Revista Música

"Constante gozo que se pasa volando"

Publicado el 10 marzo 2011 por Arito
En su última visita a Asturias, rozaron el lleno en la gran Sala Acapulco de Gijón. En Oviedo, en la noche que nos ocupa, lo consiguieron sin esfuerzo en la modosita Sala Kandela.

Un desliz a la hora de comunicarme la hora exacta del concierto me impidió asistir con puntualidad a la cita. Para cuando llegué, ya llevaban media hora expulsando acordes. Me asusté (que no me sorprendí) por el llenazo absoluto que presentaba la sala, y me pregunté cómo iba a apañármelas para conseguir apreciar algo del show.
Pasada la presentación habitual de esta gira DOS BANDAS Y UN DESTINO, en la que abren invocando el espíritu de Ennio Morricone, y salen todos juntos a la palestra, los pucelanos Arizona Baby copaban los focos y las miradas de la multitud. En Gijón, el “señor Marrón” tiraba de galones y se erigía en el líder indiscutible. En esta ocasión, el vocalista Javier Vielba era el más motivado. Entregado por completo a la causa, contagiando su vitalidad y optimismo con la sinceridad del que aún no se cree el éxito que ya están cosechando. Solo el “monologísta” del Los Coronas, Fernando Pardo, se atrevía a hacerle sombra, escupiendo tronchantes chistes entre canción y canción.
El ambiente era tan bueno, que incluso un asistente se coló en su fiesta particular como un integrante más de la gira, y se sentó en el escenario, con guitarra prestada y todo a modo de adorno, a disfrutar cual VIP de un tema completo.Cabe reseñar el impacto que está teniendo esta gira conjunta, reuniendo en cada bolo a un público de lo más variopinto. Rockeros, indies, punkies, heavies, poperillos, surferillos……jóvenes, y no tan jóvenes, todos unidos por la pasión de dos bandas que merecen como nadie todo lo que les está pasando.
Al igual que en el concierto de hace 4 meses en Gijón, no faltaron los hits que todos demandan, de unos y de otros, las transformaciones esporádicas de los mismos, y el travestismo de versiones de clásicos dispares e imperecederos como Black Sabbath, Brincos, Pink Floyd, Triana, Dead Kennedys, y como novedad, en los vises, y para cerrar, un tema de The Clash
Fieles a su propio guión, se largaron con 2 horas y media a cuestas para volver con los vises, y aportar otra media hora (para un total de 3 horas de constante gozo que se pasan volando). Y es aquí donde la fusión alcanza el clímax, con un “Shilaree” ensalzado en la categoría de clásico reciente (y de culto). Un recuerdo que crecerá con el tiempo, y que ganará la importancia que merece, al igual que esta gira, un acontecimiento histórico que merece la pena revivir tantas veces como a uno le sea posible.
(Jonathan Pérez del Rio, www.todaslasnovedades.es)

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