Un niño puede mostrar una conducta agresiva por muy diversos motivos, puede ser debido a algún trastorno de tipo neurológico, como consecuencia de una relación conflictiva con sus padres o por problemas en el colegio. Sea como sea, este tipo de conducta va a tener graves consecuencias en su desarrollo social y emocional.
Las personas que responden de forma agresiva no suelen encajar bien en la sociedad y tienen muchos problemas en sus relaciones personales, e incluso a la hora de desarrollarse profesionalmente.
Lo mismo sucede con los menores.
La baja autoestima, la agresividad y el fracaso escolar están muy relacionados
Si un niño en el parque no deja que nadie baje por el tobogán y reacciona con violencia ante el resto, lo más probable es que acabe solo ya que nadie querrá jugar con él. Esto poco a poco irá minando la confianza en si mismo, se convertirá en un niño solitario, desconfiado y sin herramientas con las que acercarse al resto y establecer verdaderas relaciones.
El niño que no es capaz de adaptarse a su entorno por su actitud agresiva seguramente llevará asociados también problemas de fracaso escolar. Si esto no se corrige en la infancia, derivará en adolescentes y adultos con conductas anti sociales, baja autoestima y poca capacidad resolutiva.
El niño por si mismo no va a ser capaz de controlarse ni de valorar las consecuencias de su forma de actuar. Corresponde a los educadores y a los padres actuar para que el niño cambie una pauta agresiva por otra asertiva, evitando que se sienta frustrado al no poder salir de una situación que le impide desarrollarse con los demás de forma normal.
En general las conductas agresivas como tales conductas se pueden cambiar, solo hay que presentar a los niños otro modelo de actuación ante las situaciones en que reaccionan con violencia. Para ello habrá que ser sistemáticos y muy pacientes. Tener una estrategia de actuación será fundamental.
Estrategias de actuación
Lo primero será identificar qué tipo de respuesta se quiere corregir, con cuánta frecuencia se da, en qué situaciones… Una vez esté claro se tomarán las medidas para evitarlo o minimizarlo Si por ejemplo el niño le quita la pelota a los compañeros cuando no está el profesor habrá que procurar que siempre haya alguien vigilando. A partir de ahí hay que empezar a trabajar con las nuevas estrategias, como la resolución de problemas a través del diálogo, es algo que deben practicar los padres con el fin de que el niño tienda a imitarlos. Se debe reforzar también toda actitud alejada de la agresividad y recompensarla incluso para que el niño asimile que esto es lo adecuado.
Todo este proceso requiere paciencia y constancia, a las pocas semanas de seguir la estrategia planteada se podrán empezar a evaluar sus resultados. Hay que tener siempre muy presentes las consecuencias que tendrá para el niño el mantenimiento de conductas agresivas. El objetivo debe ser la reducación para lograr un adulto con relaciones interpersonales positivas, y que sepa afrontar las situaciones conflictivas con madurez.