El tema de las amigas es recurrente en este blog.
Además de la “mala-malísima”, de quien muchas recordaréis aquel terrible episodio de los pijamas, tengo alguna que otra amiga de ésas que no acaban de comprender el verdadero significado de la palabra amistad.
Por ejemplo, hay una que, además de jugar fatal al pádel aún dejándose medio sueldo en clases, ha conseguido que malgaste mi poco tiempo y mi escaso dinero. Os lo explico.
El otro día esta supuesta amiga -que al ser sustancialmente mayor que yo, tiene hijos mayores que los míos- me hizo partícipe de su preocupación. En algunas semanas tiene una boda y necesita encontrar un vestido para su hija de dieciséis años.
Comprendiendo que la tarea era difícil y siendo yo una persona que sí valora la amistad me puse manos a la obra con el fin de echarle una mano y mitigar su preocupación.
Tras un tiempo de búsqueda que, debo reconocer, tampoco fue demasiado pues una tiene la red bastante pateada, di con lo que a mí me pareció el modelo perfecto. Le hice llegar imagen del hallazgo con un texto que decía “me parece ideal, tú lo compras, se lo pone tu hija y lo hereda la mía”.
Como la destinataria del vestido tiene 16 años llevamos ya un tiempo esperando a que tome una decisión sobre el mismo y, con toda probabilidad, tendremos que seguir esperando unas semanas más, quizás hasta el mismo día de la celebración del enlace. O quizás no sea tiempo suficiente y haya que seguir esperando.
Pero la que espera, desespera y como yo no quiero desesperarme ni acostarme todas las noches con la incertidumbre de que el vestido se pueda agotar y quedarme sin él, he decidido armarme de valor, dar un paso al frente y comprar el vestido para mi hija -a quien, por cierto, le ha encantado- para que lo luzca en el mes de mayo en la Primera Comunión de sus hermanos.
Lo sé, a todas las que me estáis escribiendo pidiendo consejo para vestir hermanos en las Primeras Comuniones de la próxima primavera os he dicho que es mejor que esperéis a las colecciones que empezarán a salir a finales de enero o febrero pero, ya lo dice el refrán, “consejos vendo y para mí no tengo”.
¿Qué os parece el vestido? Yo creo que con unos zapatos adecuados para la ocasión la niña puede estar muy mona, ¿no?
Si no os gusta, por favor, no me lo digáis que ya no hay vuelta atrás.
Seguro que muchas habéis adivinado que el vestido es de esa marca portuguesa de la que ya hemos hablado en varias ocasiones. Se llama ANTIMILK y podéis ver toda su colección que es preciosa AQUÍ.
Un pequeño aviso antes de terminar. El plazo para inscribirse como vendedor en el próximo Mercadillo de Compritas está a punto de terminar. Si hay alguien interesado puede escribir a [email protected]
Un aviso grande antes de terminar: ¡OS ESPERO!
Confesión final. Para que el vestido no se sienta muy solo dentro del paquete he encargado también esta blusa blanca que me chifla. Pero os prometo que la he encargado porque es muy necesaria pues a mi hija le quedan ya algo pequeñas las que tiene.
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