Revista Opinión

Conspiración contra Pedro Sánchez en el socialismo español

Publicado el 13 febrero 2015 por Franky
Muchos creen que Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha fulminado a Tomás Gómez por el escándalo del tranvía de Parla y por su bajo atractivo como cartel electoral, pero la verdad es que lo ha hecho porque se sentía rodeado de conspiradores, para convencer a sus correligionarios de que quiere renovar el partido y para reafirmar una autoridad que muchos socialistas no le reconocen. Desde que Zapatero, el inepto mas antológico del país, unido a José Bono, una reliquia caducada del socialismo mas falso y engañoso, se reunieron recientemente con Pablo Iglesias, líder de Podemos, burlando la autoridad de Pedro Sánchez, al que pretenden dinamitar, el secretario general preparaba un gran golpe de efecto como respuesta a la banda de conspiradores. Contra Sanchez maquinan muchos, desde la andaluza Susana Díaz hasta Felipe González y otros barones socialistas culpables todos del gran declive del PSOE. Todos están contra Pedro Sánchez porque el nuevo secretario general se ha tomado en serio lo de la renovación y quiere cambiar de verdad el partido y corregir errores, algo que muchos socialistas con poder no pueden consentir. --- Conspiración contra Pedro Sánchez en el socialismo español El gran pecado de Pedro Sánchez es haberse creído que el partido necesita una renovación profunda, no un retoque cosmético. Por esa razón y porque ha dejado a un lado a los viejos santones del partido, el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, elegido democráticamente por sus correligionarios, está siendo cruelmente acosado y perseguido para derribarlo.

Para numerosos pensadores, la renovación profunda que Pedro Sánchez pretende para detener el hundimiento del PSOE es una misión imposible porque jamás en la Historia se ha dado un caso de regeneración del tejido político podrido. Los hechos demuestran que la regeneración no pueden protagonizarla los mismos que han hecho posible la podredumbre.

Muchos llevamos años afirmando que el PSOE, después de su gran triunfo electoral de 1982, abandonó las ideas y abrazó el disfrute del poder como única ideología real. El partido hegemónico de la izquierda española se ha convertido en una máquina de dispensar privilegios y en estatua de sal, de tanto mirar para atrás. El socialista es un partido pétreo y sin flexibilidad alguna, cuya única fuerza reside en el clientelismo, una partido de momias que es incapaz de cambiar porque los que han mandado quieren seguir mandando y porque ninguno de sus dirigentes de peso quieren abandonar un modelo de partido que, aunque ha sido rechazado por los ciudadanos y se encuentra en caída libre, a ellos les ha hecho ricos, poderosos e importantes.

El inmovilismo, mas que la corrupción, está acabando por el PSOE. Muchos socialistas admiten que el partido está tan herido que necesita una refundación mas que una renovación y que ningún preboste del pasado debe tener sitio en el futuro, pero nadie mueve un dedo y tipejos tan rechazados y fracasados como Zapatero se permiten el lujo de dar lecciones y actuar por su cuenta, cuando deberían esconderse para que los millones de españoles a los que arruinó e hizo desgraciados no vean su rostro de pánfilo sonriente.

Susana Díaz, sin otro mérito que exhibir que el de ser la jefa del socialismo andaluz, el mas poderoso y también el mas corrompido de toda España, sueña con sustituir a Pedro Sánchez al frente del partido y le resta autoridad. Felipe González, Zapatero, José Bono y otras muchas momias del pasado conspiran abiertamente para debilitar el poder del nuevo jefe, al que no perdonan que quiera cambiar cosas en un partido que no ha cambiado ni las sábanas desde Suresnes.

Unos quieren pactar con Podemos en el futuro, para seguir disfrutando del poder; otros defienden la gran coalición con el PP; otros afirman que con el fin de la crisis económica retornarán los buenos tiempos y los ciudadanos volverán a votar socialista, unos pocos creen en la necesidad de una renovación profunda, pero nadie asume, con todas sus consecuencias, que el partido está agonizando, rechazado por una ciudadanía que no quiere mas corruptos y sinvergüenzas al frente del Estado y que ansía una nueva política, mas justa y decente.

El resultado del caos socialista: luchas fratricidas, cuchilladas, indisciplina interna, vía libre para los corruptos y fracasados y un inmovilismo que conduce a la tumba.




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