Construir recuerdos y conservarlos es una de las mejores maneras de vivir y reconozco que es la he elegido yo, aderezada con muchos extras, eso sí.
Dentro de cinco días mi marido y yo volveremos a pisar tierras gallegas después de 6 años. Allí fuimos en nuestro primer viaje juntos un mes de septiembre entre exámenes y publicación de notas de la universidad. Volvemos unos cuantos años más viejos, con otros motivos y sin exámenes que nos marquen la hora de salida pero volvemos a la misma casa rural, una de esas casitas perdidas del mundo donde desayunas como una reina y te hacen sentir en tu casa.
Por esto, este fin de semana no he podido evitar echar la vista atrás y reírme recordando las fotos de aquel viaje dónde una canción de La Fuga pasó a ser nuestra canción. Y viendo las fotos de un viaje me he ido a otro viaje y de uno a otro he pasado por mi álbum de fotos preferido. ¿Y por qué os cuento esto? Porque mi álbum de fotos y recuerdos me parece una idea de regalo perfecta (y bonitisima) para vuestra pareja, para unos amigos o, como yo, para vosotras mismas…
Cuando descubrí esta libreta de las Hermanas Bolena supe que tenía que ser mía.
Una que es amante de los viajes en coche por encima de cualquier otro medio de transporte, que recuerda las 11 horas hasta llegar al pueblito bueno en coches sin climatizador (reconozco que no empecé a querer del todo a Extremadura hasta que no tuve el primer coche con clima), peleándome con mi hermano porque se ha torcido y su culo ocupa un poco de mi parte correspondiente del asiento, enganchando las toallas en los cristales para evitar el sol y sentados entre bolsas y más bolsas de viajes, como unos de los mejores viajes de su vida no podía no caer rendida ante esta preciosidad de color rosa y con una verdad, verdadera en su portada así que me fui corriendo a Corazonadas a por ella sin saber muy bien para qué, porque ésta es otra, a mi las libretas bonitas me da pena utilizarlas pero tiempo después se me ocurrió la mejor manera de llenar sus hojas blancas.
Viajes. Nuestros viajes. Lejos o cerca, solos o con amigos, todo lo que conlleve dormir fuera de casa es viaje y estará aquí guardado para siempre. Galicia, Llanes, Granada, Málaga, Cádiz, Gibraltar, Valencia de Don Juan, Véjer, Girona, Sevilla, pueblito bueno, Menorca, Las Hurdes, Salamanca, Madrid… Y vuelta a empezar porque a casi todos los lugares hemos ido más de una vez, qué se va a hacer, somos unos enamoradizos y nos ganan.
¿He convertido esta libreta en un álbum de fotos al uso y pego en ella indiscriminadamente todas las fotos de aquellos viajes? No, entonces no sería tan especial, sería un álbum más.
Un viaje. Una foto. Una anécdota. Un mejor momento.
Esa es la (mi) clave.A la vuelta de cada viaje, miro todas las fotos y elijo una. No tiene porque ser la mejor ni la más bonita y no siempre se tiene que identificar el destino al verla, es más, en muchas poco más se ve que a dos locos enamorados haciendo el tonto delante de la cámara. Elijo esa foto que me transmite buen rollo, esa que me transporta allí, que me hace sonreír al mirarla, que es perfecta de lo imperfecta que es… Besos, piestureo, selfies, fotos con copas en la mano o con unas pintas de guiri terribles… Esas fotos que nunca estarán en una exposición, que nunca enamorarán a nadie pero que a nosotros nos dice tanto.
Foto pegada. Y recuerdos.
Debajo, al lado, encima o sobre ella… A cada foto unas líneas. Destino, año, compañía del viaje y algo reseñable, entendiéndose reseñable como un partido de fútbol de esos en los que te dejas parte de tu vida o esas copas alrededor de una hoguera con esos amigos que viven lejos. Un paseo por la playa, las risas compartidas alrededor de una mesa, los reencuentros casi 10 años después o mis cabreos por un simple left/right. Frases como “algún día me compraré una casa en Cádiz” o “Sevilla no tiene mar” también están allí escritas.
Un pequeño álbum que nos hace viajar desde el sofá de casa, unas hojas llenas de vida y de km que nos hacen sonreír y decirnos con los ojos “qué bien lo hemos pasado en estos lugares y lo sabes!”
Y es que ya lo decían y dicen las Bolena,
“los mejores viajes nunca fueron en primera clase…”