09 | 06 | 2015
Se aproxima el verano y con él llega el momento de poner a punto nuestros jardines y terrazas. Además de ocuparnos del mobiliario y de las plantas, no podemos olvidarnos de la iluminación de exterior.
FINALIDADES DE LA ILUMINACIÓN JARDIN
La iluminación del jardín tiene dos finalidades: por un lado, obtener unos buenos resultados estéticos que destaquen determinadas zonas y nos animen a disfrutar de las veladas estivales y, por otro, conseguir caminar con seguridad por la noche, sin miedo a tropezarnos con ningún objeto.
En este sentido, hay que estudiar a fondo cómo son las zonas de paso y qué tipo de iluminación conviene en cada caso.
Las zonas de paso en el exterior se pueden dividir en dos grupos: las que tienen elementos como muros y paredes de fachadas y las que están libres de estos elementos, como caminos o senderos.
Una de las mejores soluciones para iluminar las zonas en las que hay paredes son los apliques de exterior.
Para los senderos o caminos que se utilizan de forma esporádica la forma más económica y práctica de conseguir una buena iluminación consiste en instalar detectores de presencia. De esta forma, las lámparas se iluminarán a nuestro paso y se apagarán automáticamente asegurando una buena visibilidad en todo momento con el mínimo consumo.
La iluminación de las zonas de paso y de las escaleras se debe planificar con cuidado calculando el haz de luz de las lámparas para evitar que queden zonas oscuras. De esta forma se previenen accidentes como tropiezos y caídas.
Los caminos se pueden delimitar utilizando balizas. Las escaleras quedarán bien visibles si colocamos empotrables que señalicen los peldaños.
En el mercado existen luminarias para todo tipo de necesidades y en todos los estilos. Antes de elegir los modelos que mejor se adapten a la decoración hay que estudiar las necesidades de iluminación: zonas, potencias e índice de protección son factores imprescindibles a tener en cuenta.
Al comprar nuestras lámparas de exterior hay que asegurarse de que están fabricadas con materiales de calidad, resistentes a la intemperie, y que son estancas para que no entre agua en ellas.
La resistencia a las condiciones ambientales se mide mediante el IP o índice de protección contra el agua y cuerpos sólidos. Dependiendo del lugar donde se vayan a instalar las lámparas y de la zona climática habrá que elegir luminarias con un IP mayor o menor.
De forma orientativa, en las zonas semi-cubiertas, como porches o terrazas, sería suficiente con un IP23. Por el contrario, las luminarias que se instalan en contacto permanente con el agua, como piscinas o estanques, deberían contar al menos con un IP68. Los valores intermedios se emplean para lámparas a en zonas desprotegidas.