Cuando un niño lleva a cabo una conducta o comportamiento que los padres no consideran adecuada suelen castigar al pequeño, amonestándole, privándole de algo que le gusta o en los peores casos utilizando la violencia física.
Muchos pensarán que una palmada en el culo, un manotazo o un golpecito en la cabeza no es violencia física, pero esto es un error.
Pensemos que ante un comportamiento inadecuado de un adulto reaccionáramos dándole unos azotes, es algo totalmente fuera de lugar ¿verdad? ¿Porqué entonces se contempla de forma natural que unos padres golpeen a sus hijos?
Hoy en día el modelo pedagógico está orientado a evitar el castigo físico
La excusa suele ser que los niños no saben razonar como los adultos, este es un punto de vista muy discutible. No se puede utilizar su capacidad mental para justificar la violencia, ¿qué pasa entonces con las personas discapacitadas? Ninguna teoría apoyaría enseñarles a base de golpes.
Lo que hay que hacer es ponerse en su lugar y empezar a valorar que aquellos comportamientos que son castigados quizá no merezcan ese trato. Puede que el que el niño venga a jugar con nosotros mientras vemos un programa televisivo no merezca un grito de rechazo, tampoco es justo que su intento por poner la mesa, que acaba con un vaso roto, le impida ver su serie de dibujos favorita, y menos aún ser castigado con golpes.
Pese a la creencia de que los niños no razonan lo cierto es que no razonan como los mayores, pero son muy capaces de entender qué conductas son correctas e incorrectas, cuáles hieren los sentimientos de los demás y que comportamiento es el aceptado. Mediante la palabra y el ejemplo aprenderá a comportarse sin que sea necesario levantar la mano.
Lo que no entienden los niños es porqué una actitud merece un tortazo, ya que normalmente los padres que reaccionan con violencia con sus hijos no tienen mucho criterio a la hora de distinguir entre unas acciones y otras. El niño no consigue sacar ningún aprendizaje, solo sabe que si lo vuelve a hacer será castigado, por tanto si se porta bien no es porque haya aprendido a no herir sentimientos o a hacer lo correcto, solo hará lo que le pidan por miedo a sufrir dolor.
El castigo físico también tiene consecuencias sobre la autoestima del niño
Resulta obvio que esta no es la mejor forma de aprender, los niños que sufren violencia física crecen y se desarrollan con un miedo que va minando su confianza y seguridad. Y algo muy importante, aprenden que esta es la forma de relacionarse con la gente que te importa. Si tus padres de pegan, porque te quieren y por tu bien, lógicamente esas son las armas que utilizaras en tu vida diaria. Su comportamiento con el resto de los niños será violento, lo que provocará su paulatino rechazo. El niño no contará con otras armas para desenvolverse en la vida y la violencia regirá sus acciones creando una pauta de comportamiento que si no se corrige afectará a su vida adulta.
El castigo físico, además del daño corporal va causando paulatinamente un gran daño psicológico. Un niño al que la persona que le debe querer y proteger le maltrata, va a tener una serie de secuelas que en muchas ocasiones requerirán de atención especializada.