Recuerdo perfectamente los sentimientos contradictorios del día antes de partir a Budapest: por un lado, el “qué locura estoy haciendo”; y por otro, una alegría inmensa por saber que al día siguiente dormiría en una cama que no era la mía. Había decidido que mi reto de hacer #UnMesUnViaje tendría como destino Budapest en el mes de junio y decidiendo sobre una de las bases de ese desafío –viajar aunque no tuviera con quién- me embarqué en un periplo en solitario por la conocida como ‘Perla del Danubio’.
Viajar sola es un tipo de viaje que aunque ya haya hecho en unas cinco ocasiones, siempre parece que hago por primera vez. Me enfrento a los mismos miedos; a las mismas sensaciones; es como si olvidara el aprendizaje y la experiencia de los anteriores, como si los hubiera reseteado en mi memoria. Basándome en mi experiencia, voy a intentar dar algunos consejos que a mí me hubieran servido al viajar sola a Budapest, aunque como siempre depende mucho del tipo de viajero que uno sea. Yo, como confesé en mi artículo ‘El viajero miedoso’, soy una persona con el umbral del riesgo muy bajo; conservadora desde el punto de vista de la aventura. Miedosa al fin y al cabo. Así que no os toméis al pie de la letra mis impresiones, ya que son tan solo eso, impresiones. Aunque por otro lado, intentaré ponerlas siempre en su contexto.
La primera noche, clave
Aunque había reservado un apartamento cerca de la zona de la estación de tren, Keleti Pályaudvar, la primera noche preferí quedarme en un hostel. Como siempre, mi criterio fue fundamentalmente económico –busqué el más barato de todos ellos- y al no leer críticas muy malas, me decidí casi por el primero que encontré: Urban Life Pet Friendly Hostels, ubicado en la calle Nepszinhaz, y que además, no tenía una nota demasiado mala en Booking (6,7).
La elección fue sencillamente mala y creo que me afectó especialmente porque entre todos los momentos que componen un viaje, el día de la llegada siempre es el peor -todavía con esa especie de respecto a lo desconocido y de incertidumbre-. El hostel en sí mismo no estaba mal, aunque el baño dejaba bastante que desear, pero lo peor de todo era la calle. Tenía muy mal ambiente, un bar justo al lado donde estuvieron bebiendo y gritando hasta altas horas de la noche y sobre el lugar y la zona pesaba un problema casi mayor que la peligrosidad: la sensación de peligrosidad. Así que cuando acabé el día de turismo, pronto, pues por la noche no pensaba pasar por el trago de volver al hostel sola, casi paralizada por esa sensación, volví y me quedé viendo películas en el portátil hasta que me quedé dormida y pude por fin, al día siguiente, irme de allí.
Luego leería que es aconsejable evitar el distrito VIII de la ciudad; sobre todo a partir de la calle Josef. Adjunto un trozo del mapa por distritos de la ciudad, donde se pueden ver las calles de esta área, a evitar.
Pero sobre todo, ahora, con distancia, creo que lo más adecuado es reservar un alojamiento que esté cuanto más cerca del Danubio mejor. Viendo la ubicación en Google Maps y teniendo la referencia del río, es sencillo saber si la ubicación es céntrica. Una cosa básica que yo no realicé y pagué.
La ubicación del alojamiento, lo más importante
Pasada ya la primera noche, en el segundo alojamiento pagué también un poco el no prepararlo adecuadamente. Me fie de la descripción de la plataforma, que decía que estaba céntrico, y me fui a la calle Thoköly, que no era precisamente céntrica, aunque una vez que le tomé el pulso a la ciudad, es cierto que no quedaba tan lejos como pudiera parecer en un primer momento.
El problema en esta ocasión era que por las noches, la zona parecía bastante desolada. Apenas había gente por la calle y al viajar sola, volvía a sentir esa sensación de inseguridad contra la que racionalmente no puedo luchar. Sé que si hubiera ese viaje acompañada, hubiera quedado encantada con la ubicación de ese alojamiento porque estaba cerca del metro y era un barrio más residencial, que te acercaba más a la vida cotidiana de la ciudad, pero para viajar sola hubiera preferido, como ya he mencionado, un alojamiento más cerca del río.
Budapest es seguro
Al margen de esa sensación por la noche –la oscuridad es el peor enemigo para alguien miedoso- la ciudad me resultó segura durante el día –también mi zona-. Viajé y paseé durante días, sola, por calles más ocultas y zonas alejadas y no tuve ningún tipo de miedo o sensación de inseguridad.
Me he metido en la página del Ministerio de Exteriores y solo advierte de pequeños hurtos. Concretamente, advierten: “Se dan frecuentemente casos de robos de carteristas en las zonas de mayor afluencia turística y en las áreas más concurridas de Budapest. Se recomienda por ello, si es posible, guardar los objetos de mayor valor así como los documentos personales en cajas fuertes, además de seguir ciertas pautas de prudencia en zonas con mucho tránsito de personas”.
Por si lo necesitaráis, la embada española en Budapest está en la calle Eötvös U. 11/B: 1067 Budapest VI. y si os queréis dirigir a ellos por email, podéis hacerlo en [email protected].
Asimismo, nunca está de más tener en cuenta que pueden suceder imprevistos. Para ello, asegúrate de llevar tu Tarjeta Sanitaria Europea por si te pones malo o contar con un seguro de cancelación por si finalmente no puedes hacer el viaje y no quieres perderlo todo.
Conocer a gente local
El peor enemigo real en un viaje de una semana a una ciudad tan bonita como Budapest es sentirse algo solo. Aunque yo siempre disfruto de mi propia compañía y no se me hace pesado, tampoco viene mal un poco de conversación. La verdad es que me fue difícil conocer a gente en el país –también porque yo iba mucho a mi bola o en algunos casos, el idioma suponía una barrera-, a pesar de que la ciudad es animada y tiene bastante ambiente.
Por eso, os recomiendo poder quedar con un habitante de la ciudad gracias a la plataforma Couchsurfing, donde además de encontrar alojamiento, también puedes contactar con gente de diferentes partes del mundo y quedar un día para que te muestren algo de la urbe.
Yo contacté con varias chicas de Budapest pero tan solo una me contestó ya para el final de mi viaje y me resultó apurado.
Viajar sola: El viaje a tu medida
Además de estas cosas que he comentado, el resto del viaje será como cualquier otro que hagas con compañía. Ser mujer en un lugar como Budapest no supone ninguna diferencia con ser hombre y yo en ningún momento encontré una cara rara o de sorpresa cuando visitaba los lugares o entraba a tomar algo a un bar. Así que disfruta de poder hacer un viaje a tu medida y de tu propia compañía, visitando aquellos lugares que te generen más interés o planificando la ruta como bien dispongas.
Si quieres saber qué visitar en la ciudad, te invito a leer un post que hice sobre 25 cosas que ver en Budapest y otro sobre las primeras impresiones que me llevé de la urbe.
Además, si te gustan los bares de estilo alternativo, te animo a visitar alguno de los bares ruinas de Budapest.