Revista Cultura y Ocio
En febrero de 1916, Roberto Firpo ya tenía suficiente fama para ser un suceso la presentación de su orquesta en el café “La Giralda”, en 18 de Julio y Andes de Montevideo, lugar que hoy ocupa el Palacio Salvo.
“…un día llegó un señor acompañado de unos quince muchachos - todos estudiantes - para decirme que traían una marchita y querían que yo la arreglara porque pensaban que allí había un tango. La querían para la noche, porque la necesitaba un muchacho llamado Matos Rodríguez” recordó esa noche histórica Roberto Firpo.
El muchacho se llamaba Gerardo Hernán Matos Rodríguez, próximo a cumplir 19 años, y era el hijo del dueño del cabaret “Moulin Rouge”. Sus amigos lo apodaban Becho y era un pianista aficionado que había compuesto una marcha para los próximos carnavales para la comparsa de la Federación de Estudiantes del Uruguay.
Becho tuvo la intención de acercarle una copia del tema al renombrado Firpo, para que hiciera un arreglo y la transformara en tango. Pero no se animó a hacerlo. En su lugar, su amigo Manuel Barca (a) Barquita, le presentó la copia a Firpo quien de una ojeada se dio cuenta que tenía un buen material entre manos.
“Esa marcha tenía sólo dos partes y yo le agregué una tercera colocándole cuatro compases de un tango mío poco conocido, ‘La gaucha Manuela’, y, en la parte final, inspirándome en el ‘Miserere del Trovador’ de Verdi” contó Firpo.
A la noche, Roberto Firpo y su orquesta estrenaron el tema en “La Giralda” y fue un éxito rotundo. El público llevó en andas a Matos Rodríguez y el tango instrumental ganó su primer momento de gloria.
Se había tocado, por primera vez en la historia, el tango “La cumparsita”.
El nombre, cuenta la leyenda, se debió al calificativo que ganaron Matos y sus amigos, quienes habitualmente salían de ronda a cantar por las calles montevideanas, lo que motivó que un mozo italiano de un bar del Parque Urbano (el actual Rodó) los señalara en su cocoliche de inmigrante como “otra vez la cumparsita de los estudiantes”.
Roberto Firpo, a fines de ese año, fue el primero en grabarla para el sello Odeón. Hay dos versiones más del tango, una de Juan Maglio y otra del dueto Alonso – Minotto. Posteriormente, se encontró una versión del trío Cobián – Fresedo – Roccatagliata. Como es de imaginar, esta cronología generó innumerables polémicas de los historiadores tangueros, de un lado al otro del Plata, para dar la primacía nacional al tango que se transformó en un auténtico himno nacional en Argentina y Uruguay.
Pero esta parece ser la historia más probable y se habla que Firpo le ofreció a Matos Rodríguez firmar el tango en colaboración, pero Matos rehusó la oferta, posiblemente porque era menor de edad para registrar la pieza con su nombre.
Ésta es la versión que grabó Roberto Firpo en 1924:
“Creo que nunca pude hacer otro tango igual” asegura su sobrina Rosario que declaró Matos “Más adelante compuse otros tangos y otras músicas, algunos quizás mejores que el primero. Pero éste encierra un mundo de ilusiones y de tristezas, de sueños y de nostalgias que solo se viven a los veinte años. Fue un momento mágico. Y mágico fue su destino”.
El momento mágico, sin embargo, sopló solo por un ratito. Lentamente, la fama de “La cumparsita” se fue apagando para convertirse en un tango olvidado a principios de los años ’20. El propio Matos cedió los derechos del tema a la empresa Breyer Hermanos por módicos $20.
“La cumparsita” parecía condenada al olvido.
Pero, con ese misterio que tienen las canciones inmortales, encontraría su propio camino en el Olimpo del tango.
(continúa mañana)