Ese niño se está quedando con hambre… ¡Dale un biberón!
Pues le va a dar frío como no le pongas algo más…
¿Así coges al niño? Madre de Dios… Es así como se coge.
¿Entonces tú no lo duermes así? Mira, yo le hago esto, después esto otro, le doy diez vueltas, le echo tres de eso y sale riquísimo… Ah, no, que estábamos hablando de cómo dormir al niño…
Estas frases y cincuenta mil más os dirán cuando empecéis en esto de la maternidad. Y no sólo tras haber tenido el bebé, sino que, ya estando embarazada, te irán dando consejitos. No quiero discutir ni hacer sentir mal a nadie, pero las personas cercanas a ti vendrán con estos cuentos. Madres, hermanas, vecinos, primos… Y yo, desde mi experiencia, que a lo mejor no tiene por qué ser como la tuya, te diré: no les creas, no les hagas caso. Las dudas, a un profesional, que para eso están.
Consejitos vendo, que para mí no tengo
Una de las peores decisiones que tomamos nosotros fue por dejarnos llevar, por dejarnos aconsejar. Y lo peor es que no nos afecta directamente a nosotros, sino a nuestro hijo. Se dieron varias circunstancias y la mezcla de todas ellas nos llevó por un camino tal vez equivocado.
¿Qué circunstancias fueron?
El bebé, al ser prematuro, digamos que no tenía la misma fortaleza que otro recién nacido en sus primeros días. Esto hacía que le costara más succionar la leche materna. Se quedaba dormido en nada, seguramente, por cansancio. A la hora, el niño se despertaba llorando para hacer otra toma y, tras poco tiempo, volvía a pasar lo mismo. Nosotros no sabíamos demasiado bien qué podría estar ocurriendo, no teníamos experiencia en esto. Justo antes de preguntar al pediatra, ya nos dieron directrices, por lo que, finalmente, no fuimos.
Consejos que no fueron pedidos, consejos que no necesitas
Ese niño se queda con hambre, por eso llora cada hora. Claro, no puede ser que solamente quiera succionar, como lo hace con un chupete, lo cual le ayuda a mantenerse tranquilo. Pues nada, biberón al canto y a extraerse la leche materna para no empeorar la situación y producir una mastitis.
Ya es tarde, pero hay veces en las que pienso qué habría pasado si no hubiéramos hecho caso a los demás. ¿Habría acabado adaptándose el bebé a la succión haciéndose más fuerte y consiguiéndolo o, finalmente, habría tenido que recurrir al biberón de todas formas? Es la duda que siempre nos quedará.
Lo que sí te recomiendo como padre es que, si tienes que equivocarte, que sea por ti. No dejes que se equivoquen por ti.
¿Qué tal vuestra experiencia de los primeros días? ¿Os dejasteis aconsejar o tomasteis vuestras propias decisiones?