CONSECUENCIAS TEÓRICO-IDEOLÓGICAS DE LA TOMA DE LA CIUDAD
La conquista de Toledo supuso a finales del siglo XI un acontecimiento con unas connotaciones parecidas a las que tendría la toma de Granada por los Reyes Católicos a fines del siglo xv. La restauración cristiana de Toledo se convirtió en el motor de la historia de la Península Ibérica, al ser el mayor impulso que sufría la empresa conquistadora desde que la trontera quedase fijada en la cuenca del Duero. Era la primera gran ciudad que volvía a manos cristianas, con un significado simbólico enorme. Su consecuencia más inmediata fue la reestructuración de todos los territorios de al-Andalus "".
Hasta el 1009 el califato permaneció seguro por la defensa que le brindaban las fronteras superior, media e inferior, pero a partir de ese momento fueron los reinos de taifas de Badajoz Toledo y Zaragoza los que actuaron como murallas frente los posibles ataques cristianos.
Con la toma de Toledo. sin embargo, se acababa con el reino central y los castellano-leoneses adquirían la posibilidad de cruzar Sierra Morena y atacar Córdoba, Jaén o Granada, o de bajar por las cuencas del Segura y del Júcar para lanzarse sobre Murcia o Valencia. Por ello, desde un punto de vista estratégico su conquista fue un auténtico desastre para al-Andalus. Se superaba definitivamente la frontera del Duero y era la primera gran victoria de la sociedad feudal "".
De esta forma, con ella" .. .10 que se llevó a cabo en el reino de Toledo fue una proyección del proceso de feudalización, que por esa época estaba ya prácticamente consumado en los territorios situados al norte ... " ""'. Además, con la capitulación de la ciudad se puso en marcha el plan político-ideológico que se había venido perfilando desde mediados del siglo IX, en el que Toledo jugaba un papel básico por su significado 107 como "el símbolo más potente de la ideología de la reconquista" 10" al ser la antigua capital del reino visigodo al que trataba de vincularse la realeza castellano-leonesa, y cuya restauración al cristianismo constituía un fin justificado y un objetivo supremo de la lucha frente al islam. Por ello, inmediatamente se va a difundir una imagen de la urbe determinada, considerándola como si de la cuna de la unidad política y religiosa de la Península Ibérica se tratase, con el fin de legitimar el poder de Alfonso VI y convertirle en el rey hispano más poderoso, y por lo tanto en una amenaza constante y sólida frente a las taifas 109.
A partir de su conquista éste estaría en condiciones de poderse intitular con mayor propiedad como Im-perator totius Hispaniae, título que ya venía utilizando, o mediante otros lemas de nueva creación como los de Imperator Tolelanus o Toletani Imperiui Rex el Magnificus Triumphator "". Estos títulos, lejos de ser una simple autoexaltación del poder personal del rey, le van a dar una legitimidad política básica para considerarse como el primero de los monarcas hispanos, y éstos así lo aceptaron al reconocer su derecho a intitularse como Imperator, calificativo que en el contexto doctrinal y terminológico del Alto Medievo suponía un reconocimiento de la integración de la persona que lo ostentaba en la línea imperial romana y bizantina, asimilándola a escala peninsular de alguna forma a la suprema autoridad del Sacro Imperio Romano Germánico 111 en Europa. La divisio regnorum existente en la Península Ibérica era aceptada, pero esa pluralidad de reinos no quiere decir que no existiera un cierto sentimiento comunitario o de unidad que se expresaba en la fórmula Regnun Hispaniae.
