realizar compensaciones económicas a las familias de aquellos que fueron acusados. Después de aquello el sistema jurídico dejo de prestar atención a las acusaciones por brujería o a cualquier asunto relativo a las creencias populares.
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