El Valor Emocional, para ser totalmente efectivo, ha de recorrer la estructura del Valor Funcional convirtiéndolo en un canal de comunicación de intenciones y mensajes de fácil lectura que tienden, sin pausa, hacia la generación de una relación cargada de detalles que revelan el compromiso real con el que se regala al interesado.
El canal de desarrollo del Valor Emocional, pasa a estar en manos de todo el tejido interno que de una forma u otra, toca a los interesados, pasa de ser un recurrente de campañas de publicidad con prácticamente nula proyección en toda la estructura a ser, el componente fundamental donde se apoya todo el modelo de negocio para mostrar su Valor Funcional, como de alta utilidad y al servicio de detectar mejoras substanciales que son demandadas o arriesgadas, como líneas de trabajo de los equipos donde la pertenencia, provoca implicación y de este concepto se construye la atmósfera en los espacios de trabajo adecuados para que el talento y la creatividad puedan fluir de forma natural, permitiendo que de cada acción se pueda extraer el contenido real y veraz que levanta un diseño de Responsabilidad Social Corporativa, a la que no hay que estar, en todo momento, maquillando y justificando en sus incoherencias.
Observar el intento, sistemático de convertir este Valor, pilar fundamental donde se sostiene la construcción de Reputación de Imagen de marcas, en el sutil intento que crea un concepto que se mantiene en la superficie que ha de envolver las campañas publicitarias, con pequeñas modificaciones de lenguaje para adaptarlo, a lo que puede parecer una demanda externa, sin asumir que toda la estructura debe sufrir cambios profundos en todo el tejido interno y la relación de este con el Valor Emocional.
La emoción de impacto, se sustrae como recurso útil en las áreas de trabajo de las Artes no escénicas, donde el movimiento de información y de emoción, queda circunscrito a un momento efímero, donde el interlocutor observa, siente, piensa y toma una decisión al respecto. El activo de in site que puede llegar a lograrse, no tiene una provocación de transformación, más allá que el que busca un impacto de aceptación o compra, no mantiene, en su estructura, las herramientas adecuadas que han de proyectarse en una relación que va a prolongarse en el tiempo, donde lo que se ha de proponer es mantener una postura correcta y adecuada de convivencia, durante un tiempo determinado.
Cualquier proyecto empresarial que se considera a si mismo como una Imagen proyectada, alejada de lo que luego se vaya a manifestar en la relación con sus grupos interesados, no puede participar del deseo de convertirse en una LoveBrand real y muy difícilmente, consigue estructurar ni un paso hacia su transformación a Employer Branding.
La elección, en realidad, no es más que una elección, ni más buena, ni peor, la Imagen Corporativa, a pesar de todos los intentos de maquillaje que pueda hacer, de forma manifiesta, no conseguirá un diseño más allá de lo que ya es. Lo importante, es, sin embargo, la vigencia o no, de sus estrategias de comunicación, cuando la demanda es la de relación, es algo que determinará la permanencia o no, de sus estructuras y hábitos en medio de unas comunidades que tienden a no aceptar, como adorable o amable, la experiencia acumulada a lo largo de la Era Industrial.