Revista Opinión
"Consumatum est", todo se ha acabado, el hombre, el único hombre de todos los españoles que se atrevió a plantar cara al amo Real de España, yace en la arena moribundo, no ha podido resistir las lanzadas que le acometían desde todos los ángulos. Le decía yo, indirectamente, a ese “socio” del Barça al que yo llamaba por lo menos quintacolumnista, que si creía realmente que todos los barcelonistas somos tontos. El tío cara no se cansa de decir que él no va contra el Barça sino contra Rosell. Como si fuera posible ir contra Rosell sin hacerle al propio tiempo la puñeta al Club de fútbol que éste preside. Bien, ya está. Ya ha ganado. El cadáver de su enemigo yace en la sucia arena del circo romano. Y todos los corifeos del emperador bajan hasta allí para escribir sobre su frente un nuevo INRI, que quería decir Iesus Nazareno Rey de los Iudios, aquí dice SRPB, Sandro Rosell Presidente del Barcelona, y, luego, entre parèntesis, el tío que se atrevió a hacerle frente a Florentino Pérez, el nuevo Franco. Porque Florentino es el nuevo Franco travestido de acuerdo con la máxima lampedusina. Hoy, día, un Franco auténtico, militar, asesino descarado, fascista irredento, no sería admitido por ese canallesco entorno internacional, de manera que así como Hitler hoy viste de mujer, Franco, hoy, asume el aspecto de un ejecutivo brillante, tan brillante que, como hizo el generalito, ha sepultado en la oscuridad a sus mentores, los March, los hijos de aquel Juan March que fletó el Dragón Rapide, el avión que sirvió para que Franco diera el salto desde Canarias, donde era Capitán General, y comenzara una sublevación contra un gobierno legítimo, que costó, según las crónicas, más de un millón de muertos, pero esto a los March, a Juan March, les dio igual, ellos lo que querían es seguir con sus especialisimos negocios. Pero Lampedusa dijo aquello de que es preciso que todo cambie para que todo siga igual. Y esta vez, los March, en lugar de a un general echaron mano de un ingeniero de caminos, pero siguen teniendo un ojo infalible, ha devenido en el hombre absolutamente adecuado para la función. Como el general, no tiene ninguna clase de escrúpulos y piensa, como aquél, que si hay que pasar por encima de un millón de muertos, se pasa, como está demostrando ahora mismo intentando meter millones de millones de metros cúbicos de gas, bajo el subsuelo de nuestro Mediterráneo, a pesar de los miles de terremotos que tal intento ha causado. Porque hoy las divisiones acorazadas son las sociedades anónimas y las batallas se ganan sin disparar un solo tiro. Pero estoy absolutamente seguro de que el general no tuvo nunca tanto poder como el que tiene este ingeniero. Si alguien se oponía al general, lo más probable es que acabara en el destierro pero la condena de este osado por la prensa nunca era tan unánime. Rosell piensa que Neymar es el futbolista esencial de los próximos años y parece que sabe lo que hace porque pensó lo mismo respecto a Ronaldinho, lo trajo y todos sabemos ya lo que ocurrió, por eso cuando supo que el Ser Superior tenía casi en el bolsillo al nuevo astro brasileño, se interpuso y le ganó la partida al amo de España. Hay que tener mucho valor para ello porque, como Sandro no sólo no es tonto sino que conoce muy bien con quien se jugaba los cuartos, sabía muy bien cual iba a ser su final. Hoy, ya lo sabemos todos y Espartaco yace muerto en medio de la arena del Circo romano, mientras el resto de los presidentes de clubs de fútbol de España gritan estentóreamente “Ave, Caesar imperator, los que no quieren morir te rinden pleitesía”. Y un farmacéutico de Olesa, como un nuevo David, vive el mejor de sus días sobre la Tierra porque se ha cargado al gigante. Lo peor es que tal vez, al mismo tiempo, ha herido de muerte a ese club del que al menos nominalmente forma parte, contribuyendo decisivamente a ese cambio de ciclo que tanto ansían sus enemigos teóricos, los socios del Madrid, por eso yo, ayer, lo llamaba, con toda la razón del mundo, quintacolumnista y no creo que se querelle por injurias contra mí, porque el citado farmacéutico olesano es, por lo menos, eso.