…Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios —o del demonio—, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo. Federico Gárcia Lorca
A comienzo de la novela “Un millón de Luces” escrita por la excelente y reconocida (y muy premiada) novelista española Clara Sánchez, su protagonista que representa a una escritora dice lo siguiente:
“La verdad es que jamás consideré que escribir fuera un verdadero trabajo, puesto que no había sueldo fijo, ni horario, ni jefes, ni compañeros, por lo que vivía en un permanente estado de inseguridad y de desarraigo, de no pertenecer a nada ni a nadie en serio”. Pg. 9
Escribir es en verdad un acto solitario. Un trabajo sin horario fijo y sin cobrar sobretiempo.
Sin embargo considero que si se tiene un «patrón», cuando se ejerce este oficio. Es uno que te empuja a seguir escribiendo, a investigar, a hacer horas extras. No se trata de un editor, ni siquiera al que paga por alguna columna o reportaje o novela. Ese jefe es el mismo escritor. Su voz interior. Una obra escritural podrá ser corregida y editada por otro, pero es su creador quien decide si escribirla o no y cómo hacerlo. Así debe ser.
Como dice Juan Carlos Onetti:
“Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y que no es posible engañar».
Dice también la protagonista de Clara Sánchez en “Un millón de luces”:
“No he vuelto a ver grúas como éstas. Giraban sobre los edificios y los árboles de alrededor con los brazos extendidos, hundiendo sus terminaciones en los rayos de sol, por lo que resultaban ser los brazos más largos e indestructibles que jamás se hayan abierto ante mí. Y mientras perdía el tiempo pensando en esto y en que tendría que estar escribiendo una novela, resulta que en cierto modo ya la estaba escribiendo». Pg. 8
Como señala la protagonista, el escritor está en su oficio y “escribiendo” todo el tiempo, mentalmente a veces y en papel o pantalla en otras. La observación de los detalles son parte del proceso escritural y ese hecho de absorber la realidad es constante e importante para narrar en contexto cada trama. Si se pasea al perro se piensa en los personajes y sus dialogos, al ducharse se resuelve o se encrudece el conflicto, al dormirse se sueña con un desenlace y así la obra siempre está en construcción. Es un oficio en constante desarrollo y que está siempre afectado por los sucesos diarios. Si un escritor escribe un capítulo hoy no sería el mismo que escribiría mañana, pues los sucesos que narra estarían alterados por vivencias del día de por medio, por frases o noticias que escuchó, por alguna interferencia en hechos cotidianos. Por reflexiones distintas. Por recuerdos o aprendizajes que han aflorado.
La escritura tiene muchas recompensas, hasta más para el lector que para el escritor. Una de estas es tener la facultad de iluminarnos y llegar a nosotros sin espacio ni tiempo como nos muestra el poeta Bengali Rabindranath Tagore. En 1913 fue el primer escritor no europeo en recibir el premio Nobel de literatura. El dijo:
“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando. La verdadera amistad es como la fosforescencia resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido».
Sin embargo es un oficio que lleva entrega. Para escribir «Cien años de soledad», Gabriel García Marquéz (premio Nobel de literatura 1982) se encerró durante 18 meses, entre 1965 y 1966 en la habitación de una casa en Lomas de San Ángel para crear la estirpe de los Buendía y el pueblo ficticio de Macondo. Esta entrega de su tiempo le valió crear una de las obras maestras de la literatura hispanoamericana, la más traducida, leída y considerada entre los 100 mejores libros del siglo según el diario francés Le Monde. En su discurso “Brindis por la poesía” al recibir el Nobel, Garcia Márquez dijo: “Celebro ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir».
León Tolstoi tardó más de siete años en terminar “Guerra y Paz” y algunos otros años antes de publicarla. Comenzó en 1856 los primeros argumentos y en 1868 se publicó en el Heraldo Ruso.
El oficio de escritor conlleva trabajo, decía Pablo Picasso:
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando».
Y Thomas Edison:
“El genio es un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración.” y agregaba:
«El secreto consiste en trabajar de firme».
No importa toda la inspiración que puedas recibir y si esta vibra en ti, si no la pones al buen uso del papel se irá por donde vino a buscar a otro escritor que la haga suya.
No solo sentarse con disciplina, primero hay que aprender el oficio y luego para realizarlo, considerar la cantidad de tiempo y esfuerzo que hay que poner en él para obtener un producto que merezca la pena leerse.
Según Juan Bosch:
“Lo primero que debe aclarar una persona que se inclina a escribir es la intensidad de su vocación. El oficio es obra del trabajo asiduo, de la meditación constante, de la dedicación apasionada».
Como cualquier otro oficio, este tiene sus técnicas. Sin conocerlas no se puede construir una buena obra que resista el paso del tiempo. Es cierto que se debe escoger el tema con el alma, pero luego debe estudiarse, cuidar la ortografía y la redacción y si se ha de romper alguna regla hacerlo con conocimiento y responsabilidad en lo que se hace.
Para terminar debo decir que el oficio de escritor combina tantos otras ocupaciones y reúne muchas características con diferentes personalidades y roles:
El escritor es un sastre pues va cociendo partes de aquí y de allá, va remendando y creando finalmente prendas para cubrir cuerpos desnudos.
El escritor es un curandero pues ayuda al otro a verse retratado en sus historias y a comprender situaciones que lo rescaten de sí mismo, sanando.
El escritor es un chismoso que cuenta todo lo que ve y escucha. Además es un charlatán.
El escritor es un maestro que enseña todo lo que sabe o cree saber.
El escritor es un travesti, que toma la identidad de género que desee y se expresa acorde con esto.
El escritor es un ladrón que roba de aquí y de allá y lo hace suyo. Plagia, se apropia, se copia.
El escritor es un mago, que crea nuevas realidades a partir de una ficción. Un ilusionista que conmueve a su audiencia (los lectores).
El escritor es más que un religioso, se cree Dios mismo, pues es capaz de dar vida y diseñar destinos.
El escritor es un espiritista pues deja que a su cuerpo lo penetren otros espíritus y se expresen a través de sus manos.
El escritor es un demente pues distorsiona la realidad mezclándola con fantasía, es esquizofrénico y tiene además personalidades múltiples.
El escritor es un anacoreta, un ermitaño, un solitario, un penitente, un faquir…que prefiere la soledad y las letras al contacto real.
El escritor es un esperanzado que cree que puede superar la muerte y que sus letras y creaciones vivirán por él.
El escritor es un bufón, que divierte y distrae.
El escritor es un asesino que mata sin piedad. Que crea situaciones espeluznantes pero también puede mostrar piedad cuando aliviana situaciones.
El escritor es un anunciador, precursor, mensajero… farol y/o oscuridad
El escritor es afección… es enfermedad y al mismo tiempo es amor, afecto y rescate.
El escritor es un distraído, un ser delirante que se aísla sin remedio con la única excusa de escribir.
El escritor es un esclavo feliz.
El escritor es un empeñado e ilusionado en querer serlo. ¿Es escritor todo el que escribe?
Nery Santos Gómez