Y aunque en el momento de la conquista de Toledo no se pensaba en restablecer efectivamente la "monarquía hispánica", sí que se pretendía conseguir una superioridad política (honorífica si se quiere) de unos reinos, León y Castilla, sobre el resto "'. Sancho Ramírez de Aragón, por ejemplo, en sus diplomas pondría desde entonces al emperador toledano delante de sí mismo ("Regnante Adefonso Imperatores in Toledo et in Leones; rege Sancio Rademiri gratia Dei regnanle in Pampilonia et in Aragone") "" si bien es cierto que dicho reconocimiento, en este caso concreto, se entiende mejor dentro del marco de relaciones bilaterales en tomo a la cuestión navarra que ambos reyes mantenían que como una expresión de supremacía imperial, siendo en los territorios castellano-leoneses donde se manifiesta de manera más efectiva el sentido de sumisión política que conllevaba el título de emperador "'.
Pero los intentos de manifestación del poder regio por Alfonso VI no sólo se van a desarrollar con respecto a los monarcas y príncipes cristianos, sino que también se va a buscar una legitimación política frente de los gobernantes musulmanes, al intitularse Emberator du 7-Millatain ("emperador de las dos religiones"). De hecho, una de las consecuencias inmediatas de la toma de Toledo será el desarrollo de una intensa política de expansionismo castellano-leonés "" en un ambiente de sumisión general.
Los gobernantes de toda al-Andalus enviaron sus embajadas al emperador y se comprometieron a pagarle las parias y a permitir, según Menéndez Pida!, que a su lado gobernara un lugarteniente impuesto por el monarca cristiano para que se hiciera efectiva la sumisión y se asegurara el pago del tributo "'.
Además, como, al contrario de lo que posteriormente sucedería con las cruzadas, la toma de la ciudad la había realizado exclusivamente él con su ejército "" podía hacer frente gracias a su inmenso prestigio al Papa, que en esos momentos reivindicaba la posesión de los territorios peninsulares en virtud de la supuesta "Donación de Constantino".
Posteriormente, obviando los planteamientos ideológicos del enfrenamiento contra los musulmanes, se pretenderá asimilar la propia conquista hispana a las cruzadas. En este sentido, el mayor poder occidental interesado en la toma de Toledo era el pontífice romano. Éste necesitaba el apoyo de los reyes de la Península porque era consciente de su falta de fuerza en Hispania frente a los poderes temporales que dirigían la guerra cristiana 1 ".
El permiso concedido por el papa Urbanoll para que los guerreros peninsulares recibieran en su lucha contra los musulmanes de al Andalus los mismos beneficios espirituales que los cruzados, era un intento evidente de poner bajo la autoridad pontificia el control del enfrentamiento, y venía a legitimar la concepción que los cristianos tenían del mismo en tanto que conflicto religioso contra los infieles, de tal forma que don Juan Manuel llamaría, más tarde, a los combatientes en él "mártires de la guerra" .
Los pontífices romanos estaban intentando desde hacía ya muchos años tomar parte en las empresas de la conquista castellano-leonesa con el fin de imponer el dominio de la sede apostólica sobre el Regnum Hyspaniae, alegando que éste les pertenecía por derecho propio ("ab antiquo propii iuris sancti Preti fuisse") 120. A partir de esta actitud se puede entender perfectamente el hecho de que el Papa otorgara a la ciudad de Toledo el título de capital religiosa primada dc España, legitimado por ser la antigua sede del cristianismo peninsular, en apoyo al prestigio que Alfonso VI había adquirido tras su conquista, y en un momento en el que la chancillería regia otorgaba a esta urbe un papel especial dentro de los territorios regios manifestado en títulos como los de "Adefonsus lmperator en Toledo, Legione, Gallecia et Castella", "Adefonsus totius imperii Hispaniae el Toleti regni, victoriosissimus rex", "TbletanllS Imperator" 121, etc, La Iglesia no quería verse desplazada a la hora de disfrutar de los beneficios que de forma inmediata para ella pudieran derivarse de la conquista de la antigua urhs regis visigoda en la Península Ibérica, porque, a pesar de que no había prestado apoyo material a la hora de tomar la ciudad, en el fondo había legitimado el acontecimiento con su ideología, base del poder regio y de la guerra justa,
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0041_01.pdf
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