Las lesiones consisten en ulceraciones de la mucosa con posterior necrosis, y por lo general comienzan en el recto extendiendose al resto del colon. Aparecen diarreas y pérdidas de sangre a través del recto, en algunos casos se acompaña de artritis, fiebre, anemia, y complicaciones intestinales graves. La evolución suele ser en brotes con crisis activas y periodos de remisión.
Medidas terapéuticas: Controlar los síntomas y las complicaciones. Para ello se emplean suplementos nutricionales y en ocasiones fármacos antiinflamatorios y cirugía con extirpación de parte o el total del colon. Tomar vitamina C pura es muy recomendable para reforzar el sistema inmunológico ya que ésta sirve de apoyo, promoviendo la cicatrización de las heridas y aprovechando el hierro que proviene de las verduras y las frutas, mineral deficiente en personas con esta enfermedad.
Alimentación: Siempre individualizada, aportar los nutrientes necesarios, reemplazar las perdidas y evitar complicaciones. Son excelentes los suplementos de aceite de pescado (ricos en omega-3) para reducir la inflamación. Puede administrarse fibra siempre y cuando ésta no produzca problemas, la cual junto a las bacterias del colon contribuyen a la regeneración de la mucosa. Retirar los lácteos debido al alto porcentaje de pacientes con intolerancia a la lactosa, y por lo tanto sustituirlos por leche de soja y derivados. Comer mucha fruta y verdura sobre todo espinacas, nueces, fríjoles muy ricas en hierro y restringir los alimentos ricos en grasa, fritos, colesterol ya que esto aumentan los brotes.
Las infusiones de menta, manzanilla, cola de caballo, diente de león, tomillo, romero, vienen muy bien para la cura y cicatrización de las úlceras. Llevar una vida relajada, tranquila, libre de estrés de nerviosismo y preocupaciones, es muy importante para que los brotes sean menos frecuentes ya que eso influye de manera aguda en la salud de la persona.
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