Revista Pareja

Consejos para el matrimonio

Por Raquelcabalga @RaquelCabalga

El año pasado España registró su cifra más alta de divorcios desde 2008, y es que, entre nulidades, separaciones y divorcios se rompieron 110.764 parejas. De esta forma, no me extraña que cada vez nos preguntemos más eso de “¿qué es lo que mantiene felizmente unido a un matrimonio?“.

Me gustaría decir que tengo la respuesta pero, como en todo, el matrimonio no es una fórmula matemática. No obstante, como esposa y como hija de padres divorciados quiero unir mi experiencia con mi conocimiento en Inteligencia Emocional para crear una información que pueda ayudarte a tomar perspectiva y hacer los ajustes que creas necesario en tu relación de pareja o matrimonio (¡y así conseguir una unión duradera!).

Primer paso: tener en cuenta las diferencias

Si partimos de la base de que cada cuál es hijo de su padre y de su madre, totalmente diferente y único… ¡Es muy importante tener presente que también existen diferencias relevantes entre hombres y mujeres!

En general, para las mujeres la comunicación emocional representa no solo una necesidad sino una labor sencilla a llevar a cabo. Sin embargo, los hombres sienten cierta aversión a este tipo de comunicación y ello les conduce a segregar una mayor cantidad de adrenalina que les empuja al desbordamiento emocional y fisiológico ante la mínima crítica, negativa o represalia por parte de la mujer.

Frente al disgusto masculino por enfrentar disputas conyugales, se une el conocimiento de incomodidad en dichas situaciones y, seguramente ciertas creencias relacionadas con su sexo que han sido aprendidas o aceptadas a nivel social y cultural: los hombres no hablan de lo que sienten, por eso son hombres.

Entonces, ¿qué hacen los hombres frente a un intento de la mujer de iniciar una discusión? Encerrarse en sí mismos pues, según Gottman, este ensimismamiento les procura sensación de tranquilidad hasta el punto de proporcionar un descenso medio de 10 latidos por minuto.

Y las mujeres… En este punto, las mujeres hacen todo lo contrario. En vistas de que el hombre se refugia en sí mismo, nosotras nos ensalzamos en la cumbre de la disputa y nuestras pulsaciones suben y suben.

Si la mujer sigue por ese camino, llegando al ataque personal o el victimismo, posiblemente el hombre salga de su recogimiento y dé inicio una acalorada batalla de sexos. En caso contrario, aunque al hombre le cueste más que a la mujer recuperarse del desbordamiento, la pugna habrá cesado sin pasar a mayores.

La pregunta del millón es: ¿qué hacer para evitar llegar a este punto o evitar que llegue la sangre al río si ya estamos en plena discusión?

Segundo paso: consejos para el matrimonio

  • Debe existir la comunicación y la posibilidad de expresarse abiertamente. De esta forma, se entrenan la escucha y el respeto.
  • Practicar la empatía, poniéndose en el lugar del cónyuge y brindándole comprensión y apoyo, logra generar la válvula de escape necesaria para liberar la tensión en la pareja.
  • Es necesario tener motivos para gestionar una comunicación deficiente o una discusión que parece que puede terminar mal. Un motivo, por ejemplo, es el deseo de no dañar a la persona querida.
  • Seamos conscientes de que discutir es beneficioso siempre y cuando nos comuniquemos ateniéndonos a ciertas competencias emocionales (respeto, escucha, apoyo, empatía…). De esta forma, se propicia la maduración y cohesión de la pareja.
  • Antes o durante una comunicación emocional es de vital importancia que nos tranquilicemos a nosotros mismos; esto es, que mantengamos la serenidad para poder expresarnos con la libertad y el respeto mencionados.
  • Debemos eliminar nuestro diálogo interno, ese saboteador que no deja de echar leña al fuego sobre un asunto, de recordaros rencillas pasadas, etc.
  • Escuchemos y hablemos sin ofendernos, sin críticas ni ataques personales, con responsabilidad.
  • Especialmente para los hombres: puede resultar difícil comprender la intensidad emocional de la mujer aunque es muy beneficioso recordar que dicha intensidad es a causa del deseo de solucionar preocupaciones o de mejorar una situación, no un ataque personal. Cuando un hombre deja de subestimar la necesidad de comunicación de la mujer y se mantiene escuchando con respeto sin atajar la conversación con prisas, la mujer se siente comprendida y disminuye la intensidad y la cantidad de las disputas.
  • Para las mujeres, en particular: debemos entrenar la capacidad de solicitar atención y comunicarnos mediante afirmaciones de aquello que nos disgusta, en lugar de usar las críticas, victimismos o ataques personales. La delicadeza y el trato amoroso es la mejor opción cuando el hombre se encierra en sí mismo.

Tercer paso: cuestión de motivación y práctica

Las cosas no cambian de un día para el otro y, en este caso, la forma de relacionarnos con nuestra pareja o cónyuge además lleva impresa la huella de nuestros aprendizajes en la infancia: cómo era la relación con nuestros padres y cómo reaccionábamos en la misma, qué aprendimos de la forma en qué se relacionaban ellos… Además, posiblemente, también existan creencias aprendidas a lo largo de los años a través de la experiencia en otras relaciones y las consecuencias que tuvieron.

Esto significa que, para cambiar aquello que no funciona del todo bien en nuestro matrimonio o para mejorarlo y permitir que dure unido hasta la eternidad, debemos tener una motivación (un motivo por el cual mantenerlo vivo o por el que esforzarnos día tras día) y, sobre todo, mucha paciencia para adquirir la práctica que nos permita madurar como parejay crecer en caminos paralelos conservando nuestra independencia emocional.



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